Lenin, el líder de la Revolución rusa, da un discurso en la Plaza Roja.

ESPECIAL: CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA

“El comunismo apeló al alma rusa”

Después de 300 años bajo el dominio de una monarquía hereditaria, en 1917 Rusia estalló y emprendió quizá la revolución más importante del siglo XX. Cien años después del nacimiento de la Unión Soviética, Simon Sebag Montefiore, autor de libros fundamentales como 'Los Románov' o 'Llamadme Stalin', habla sobre los antecedentes y el momento histórico en el que se produjo el alzamiento que cambió el mundo.

Alejandro Lloreda* Bogotá
24 de febrero de 2017

Simon Sebag Montefiore, uno de los más destacados historiadores británicos del momento, ha escrito extensamente sobre Rusia, desde el siglo XVIII de Catalina la Grande y su ministro y amante Potemkin hasta los tiempos soviéticos, en sus dos libros sobre Stalin, Llamadme Stalin: la historia secreta de un revolucionario y Stalin: la corte del zar rojo. También ha caracterizado la época soviética en dos novelas históricas, Sashenka y Una noche en invierno. Más allá de Rusia, ha escrito Jerusalén: la biografía, que narra la historia de la Ciudad Santa. Su último libro es la historia de la familia Románov, que reinó en Rusia desde 1613 hasta 1918.

A pesar de los parricidios, fratricidios y filicidios que harían sonrojar a la familia Corleone, los Románov fueron una dinastía altamente exitosa. ¿Cuál fue la clave de su éxito?

El factor clave para su éxito fue que siempre consideraron que gobernar era esencialmente una operación militar y la corte Románov siempre fue, desde el principio, una especie de cuartel general. Siempre consideraron que su misión era, y esto puede sonar familiar, devolverle la grandeza a Rusia y eso significó expandir la autoridad estatal y expandir las fronteras hacia el este y el oeste. No los veo como una familia Corleone: tuvieron tres siglos de éxito asombroso. Fueron la familia real más exitosa de la historia, tal vez junto con los Habsburgo, y conquistaron el mayor imperio terrestre desde Gengis Kan. Había algunos zares que eran absurdos, degenerados y sádicos, pero en general eran bastante competentes, trabajadores y meticulosos. Teniendo en cuenta que era una monarquía hereditaria, y únicamente hay que considerar el poder de un solo individuo para destruir las instituciones, el hecho de que esta autocracia logró durar intacta por tres siglos es sorprendente.

¿Cuál era la situación de Rusia antes de la llegada de los Románov al poder?

Rusia era un Estado fracasado, en completa desintegración, y es fácil olvidar esto mirando hacia 1917 y viendo a los Románov como esta familia patética, atrapada, trágica, condenada a la revolución, incapaz de reformarse. En 1613, Rusia se había derrumbado, estaba ocupada por polacos, suecos y tártaros. Y eligieron a un muchacho joven e inocente que era el guerrero más improbable para que fuera el primer zar, Miguel I, y sin embargo con él como figura simbólica, los rusos juntaron un ejército para expulsar a todos estos invasores y comenzar la conquista del mundo eslavo.

¿Hubo una tensión dentro de la familia, entre reformistas y autócratas?

Algunos eran reformadores, algunos eran creyentes en la autocracia. Y esto no era mutuamente excluyente, los grandes reformadores eran grandes autócratas. Pedro el Grande y Alejandro II, por ejemplo, creían en la autocracia total. Una de las características de la autocracia rusa es que, como el presidente Putin hoy, el autócrata se sienta encima de una masa hirviente de intriga y ambición, facciones e intereses, y la mayor parte de su trabajo es gestionar y equilibrar estos conflictos. Una vez que se compromete con un punto de vista, su capacidad de maniobra se reduce. Ese era el problema con Nicolás II, su fe en la autocracia sagrada de los Románov era tan rígida que no veía nada más, y eso lo llevó a un callejón sin salida del que no pudo salir.

Nicolás II, el último zar, parecía mejor preparado para la vida familiar que para asuntos de Estado, ¿es eso una evaluación justa? ¿Cuánta influencia ejerció realmente Rasputín en la vida de los Románov?

