La ciencia en la FILBo 2018

Lisa Randall: una teoría sobre la materia oscura y la extinción de los dinosaurios

Es catedrática de Física de la Universidad de Harvard, pero para lanzar una hipótesis científica acude a la cultura pop: la materia oscura podría haber originado el meteorito que causó la extinción de los dinosaurios. En su obra de divulgación revela las relaciones entre lo visible y lo oculto, y la belleza de las conexiones entre lo que existe, acercándose a lo literario. Tanto, que algunos colegas consideran su teoría simples especulaciones.

Lisbeth Fog Corradine* Bogotá
17 de abril de 2018

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En qué se diferencian cometas, asteroides y meteoros? ¿De dónde surgen y de qué están hechos? ¿Cómo se beneficia o perjudica la Tierra con estos objetos que surcan el universo y de vez en cuando se estrellan contra ella? En el más reciente de sus cuatro libros de divulgación científica, la física teórica y cosmóloga Lisa Randall reúne estas y muchas otras preguntas alrededor de esas grandes colisiones que ocurren cada 30 o 35 millones de años, y que son tan responsables de la formación de la vida en nuestro planeta como de la extinción de algunas especies.

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“Es una relación de amor y de odio”, dice la profesora de Harvard en La materia oscura y los dinosaurios. La sorprendente interconectividad del universo (2015). Justamente en esa publicación plantea una aventurada hipótesis tratando de resolver el enigma alrededor de una de esas colisiones. ¿De dónde vino ese meteorito al que los científicos le han adjudicado la extinción de los dinosaurios y de dos tercios de las especies que habitaban el planeta hace 66 millones de años?

Como indica el título del libro, la teoría en la que Randall y su grupo de investigación en Harvard han estado trabajando sugiere que la materia oscura (de la que se tiene muy poco conocimiento, aunque podría ocupar cerca del 85 % del universo) sería el detonante que lanzó ese objeto contra la península de Yucatán, en el Golfo de México. En forma de un disco fino y delgado, la fracción de materia oscura de la que surgió el meteorito estaría ubicada en medio de la Vía Láctea, y nuestro sistema solar podría atravesarla cada tantos millones de años, generando un impulso capaz de arrojar objetos hacia la Tierra.

Randall no está sola en su hipótesis. Esta surge de investigaciones que compartió con Matthew Reece y publicó hace cuatro años en la revista Physical Review Letters bajo el título “Dark Matter as a Trigger for Periodic Comet Impacts” (La materia oscura como disparador de los impactos periódicos de los cometas). A partir de aquella publicación académica, volvió sobre los resultados de ese estudio y se dedicó a narrarlos de forma literaria en este exitoso libro.

De la ciencia a la divulgación de la ciencia

Lisa Randall disfruta escribir sobre ciencia para quienes no son científicos. En conversación con ARCADIA, confiesa que el desafío está en hacer que sus lectores se comprometan no solo a informarse, sino a aprender cosas nuevas. “Escribir libros de divulgación da la oportunidad de unir ideas, sintetizarlas, explicarlas y convertirlas en una gran historia, pero al mismo tiempo me aseguro de ser sincera con la ciencia”.

Además de centrar sus libros en sus propias preguntas y en el resultado de sus investigaciones sobre dimensiones ocultas, materia oscura o el bosón de Higgs, Randall mantiene un diálogo permanentemente abierto tanto con físicos de otras áreas como con el público en general. Esto le permite adentrarse en los vericuetos del universo y explicarlos con analogías y cierto humor.

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Una científica hablando en términos no científicos es más común hoy en día que hace 20 años, sin embargo sigue siendo un “bicho raro”. Su lenguaje, entre lo coloquial y lo literario, y sus referencias a la cultura pop le han generado resistencia en algunos sectores, pero también le han abierto las puertas a un gran público. “Me gusta contarles a las personas cosas de las que de otro modo no se enterarían”. Por lo general, dice, son lectores interesados en conocer mundos nuevos “y les gusta pensar profundamente sobre algunos problemas, o simplemente quieren tomar conciencia de las cosas”.

Teorías por confirmar

Descifrar la materia oscura se ha convertido en su desafío profesional. No la podemos ver ni sentir, pero sabemos que existe, que es transparente –y por eso cuestiona que se le denomine “oscura”– y que no nos atraviesa, sino que está alrededor nuestro. Es distinta a la materia ordinaria de la que están hechas las estrellas, los gases y nosotros, pero es justo gracias a ella que tenemos estrellas y galaxias. No es energía, pero incide en la expansión del universo y en las trayectorias de los rayos de luz que llegan a la Tierra desde objetos distantes; es la que promueve el colapso del universo en estructuras. El caldo cósmico se convierte en “bases progenitoras del universo rico y complejo que ahora podemos observar”, dice Randall.

La científica de Harvard no está sola en su búsqueda por comprender la materia oscura. La Agencia Espacial Europea planea lanzar en 2020 la misión Euclid, con el fin de explorar partes del universo que no vemos. A comienzos del pasado abril, investigadores de Yale reportaron haber encontrado una galaxia que carece de materia oscura, lo cual sorprendió a los cosmólogos, astrofísicos y físicos teóricos. “Durante décadas, pensamos que las galaxias comienzan sus vidas como gotas de materia oscura. Después, el gas cae en los halos de materia oscura, se convierte en estrellas, se va acumulando lentamente, y al final terminas teniendo galaxias como la Vía Láctea”, dijo recientemente Pieter van Dokkum, profesor de astronomía y física, al portal Geek.com. “La NGC1052-DF2 desafía las ideas estándar de cómo creemos que se forman las galaxias”, añadió.

Buena parte de lo que publican las revistas científicas sobre la materia oscura está todavía por confirmarse. La misma Randall es consciente de que su hipótesis es especulativa y por eso desafía a sus colegas a que ratifiquen o desmientan su postulado, pero que lo hagan con argumentos sólidos. “¿Por qué va por el mundo contando una historia que puede no ser real?”, le pregunto. “La mayoría de la investigación es especulativa. Estás proponiendo nuevas ideas, ves lo que sucede y tratas de comprobar si funciona”, responde. Puede ser que en 10 o 20 años tengamos la respuesta. Desde 2013 la sonda espacial Gaia mide miles de millones de estrellas en la galaxia, y “queremos ver si nos da pistas sobre la existencia del disco oscuro, cosa que sería muy emocionante”, agrega.

Ni siquiera la tecnología más avanzada permite aún descifrar los enigmas de la materia oscura. “Para ver las cosas hay que mirar y hay que saber mirar”, concluye Randall, quien ahora está dedicada a la investigación y no tiene planes de escribir un próximo libro. Mientras tanto, que relacione la materia oscura con la extinción de los dinosaurios seguirá generando controversia. “La evidencia de que la materia oscura haya tenido algo que ver con la extinción de los dinosaurios es menos que marginal”, dice el astrofísico Juan Diego Soler, desde su oficina en el Instituto Max Planck, en Alemania. “Dada la escasa evidencia, hay que tener claro que la premisa del libro, más que una hipótesis científica, es un divertimento intelectual”.

Como la ciencia avanza vertiginosamente, Randall tendrá que continuar midiendo el universo, plasmando sus pensamientos en ecuaciones, generando más hipótesis. Y muy probablemente en ese camino se anime a escribir su próximo libro. “He trabajado en la manera de contar historias y, además, sé sobre ciencia”.

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* Periodista científica y autora de tres libros sobre científicos colombianos.

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