SEMANA (S.): ¿Comparte la decisión del presidente Petro de haber reanudado relaciones con Nicolás Maduro?
Marta Lucía Ramírez (M. L. R.): Esa es una de las áreas del gobierno en la que tengo sentimientos encontrados. En la comunidad internacional hay mucho pragmatismo. Hay gente que, por un lado, tiene el discurso de la democracia, pero por el otro lado están haciendo negocios con el régimen de Venezuela. Ahí uno se pregunta si Colombia debe ser el ingenuo que se mantiene en que no tiene ningún tipo de relación y que los negocios los hagan otros y creo que tampoco se trata de eso. Pero tampoco se deben buscar negocios per se, cerrando los ojos frente a lo que ha sido evidente en los últimos veinte años y es la continua violación de los derechos humanos en Venezuela y que se haya acabado la democracia venezolana.
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SEMANA: ¿Siente que el Gobierno de Petro se apresuró en la reanudación de las relaciones con Maduro?
M. L. R.: Yo sí hubiera querido en algún momento oír mensajes que dijeran ‘estamos hablando con Maduro, pero también pidiéndole que haya pronto una elección presidencial en Venezuela, que sea garantista, con participación de todos los sectores de la oposición, con instituciones electorales, creíbles’, algo de ese estilo hubiera sido maravilloso, pero eso no ha sido así.
SEMANA: ¿Cuándo usted fue canciller en el gobierno del expresidente Iván Duque hubo algún tipo de mensaje que haya enviado Maduro para el restablecimiento de las relaciones?
M. L. R.: No durante la época que yo fui canciller, que fueron los últimos meses del presidente Duque. Sí, recibimos muchas veces –yo los recibí en la Cancillería y se los transmití al presidente– mensajes de algunos gobernadores de Venezuela cercanos al régimen de Maduro, pero la verdad es que nosotros teníamos una posición que era totalmente clara: cero reconocimiento a una dictadura. Ese tipo de mensajes nunca pasaron a más. Yo personalmente hablé con cámaras de comercio y empresarios para ver si de alguna manera podríamos tener algún tipo de acercamiento comercial, pero nunca se llegó a nada concreto.
SEMANA: ¿Usted le planteó esta inquietud al presidente Duque?
M. L. R.: La verdad lo hablamos. Sí, se lo planteé. De hecho –creo que estas son cosas que no tienen por qué mantenerse en secreto–, Germán Umaña, quien hoy es ministro de Comercio, es una persona que es extremadamente seria y conoce la economía colombiana y venezolana, porque era el presidente de la cámara colombo-venezolana. Él me aproximó en varias oportunidades y estuvimos conversando cómo encontrar algún tipo de salida que permitiera esto: que se aumentara el comercio legal sin entrar a reconocer el régimen de Maduro, pero todo esto se quedó en conversaciones.
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SEMANA: ¿Cree que los nombramientos diplomáticos en este Gobierno se han hecho por meritocracia o amiguismo?
M. L. R.: Lamentablemente en algunos casos esto no es muy distinto a lo que hemos visto en el pasado y con lo que yo estoy totalmente en contra. Siempre insistí en que uno tiene que fortalecer la meritocracia, porque es que no se vale que la gente llegué al manejo del Estado sin conocerlo, a improvisar, porque cuando usted se equivoca en el manejo del Estado, su improvisación le puede costar mucho a cincuenta millones de personas y para muchos años. El canciller Álvaro Leyva a mí me dijo que eso era lo que querían hacer, pero siento que muchos de los nombramientos uno los ve más por vinculaciones personales. Creo que todos los presidentes lo han hecho, pero si se cometieron errores en el pasado, el cambio es eso, es decir “a partir de ahora queremos que la gente se presente por un concurso y los que vamos a nombrar porque son cercanos al Gobierno los vamos a nombrar porque tienen un conocimiento”.
SEMANA: Para usted, ¿el excongresista Armando Benedetti es la persona idónea para estar en la Embajada en Venezuela?
M. L. R.: Este es uno de los casos en los que no se puede hablar de inexperiencia, tiene mucha en lo público. Hay que esperar los resultados. “Por sus obras los conoceréis”, como dicen. Creo que ha habido declaraciones imprudentes y creo que cuando alguien está en un cargo de la diplomacia tiene que cuidar mucho las formas y también los mensajes. Si se está hablando de una transición hacia la democracia y la comunidad internacional está apoyando conversaciones para una elección democrática en Venezuela, usted no puede arrancar diciendo que los de la oposición son unos tales por cuales o estarlos descalificando en términos peyorativos. Son equivocaciones que no le cuestan a una persona, sino a un país.
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