Es un poco un cliché decir que él era un hombre de familia manso. El hecho es que después de su coronación, se dedicó a ser zar y a mantener la autocracia como él la entendía. Y tampoco era muy bueno para la vida familiar, no podía controlar a Alexandra, su esposa, que estaba siempre enferma e histérica, y le permitió a Rasputín (el monje loco, el médico místico) demasiada influencia. Pero el hecho es que él y Alexandra necesitaban a Rasputín tanto como el niño, Alexéi, que era hemofílico. Él era su psiquiatra, sacerdote, consejero, consolador. Confirmó la creencia imperial de que la base real de los zares era la relación entre el campesinado y la monarquía. Hasta 1915 su importancia fue exagerada, pero cuando la zarina comenzó a gobernar Rusia durante la guerra mientras el zar estaba en el frente, se hizo realmente influyente, y de una manera catastrófica.

¿Usted cree que una mayor reforma democrática en el siglo XIX habría impedido o acelerado la revolución del 17?

Podría haber hecho ambas cosas. Habría sido como una cirugía extrema, pero podría haber matado al paciente por completo. No siempre es tan simple como decir por qué no se reformaron, por qué no introdujeron la democracia. Una medida de democracia podría haber arrojado a Rusia en la anarquía total, como sucedió en 1917. Pero una ampliación de la base del régimen, más participación, habría hecho que el régimen durara más tiempo. La revolución, tal como sucedió, no era inevitable.

¿Cómo llega el comunismo a Rusia?

El comunismo entró en Rusia en la década de 1860, y se convirtió en una ideología muy de moda dentro de la élite, entre la intelligentsia. Y algo sobre la extrema severidad y la totalidad de su visión del mundo que caló especialmente bien en Rusia, y de alguna manera reemplazó la ortodoxia, convirtiéndose en una religión para jóvenes como Stalin, Trotski y Lenin. Ofreció un camino a la utopía con el respaldo de toda la historia, y había una belleza en la gran escala de la idea que apelaba al alma rusa. Sin embargo, la teoría se basaba en un proletariado industrial que no existía en Rusia. Pero entonces, cuando se industrializaron en la década de 1890, crearon una gran clase obrera, y entre ellos las ideas comenzaron a extenderse. Pero aún entonces, el comunismo podría no haber funcionado sin el leninismo, que tomó estas ideas y agregó una organización intensamente práctica. La visión de Lenin era que no se necesitaba una revolución industrial para instaurar el comunismo, necesitabas una vanguardia de revolucionarios profesionales que tomaran todas las decisiones. Así, Lenin es, en cierto modo, uno de los grandes pragmáticos de la historia política, y eso es lo que hizo que la revolución se hiciera realidad.

¿Por qué se dio la revolución justo en 1917?

Sin duda fue por la Primera Guerra Mundial. Pero creo que hay dos respuestas. Una es que la guerra fue un terrible reto distópico para la sociedad rusa que tuvo un sinfín de efectos secundarios que la gente desconoce. Por ejemplo, desde Pedro el Grande, el régimen de los guardias había sido la base militar de los Románov. Pero en 1916, el régimen de los guardias quedó diezmado, dejó de existir, y el resultado fue que un año después no hubo guardias para defender el trono. La otra razón fue el desgobierno de Nicolás y Alexandra. Su gestión de Rusia solo empeoró con los años y, en la guerra, echaron a perder el poco capital político que les quedaba.

Después de la revolución, ¿qué le dio a Stalin la ventaja contra Trotski en la sucesión de Lenin?

Creo que sencillamente Trotski no se dignó organizar una máquina política propia. Creyó que él era una figura histórica, y lo era, pero incluso las grandes figuras históricas tienen que tomarse la molestia de estructurar una organización. Bolívar, por ejemplo, dejó a Santander para dirigir el nuevo país cuando se fue al sur, y pensó que volvería y sería simplemente Bolívar. Trotski tenía el mismo problema, era muy arrogante y pensaba que, cuando llegara el momento, con simplemente ser Trotski le bastaría. Adicionalmente, estaba el problema de que él era judío, algo que importaba, incluso en el movimiento bolchevique internacionalista. Si se mira de cerca, Stalin siempre iba a ganar, Trotski nunca fue capaz de lanzar un desafío.

En Llamadme Stalin, usted resalta las raíces georgianas y caucásicas de Stalin. ¿Eso fue un reto dentro del Partido Comunista? ¿Fue considerado alguna vez demasiado “extranjero” para los bolcheviques rusos?

