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Por los niños

Su pasión por la educación le ha permitido a Solina Gallego liderar la Fundación Carla Cristina, promesa para los niños pobres de Medellín.

20 de abril de 2003

Tiene 95 años y cualquiera esperaría verla en un sillón, con la mirada perdida en la ventana y la mente anclada en sus recuerdos. Pero nada más lejos del carácter de Solina Gallego. Envuelta en su sastre azul, su mente lúcida representa la imagen de la mujer comprometida con los problemas sociales de su entorno. Hace 40 años le dio forma a la Fundación Carla Cristina, la institución que les ha permitido a cerca de 100.000 niños pobres de Medellín educarse en sus jardines infantiles con el modelo de María Montessori, la famosa médica italiana que utilizó el juego para ayudar a los niños con problemas.

Vivió y creció en el calor de la casa de los abuelos en Yarumal. "Allí vivíamos en ese entonces 22 personas. No era raro, así eran las viejas familias antioqueñas, llenas de niños, vivencias colectivas e historias fantásticas", recuerda.

Para ella quedó marcado ese día de 1927 cuando la directora del Colegio de María, de Yarumal, un centro educativo progresista donde estudió, trazó su futuro. La llamó a su oficina y le dijo: "Solina, tú tienes unas condiciones especiales para la educación del niño. Queremos que en este último año te prepares para dirigir el kínder del colegio". Fue así como definió metas, estableció un modelo y unas premisas para la educación preescolar.

Quería para los niños una orientación moral, en la que la religión se tradujera en normas favorables para la convivencia y buscaba sobre todo favorecer el desarrollo de las facultades mentales de los niños facilitándoles el ambiente apropiado. "Nosotros estamos trabajando en desarrollar a los niños positivamente y esa es la base en la que vamos a levantar un edificio grandísimo que es el de la personalidad. Si el ser humano no tiene bases no puede dar lo mejor de sí, aclara Solina, y agrega. Debemos cuidar al hombre futuro que el niño guarda en secreto".

La Fundación Carla Cristina, que hoy es un pilar importante en el cuidado de los niños sin recursos en los barrios periféricos de Medellín, nació del dolor que representó la muerte de Carla Cristina, una pequeña de 3 años atacada por un tumor maligno. "La tristeza de Elisa, la madre de Carla, me inspiró para hacer algo por otros niños pobres. Fue así como llegamos al barrio Las Violetas y encontramos un espacio para crear el primer kínder con un grupo de 30 niños en un cuarto pequeño y una profesora perfecta para el cargo: sabía cantar, contar cuentos, rezar y, por sobre todo? amaba a los niños". Hoy cuenta con 17 guarderías y apoya otro gran número de instituciones de Bienestar Familiar.

Años más tarde creó un centro de atención para niños de 0 a 3 años y fue así como nació la Fundación Ximena Rico, que atiende a 250 bebés de escasos recursos.

A su avanzada edad Solina Gallego ya ha visto y hecho bastante. Nunca se casó pero jamás permanece sola. No falta la visita de un antiguo alumno de sus guarderías que, ya adulto, quiere dedicarle un homenaje y un recuerdo. O la vecina que la invita una vez a la semana a almorzar en su casa o la de los sobrinos que se ha vuelto un ritual cada semana. De esta forma Solina recoge los frutos de una vida al servicio de los demás.