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RESEÑA

La guerra según las mujeres

Dolor, olvido y memoria: tres aspectos presentes en 'La hija del comunista', el nuevo libro de Aroa Moreno Durán.

Hernán Darío Correa
21 de mayo de 2018

Esta novela fue ganadora del premio español Ojo Crítico de 2017 y es la primera de su autora, conocida en España por los libros de poemas Veinte años sin lápices nuevos y Jet lag. La obra nos envuelve y nos lleva hasta lo más profundo de la historia europea, especialmente la de España y Alemania de las tres últimas generaciones. El relato se desarrolla como una saga familiar que circula por lugares, residencias, habitaciones, terruños, ciudades y pueblos, y también por las “tierras de nadie” creadas por el muro de Berlín, o por la sociedad de consumo que sustituyó al anhelado espacio de la libertad de los hijos de quienes fueron absorbidos por el fantasma del comunismo en el país arrasado por el franquismo; o por los laberintos del estalinismo en Berlín oriental o del capitalismo triunfante de la posguerra.

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Aquellos lugares, contados a través de una minuciosa construcción de verdaderos paisajes –donde se cuece la pequeña historia personal que revela la historia de naciones enteras–, van marcando con sus luces y sus sombras el dolor, el olvido o la memoria de la narradora, “la hija del comunista”. Con el paso de las estaciones, ella va encontrando las metáforas necesarias para develar la figura del padre –“el verano, la tierra de mi padre”–, o los ritos de paso de su crecimiento personal –el otoño, los cambios adolescentes, la ida de casa como fuga de un destino de exilio desde la España de la Guerra Civil mitificada por sus padres; o la silenciosa rebelión contra el matrimonio en la Alemania reunificada al final del siglo hasta descubrirse ella misma en su condición de eterna extranjera–.

Se trata de una historia impulsada por hombres que “llevan” a las mujeres en sus ilusorias batallas y en sus derrotas, pero centrada en ellas y narrada por ellas. Son mujeres que (re)construyen sus vidas en escenarios devastados, a través de la conquista de una mirada, un idioma y una identidad (“Pienso en alemán, le respondí, –pero– aquella noche soñé en el idioma de mamá”), hasta que logran el reconocimiento y la superación del miedo, “ese miedo ancestral que indica a las claras quién es el Estado, mejor que las constituciones y los libros de historia”. Las astucias de estas mujeres –hermana, madre, amigas, vecinas, narradora–, que se construyen desde las emociones y los afectos con base en la fraternidad, la intimidad y la amistad, van corriendo los velos de las historias oficiales de la familia o del Estado.

Esta novela presenta una versión profunda de la política, develada desde los huesos helados de adolescentes que despiertan a la fiesta y al goce después del largo invierno de la Guerra Fría; o que se comunican clandestinamente a través de cartas que van de mano en mano por toda Europa; o que indagan en archivos oficiales, en cajas de álbumes familiares. Las fotos abren historias canceladas por la huida forzosa de toda una familia, cuyas narrativas se construyen desde la poesía recién inventada o aprendida en el encuentro feliz del libro de poemas regalado por el golpe de dados de la vida: “Una noche, con el estómago hinchado por la cerveza, empezamos a gritar los versos de Neruda de vuelta a casa: ‘Todo es silencio de agua y viento’; cogidas de la mano bordeábamos el muro: ‘Mira el vacío de los guerreros’, les gritamos a los guardias”.

Este es un relato de mujeres transformadas por la guerra. Pero aquí, en esta entrañable novela, se levanta una voz; la voz de una hija que con su poesía ilumina el trasfondo de una historia que “aún pesa como pesadilla en la conciencia de las nuevas generaciones”.

El libro es de la editorial Caballo de Troya y tiene 192 páginas. 

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