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El Congreso que se instala este 20 de julio sólo se conoció en su totalidad unas horas antes de la ceremonia.

ENTREVISTA

"Algunas curules se perdieron por descuido de candidatos y partidos"

José Vicente Sánchez, experto en derecho electoral, subraya la importancia de la revisión de los resultados electorales, pero advierte que urge una reforma a todo el sistema.

19 de julio de 2010

A sólo un día de la instalación del Congreso de la República, el Consejo Nacional Electoral (CNE) expidió las certificaciones de los integrantes de la Cámara de Representantes.

No obstante, hasta última hora no se conocía la asignación de las curules de la Cámara en los departamentos de Bolívar y Magdalena.

En el Senado, el proceso de certificación terminó este domingo. “Fue una labor titánica”, dijo la presidenta del Consejo Nacional Electoral, la magistrada Adelina Covo, respecto del proceso de revisión, que tardó 95 días.

La tardanza de la certificación, que el CNE achacó a la cantidad de anomalías y denuncias de posibles fraudes electorales, no estuvo exenta de críticas. Sin embargo, esta vez el proceso tenía un nuevo ingrediente: la revisión.

Con la Reforma Electoral de 2009, el CNE fue dotado de nuevas facultades para no sólo escrutar los resultados de las elecciones, sino también revisar mesa por mesa el registro de las elecciones y así poder detectar las anomalías.

El proceso, sin embargo, es bastante engorroso y demorado.

Varios candidatos que se quedaron por fuera del Congreso, como el senador Rodrigo Lara, de Cambio Radical, y Arturo Yepes Alzate, del Partido Conservador, adujeron fraude electoral.

Pero sus reclamaciones ahora deberán ser tramitadas ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, es decir, ante la Sección Quinta del Consejo de Estado. En ese sentido, los demandantes tienen un plazo de 20 días hábiles para presentar sus alegatos.

A propósito del proceso de escrutinio y revisión de los resultados de las elecciones del Congreso, Semana.com habló con el abogado José Vicente Sánchez, experto en derecho electoral. Sánchez explicó cómo fue el proceso y, en su criterio, cómo se puede mejorar.

Semana.com: Hay varias críticas al CNE por la demora en la entrega de los certificados. ¿Usted cómo vio la actuación del organismo electoral?

José Vicente Sánchez:
Creo que, al contrario, los magistrados se demoraron poco. Pues esta fue la primera vez, en 2oo años de vida republicana, que el proceso electoral contó con una revisión de resultados. Hay que reconocer que los magistrados trabajaron tiempo extra, para tratar de entregar los resultados antes del 20 de julio.

Semana.com: Los candidatos que no alcanzaron la curul, y que están inconformes con los resultados, ¿qué pueden hacer?

J.V.S.:
La vía gubernativa se agotó. Ahora cualquier reclamación se debe hacer ante una instancia jurídica, que en este caso es el Consejo de Estado. Ese proceso se llama nulidad electoral.

El CNE no pudo atender todos los reclamos que le hicieron, ni revisar todas las mesas, por falta de tiempo. Por esta razón, el paso siguiente de los demandantes es ante una instancia judicial que deberá considerar las pruebas de las denuncias que no fueron tenidas en cuenta, y determinar si procede o no la nulidad de la asignación de las curules.

Semana.com: ¿Qué diferencia hay entre el escrutinio y la revisión de los votos?

J.V.S.:
Con la Reforma Política del 2009, el CNE tiene una nueva responsabilidad, que es la revisión de los votos. Para el escrutinio, el organismo tiene 20 días hábiles después de las elecciones. Ese proceso se hizo tal como se venía haciendo.

Pero con la reforma se creó una nueva instancia, que es la de revisión, en la que los magistrados pueden revisar los votos de algunas mesas (en este caso revisó 15.000 mesas de 75.000) con base en las inconsistencias encontradas en el proceso de escrutinio, a petición de las partes, o de oficio, donde se considera que hubo irregularidades. Tres meses y medio para ese proceso es muy poco tiempo.

Semana.com: En su criterio, ¿este proceso sí ayuda a detectar el fraude?

