Home

Perfil

Artículo

Raíces sonoras

Con su investigación de la música campesina costeña Guillermo Carbó ha creado composiciones experimentales reconocidas internacionalmente.

11 de diciembre de 2000

Cuando menos lo pensó al barranquillero Guillermo Carbó le entró la curiosidad de buscar los orígenes de la música caribeña. Pero eso fue mucho después en su vida porque de muchacho lo que sentía con pasión era el jazz. Y como se crió en Bogotá y fue al Gimnasio Campestre, sabía más de rock y de salsa que de la música autóctona de la Costa Atlántica. Pasó por el conservatorio de la Universidad Nacional pero, siguiendo su fascinación por el jazz, continuó sus estudios en el Berklee College of Music de Boston, una de las escuelas de mayor tradición jazzística en el mundo. De allí salió laureado con las condecoraciones ‘Youth Concerts at Simphony Hall’ y ‘Richard Levy Award’. El maestro John Bavicchi fue vital para alterar sus intereses musicales.

“Gracias a él encontré nuevos caminos, nuevas ventanas en lo que siempre me ha gustado: la experimentación”, recuerda hoy Carbó. Y precisamente fueron esas ganas de experimentar las que lo llevaron a París a estudiar un doctorado en musicología en la Universidad de la Sorbona. Y las que luego lo adentraron en una larga investigación en varios pueblos ardientes en el interior de la Costa Caribe, donde se cruzan los departamentos de Magdalena, Cesar y Bolívar, para indagar en la cultura musical campesina de la región. Durante seis años pasó temporadas de semanas descubriendo tambores, palmas, bailes y músicos, rescatando sonidos olvidados en medio de las tensiones de guerra.

La tarea de investigación no fue nada fácil pues son casi nulos los testimonios bibliográficos sobre la historia de la música de esa región. Sus raíces caribeñas fueron la primera referencia en la que tuvo que apoyarse. Pero a la postre tuvo éxito, su tesis de grado fue premiada y en pocos meses será publicada en Francia con el nombre de ‘Tambora: música de tradición oral en Colombia’. Tambora, explica Carbó, es un canto bailado.

Irónicamente en las composiciones de Carbó no se adivina el folclor nacional. Su interés es el concepto. “La referencia está ahí pero no se escucha”, dice. Una de las más claras muestras es su obra Curramba, la cual hizo parte del concierto que llevó a cabo la semana pasada en la Biblioteca Luis-Angel Arango. “Me toca decir de entrada que no vayan a imaginar nada con Barranquilla. Son planos contemplativos. Nada tiene que ver la ciudad con el contenido temático de la obra, excepto que fue allí donde se originó la primera idea musical expuesta en ella”.

No es fácil encontrar espacios para difundir composiciones experimentales como las de Carbó. No obstante ya las ha presentado con la Orquesta Sinfónica de Colombia y la Sinfonietta de París, entre otras. A sus 37 años sabe que el trabajo y la constancia abrirán las puertas a su experimentación musical. Actualmente es asesor del currículo del programa de música de la Academia Superior de Artes de Bogotá y trabaja como profesor e investigador en la facultad de bellas artes en la Universidad del Atlántico. “Mi trabajo es una nueva propuesta ante la saturación musical a la que estamos enfrentados todos los días. Hay que creer en otra música, ese es mi objetivo”.