Francisco Gutiérrez Sanín.

Literatura

La antesala de la Violencia

Reseña de 'La destrucción de una República' de Francisco Gutiérrez Sanín.

Vivian Newman
23 de enero de 2018

Después de una hegemonía conservadora de 44 años, y justo antes de que estallara el Bogotazo y la Violencia (con mayúscula) en Colombia, nace, vive y muere la República Liberal. A propósito de este periodo –que va de 1930 a 1946– Francisco Gutiérrez Sanín estudia la organización y el funcionamiento interno de los partidos tradicionales en Colombia, que se fueron preparando para una ruptura antidemocrática. ¿Por qué, si los partidos no eran tan distintos, chocaron tan frontalmente?

Gutiérrez Sanín ya había reflexionado sobre los partidos políticos y la democracia en su obra ¿Lo que el viento se llevó?: los partidos políticos y la democracia en Colombia, 1958 2002. En este nuevo libro su periodo de análisis se concentró en los años de 1958 a 2002. Luego, en La destrucción de una República, retrocede en el tiempo y compara la estabilidad lograda durante el periodo conservador con los intentos de gobernabilidad de la República Liberal. Los conservadores lograron pacificación en varios lustros, gracias al alineamiento de los intereses de actores clave como la Iglesia, el Ejército y la Policía, así como a las reformas de 1910 que permitieron a los liberales acceder al poder en calidad de socios minoritarios. Pero dicha fórmula no le funcionó a la república de los liberales, quienes a pesar de la instauración del sufragio universal masculino (1936) y la exclusión del censo electoral del Ejército y la Policía (1931), nunca consiguieron que los conservadores participaran del poder, ni que la Iglesia, el Ejército y la Policía contribuyeran a la estabilidad.

En tal sentido, la proposición básica de Gutiérrez Sanín es que la modernización de los dos partidos fue divergente, lo que redujo al mínimo la eficacia de los elementos con que contaban para mantener la paz y la gobernabilidad. Fue divergente porque el partido conservador, en gran parte impulsado por Laureano Gómez, se fue radicalizando mientras que la capacidad de acción colectiva interna del partido liberal se fue debilitando por el clientelismo, el faccionalismo y las diferencias ideológicas. A fines de la República Liberal, es decir en 1946, ya era muy probable, no solo que los liberales perdieran el poder –lo que era parte de la alternancia democrática–, sino que siguiera la ruptura que condujo a la Violencia.

En síntesis, la caracterización de los partidos, bajo el marco analítico de Duverger y Schumpeter, es el hilo conductor del texto. Los dos colectivos fueron multiclasistas y partían de la izquierda (el liberal) y de la derecha (el conservador) para buscar el centro. Gutiérrez Sanín promueve una explicación de esa convergencia que denomina “homicida” y que se encuentra en el funcionamiento interno de dichos partidos. El partido liberal fue “ancho” en el sentido de incorporar más territorio –como las costas–, y más partidarios rurales que no renunciaban a su autonomía, lo que hacía a los liberales víctimas de su propia inclusión; mientras que el conservador era un partido “estrecho” pero con mayor cohesión ideológica y control del territorio, que decidió abstenerse en varios periodos electorales renunciando también al clientelismo.

Finalmente, a pesar de ser un texto académico que insiste en repasar sus propias ideas, cualquier interesado en nuestras raíces políticas y en la causa de muchos de nuestros males encontrará una explicación completa del funcionamiento intra e interpartidista de la época. Sin duda Gutiérrez Sanín ilustra los aconteciminetos de la Violencia con amplio material de archivo, detalles y análisis de las estrategias de los partidos y sus líderes, los directorios, las facciones, las identidades partidistas, así como de todas las tácticas para conseguir y mantener el voto del pueblo y el poder. Y todas estas reflexiones las presenta con el equilibrio básico al que aspira un lector desprevenido.

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