J.V.S.:
Claro. Este es el proceso ideal para determinar en dónde se presentó el fraude, porque las inconsistencias quedan expuestas y sirven como prueba para adelantar un proceso de nulidad o para los procesos penales o disciplinarios. Es más fácil identificar en dónde hay diferencias entre los formularios E-14 (que son los que llenan los jurados en cada mesa) y los E-24 (que son los que llenan las comisiones escrutadoras). Si existe una diferencia abrupta entre uno y otro, puede haber un fraude electoral.

Obviamente, es para determinar si éste ocurrió después de las elecciones.

Así, por ejemplo, quedan pruebas de en cuáles mesas se cambiaron los tarjetones y se alteró la votación, en dónde estuvo el carrusel o la compra de mesa anticipada (el famoso ‘canguro’). A través de la comparación de las firmas y las huellas también se puede identificar cuáles fueron los jurados que metieron la mano en las elecciones.

Semana.com: Pero es muy engorroso y no se pueden revisar todas las mesas…

J.V.S.:
Esta vez el CNE creó 20 comisiones, pero debieron ser 200, para que simultáneamente se pudieran revisar varios departamentos. Pero para eso hace falta dinero. Esta revisión tuvo un costo de 3.000 millones de pesos.

Semana.com: Con base en la evidencia encontrada, ¿qué tipo de fraudes se puede advertir?

J.V.S.:
Una práctica recurrente es que en una mesa un jurado votó más de una vez. Es decir, se cambió el nombre varias veces y puso su huella en diferentes tarjetones. El CTI ya tiene conocimiento de algunas de esas pruebas, que se hicieron con grafólogos.

Otra modalidad de fraude, que es orquestada desde diferentes mesas, es que a un candidato, de quien se sabe que no va a ganar, le sacan los votos, poco a poco, y se los transfieren a otro. Es que en el proceso de votación y certificación de los resultados, un tarjetón puede pasar hasta por siete manos, lo que facilita el fraude.

Semana.com: ¿Cómo cree que ha sido el comportamiento de los partidos durante los procesos de escrutinio y de revisión?

J.V.S.:
Algunas curules se perdieron por el descuido de los candidatos y de los partidos. Creo que los partidos no se han dado cuenta de que deben convertirse en empresas electorales.

Cada partido debió contratar ingenieros de sistemas durante este proceso. Ellos podrían transferir los resultados de los formularios a un archivo plano, detectar las inconsistencias y hacerles el trabajo más fácil a los abogados, para poder hacer reclamaciones más precisas.

Los partidos creen que con poner testigos electorales ya está hecha la tarea. Los testigos electorales son una especie de notarios del día de la elección, pero la tarea de verificación no termina ahí.

Semana.com: Y lo que está en juego es…

J.V.S.: Cada curul cuesta más o menos 4.000 millones de pesos. Cada voto equivale a 4.380 pesos por concepto de reposición.

Adicionalmente, cada congresista aporta una votación que representa una cantidad proporcional de dinero para el partido. Si un partido tuviera en cuenta lo importante que es cada voto, no se descuidaría. Una curul más o una curul menos es sumamente importante.

Esos recursos le sirven a un partido para mejorar su funcionamiento, hacer pedagogía electoral, capacitar a sus seguidores; en últimas, para un mejor funcionamiento de la democracia. Pero no. Se han preocupado últimamente sólo por hacer política, pero descuidaron la parte de técnica electoral, el proceso que sigue después del día de votación.

Semana.com: ¿Ninguno de los partidos cumplió la tarea?

J.V.S.: En eso hay que reconocer la organización y el trabajo de MIRA. Ese partido estuvo los tres meses y medio ahí encima, pendiente del escrutinio y de la revisión. Al final, el ex concejal Carlos Baena obtuvo una curul en el Senado que no estaba contemplada en el pre-conteo.

Semana.com: Finalmente, ¿cómo se podría mejorar el sistema electoral?

J.V.S.: La otra opción para evitar el fraude es implantar el voto electrónico. El registro de votación tarda entre 7 y 10 segundos. En ese tiempo, un hacker no alcanzaría a alterar el resultado, porque al tiempo habría varias personas votando. Además, el cubículo arroja una tirilla como la de un cajero electrónico que se deposita en una urna y otra queda en el sistema, lo que después permitiría constatar los resultados.

Un tercer camino es reformar las listas del Congreso. Que los partidos políticos, a través de una consulta, elaboren listas cerradas al Congreso. Así la gente votaría sólo por el logo del partido, lo cual facilitaría el conteo de votos y simplificaría todo el mecanismo de elección.