Bueno, él sólo pudo haber ascendido como lo hizo en ese momento de la historia, y nunca más, debido a su nacionalidad georgiana. Los georgianos, debemos recordar, son muy distintos a los rusos: no son eslavos, el alfabeto es diferente, no tienen la misma cultura. Pero sucedió que este era un movimiento internacionalista y muchos de sus líderes principales eran de las minorías del imperio: Dzerzhinsky era polaco; Lenin era en parte tártaro; Trotski, judío; Mikoyan, armenio y así sucesivamente. Fue la única época en toda la historia de Rusia en que un georgiano pudo convertirse en líder. Si Stalin hubiera llegado a la escena un poco más tarde, o un poco antes, nunca habría sucedido.

¿Habrían resultado las cosas de manera muy diferente si Trotski hubiese prevalecido, o usted cree que el terror estaba en el ADN de la revolución?

El terror estaba en su ADN. Trotski era fácilmente tan despiadado y tan fanático como Stalin, y al igual que Stalin era un izquierdista extremista, podría haber sido tan sangriento. Pero creo que cuando la revolución llegó al momento más difícil en 1932-33 –porque considero que la revolución realmente duró de 1917 a 1953–, no sé si Trotski habría tenido la fuerza para mantener la línea revolucionaria como lo hizo Stalin. Creo que en ese momento fue necesaria la naturaleza de acero de Stalin; bajo Trotski la revolución podría haber colapsado antes.

Usted investigó extensamente a Stalin, ¿fue un desafío la transición de la historia rusa anterior de Catalina la Grande? ¿Hay hilos conductores en la historia rusa?

Sí, cuando escribes estos libros debes literalmente habitar la era y meterte en la cabeza de los protagonistas. Con Llamadme Stalin, por ejemplo, tuve que entrar en la mentalidad georgiana y en la peculiar mentalidad de los bolcheviques, esta mentalidad muy peculiar dio origen a la corte estalinista. El libro de los Románov cubre 300 años, así que tienes que dominar distintas épocas, pero esa es una de las cosas divertidas de hacer estos libros. Y sí, a lo largo de la historia rusa hay algunos tipos y fenómenos reconocibles. La forma en que Pedro el Grande investigó el caso de su hijo es muy estalinista, y Stalin comparó su propio terror con el de Iván el Terrible.

John le Carré dijo que los servicios de inteligencia son la verdadera medida de la identidad de un país. En Rusia, los espías y los policías secretos parecen haber desempeñado un papel más relevante que en la mayoría de los otros países. ¿Por qué?

John le Carré tiene toda la razón. Y en Rusia, los servicios de inteligencia siempre han jugado un papel enorme. Pero en los tiempos del zarismo, nunca desempeñaron un papel en la elaboración de políticas, los zares siempre estuvieron un poco avergonzados por la Ojrana, y los trataban como podrían tratar a un cazador de ratas. Y, por cierto, eso fue un gran error suyo. En un sistema sin reglas o límites, los servicios de seguridad inevitablemente son esenciales para el gobernante. Lenin entendió esto muy bien, y cuando fundó la Checa, que se convirtió en el OGPU, después NKVD, KGB y etcétera hasta hoy, bueno, es la misma organización que hoy gobierna a Rusia. Lo crearon como una organización de élite, casi como una orden sagrada de caballeros, y todavía es la institución definitiva en Rusia bajo Putin.

¿Putin a qué Románov le recuerda?

Supongo que me recuerda a Nicolás I, zar entre 1825 y 1855, en términos de política exterior. Parecen tener el mismo eslogan reaccionario –autocracia, ortodoxia, nacionalismo– y en general las mismas políticas. Y él también desafió, humilló y corrió círculos alrededor de las potencias occidentales aunque al final se fueron a la guerra para detenerlo, lo que por supuesto esperamos que no sea necesario con Putin.

¿Por qué se derrumbó la Unión Soviética?

El sistema marxista simplemente no funcionó. En retrospectiva era mucho más débil de lo que nos dimos cuenta. No creo que hubiera durado tanto tiempo sin la victoria en la Segunda Guerra Mundial y la economía no habría funcionado como lo hizo sin la industria que se creó para ganar la guerra. El sistema simplemente no funcionaba en términos humanos, y el partido, la burocracia, estaba produciendo gente más y más mediocre y era cada vez más incapaz de tomar decisiones fundamentales.

Lea aquí todo el especial del centenario de la revolución rusa.

*Historiador y político

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