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UN HOMBRE DEL PAPA

Controvertido y carismático, con sólo 47 años, es el cuarto cardenal colombiano

7 de marzo de 1983

Alfonso López Trujillo conoce tan bien a Roma como a Medellín, la ciudad en donde fue arzobispo por varios años. Durante estos días de su elevación al rango de Cardenal, se le veía en la ciudad eterna conduciendo él mismo un flamante BMW-320 plateado, con la propiedad de cualquier cura italiano manejando un "topolino".
Alto, atlético y corpulento, su figura no puede estar más distante de la tradicional imagen de los cardenales, regordetes, calvos, canosos, más parecidos a un abuelo que al tipo ejecutivo que proyecta López Trujillo. Amante de vallenatos y bambucos, fumador empedernido, extrovertido y con alto sentido del humor, su viaje a Roma estuvo acompañado por una simpática anécdota. Una devota y acuadalada señora de Medellín, cuando supo que había sido designado Cardenal, decidió obsequiarle 10 mil dólares para que cubriera los gastos de su viaje. Con este dinero, Monseñor López Trujillo compró unos pasajes y los repartió entre los sacerdotes más pobres de sus diócesis, para que tuvieran la oportunidad de viajar. Al enterarse, la señora resolvió regalarle otros 10 mil dólares, los cuales también fueron utilizados para nuevos pasajes que, esta vez, se distribuyeron ya no entre sacerdotes, sino entre algunos de los fieles más pobres. Esto produjo, alrededor del nuevo Cardenal, barras de entusiastas antioqueños, muchos de los cuales, humildemente vestidos, se paseaban por la plaza de San Pedro, cuando aún no habían conocido la de Bolívar en Bogotá.
Una vertiginosa carrera
A pesar de su dejo paisa, Alfonso López Trujillo nació en Vista hermosa, Tolima. Su carrera comenzó en 1954, cuando abandonó los estudios de sicología en la Universidad Nacional, para seguir la carrera sacerdotal en el Seminario Copciliar de Bogotá. Controvertido, tildado de conservador por unos y reconocido como moderado por otros, ha tenido una brillante carrera dentro de las instituciones eclesiásticas.
Desde cuando era seminarista mostraba un especial interés por las implicaciones sociológicas de la teología. En Roma, donde hizo su doctorado en Filosofía y Letras, presentó una tesis tan polémica --"La concepción del hombre en Marx"-- que le valió una invitación a Moscú. Desde entonces, muchas de sus actuaciones y algunas de sus obras ("La liberación y el compromiso cristiano ante la política" y "Teología liberadora de América Latina"), lo fueron haciendo figura sobresaliente dentro de una de las corrientes de la Iglesia latinoamericana, llamada "nueva derecha".
Alfonso López Trujillo, la nueva cabeza de la Iglesia colombiana, es considerado en el Vaticano un hombre del Papa. Esto que puede parecer un lugar común para alguien que es consagrado Cardenal, no lo es en realidad. La mayoría de los ascensos en las instituciones eclesiásticas son el resultado de evaluaciones de carácter más bien impersonal y de trámites burocráticos. El pronunciamiento del Papa es, en último término, el formulismo final de un procedimiento institucional. Sin embargo, no es este el caso de Monseñor López Trujillo. Juan Pablo II lo conoció trabajando en la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), e inmediatamente lo registró como una persona de gran potencial. Desde entonces le ha encomendado varias misiones, algunas tan personales como la organización del viaje a España.
El meteórico ascenso del nuevo Cardenal, quien solo tiene 47 años, ha sido el resultado, según afirman algunos observadores, de sus dotes de mediador entre progresistas y conservadores. Sin embargo, carismático como es, en torno a su nombramiento se han barajado las más encontradas opiniones. Segun algunos, la imposición del capelo cardenalicio a este sacerdote tan joven para un cargo que habitualmente había sido desempeñado por personas de mucha más edad, está ligado a los esfuerzos de la corriente católica más ortodoxa, interesada en menguar los efectos progresistas de las orientaciones emandas de la reunión del CELAM en 1968, en Medellín, orientaciones que se situaban, según el sociólogo francés Francois Hourtad, "a mitad de camino entre la modernización del tipo de capitalismo predicado por los programas gubernamentales e internacionales de desarrollo, y las experiencias socialistas". La reacción a esa posición reformista del episcopado, derivada de la conferencia de Medellín, habría quedado institucionalizada en la reunión de ese mismo organismo en Sucre, Bolivia, en 1972. Allí, Monseñor López Trujillo fue nombrado secretario general de la organización. Para otros, la designación del prelado colombiano como Cardenal, obedecía a la batalla conciliadora que había venido librando desde 1972 como dirigente del CELAM.
Las dos interpretaciones fueron esbozadas en el mismo diario, El Tiempo, por dos columnistas de la página editorial, Daniel Samper y D'Artagnan. Mientras para este último el protagonismo de Monseñor López Trujillo debía verse como una actitud contra aquellos "brotes de indisciplina e insubordinación" de algunos sectores de la Iglesia que han querido convertir su misión apostólica en "manifestaciones cuasi-politicas" para Daniel Samper el honroso nombramiento "no debe interpretarse tanto como una deferencia especial del Papa Juan Pablo III hacia Colombia, sino como un apuntalamiento del Vaticano a la Iglesia conservadora y al oficialismo eclesial en América Latina". Pero a pesar de las discrepancias de opinión entre los columnistas, hay en las dos interpretaciones un denominador común: el carácter político del nombramiento. Sin embargo, el enfoque vuelve a diferenciarlos: mientras para D'Artagnan esa política es la de la "ecuanimidad y el realismo" en el CELAM, para Samper es la de la "obediencia a los mandos oficiales antes que la prédica liberadora del Evangelio".
Sin duda alguna, el hecho de que Colombia tenga un nuevo Cardenal, el cuarto en su historia, ha removido viejas discusiones en torno a la teología de la liberación y ha polarizado la opinión. Conservador y reaccionario para unos, y moderado para otros lo cierto es que Monseñor López Trujillo es el más joven de los 18 nuevos cardenales y una de las figuras más destacadas del estrecho círculo cardenalicio al lado del polaco Joseph Gleinp; del norteamericano Joseph L. Bernardin, abanderado de la causa antinuclear en los Estados Unidos; del arzobispo de París, Jean Marie Lustiger, el primer judío coverso consagrado Cardenal en la historia moderna, y del primer sacerdote de la Unión Soviética en ser objeto de esta distinción, el arzobispo de Letonia, Julijans Vaivods.
Su consagración como Cardenal, en una solemne ceremonia en la cual el Papa Juan Pablo II rompió la tradición, haciéndola pública, fue presenciada por jerarcas y fieles colombianos. No acababa de recibir el capelo purpura de manos del Papa, cuando el nuevo Cardenal se pronunció en torno al problema que hoy sienten más los colombianos: "los colombianos estamos obligados a dar nuestro aporte a la paz".--