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Ilustrador ilustre

Omar Figueroa, más conocido como Turcios, recibió hace algunos días el primer premio de caricatura de la XIII Bienal Internacional del Humor de San Antonio de los Baños.

13 de abril de 2003

El padre de Omar Figueroa gozaba cuando el menor de sus ocho hijos se ponía a dibujar. Por eso le compraba hojas de papel blanco para que el niño hiciera garabatos y pintara a Meteoro, Kalimán, Aguila Solitaria y demás personajes de las tiras cómicas que el niño devoraba cuando llegaba del colegio. Eran los años 70 en Corozal (Sucre) y mientras sus amigos se la pasaban callejeando el inquieto Omar se enfrascaba en una tarea que, a pesar de ser dispendiosa, le dejaba una gran satisfacción. El pequeño cogía las hojas blancas que su papá le regalaba y las untaba con un líquido aceitoso hasta que las dejaba traslúcidas como un papel mantequilla. Entonces se dedicaba a hacer lo que más le gustaba: calcar mapas de Colombia.

Tres décadas después su destreza y entrega al oficio han sido premiadas. Hace unas semanas el niño Omar, convertido hoy en un caricaturista de 35 años, casado con la también caricaturista Adriana Mosquera y padre de un niño, recibió el primer puesto de la XIII Bienal Internacional del Humor de San Antonio de los Baños, Cuba, gracias a las caricaturas que hizo de George Bush y Osama Ben Laden, dos personajes que por sus actuaciones parecen sacados de una tira cómica de las que leía Figueroa en su infancia.

Como los superhéroes, que esconden su verdadera identidad bajo un seudónimo, hoy en día pocos saben que Omar Figueroa es el mismo Turcios o el mismo Ofit, nombre con el que firmó sus primeros trabajos y que optó por cambiar luego de que muchas personas creyeran que se trataba de una mujer.

Turcios, al contrario, sí es parte de él. Es su apellido materno y desde que lo asumió como segunda identidad ha corrido con buena suerte. No sólo ha ganado concursos en Italia, Brasil y Cuba por sus dibujos de Adolfo Hitler, Ronaldo y Boris Yeltsin sino que ha publicado sus obras en el Diario del Caribe, El Espectador, El Tiempo y desde hace cinco años ilustra los artículos del periódico La Razón, en España, país al que se fue en busca de buena fortuna. Y vaya si la ha encontrado.

Omar comienza la frase y Turcios la termina. Omar recuerda que de 'pelao' dibujaba por pura diversión hasta que un día cualquiera uno de sus hermanos mayores, que era periodista, le propuso que dibujara a la Selección Colombia juvenil y que si le quedaba bien hecha él se la mostraba al editor del periódico. Ese día Turcios comenzó a gestarse. La caricatura gustó en el Diario del Caribe y en un abrir y cerrar de ojos el quinceañero costeño, que todavía no sabía qué quería ser cuando grande, vio publicada su primera obra. Lo que comenzó como un pasatiempo fue tomando matices más serios a medida que pasaban los años hasta que el joven cayó en cuenta de que su talento natural no era suficiente y que era preciso darle algo de forma en la academia.

Omar viajó a Bogotá y durante un par de años estudió en la Academia Nacional de Caricatura bajó la tutela del maestro Calarcá, uno de los dibujantes más respetados en la rama.

El resto es historia. Una historia que por aquellas ironías de la vida el padre de Omar, la persona que más creyó en él, no pudo ver con sus propios ojos.