Home

Política

Artículo

Los partidos Conservador, representado por Noemí Sanín, y Liberal, representado por Rafael Pardo, no solo fueron superados por los ganadores, también por Cambio Radical y el Polo. | Foto: SEMANA

ELECCIONES 2010

Liberales y conservadores: un fracaso anunciado

Los resultados de las elecciones del 30 de mayo volvieron a marcar una tendencia: la del fracaso de liberales y conservadores. ¿Cuáles fueron sus errores en la presente campaña?

30 de mayo de 2010

Rafael Pardo y Noemí Sanín sucumbieron en sus ambiciones personales por llegar a la Presidencia y con ellos, las intenciones de sus respectivos partidos, el liberal y el conservador, de recuperar su presencia directa en el poder.

Los liberales, de momento, completarán 16 años ajenos al poder. Los conservadores, que si bien fueron un apéndice del gobierno en estos ocho años de mandato de Álvaro Uribe, fracasaron en su vocación de poder que venían reclamando después de la primera reelección.

Y este 30 de mayo los candidatos de los partidos tradicionales no sólo fueron arrasados por Juan Manuel Santos y Antanas Mockus, sino que los candidatos del Polo y Cambio Radical también los superaron, y con diferencia significativa.

Pero ¿cuáles fueron las claves que explican este nuevo fracaso de los partidos tradicionales de la política colombiana?

El ex constituyente Armando Novoa señala que los resultados electorales demuestran una tendencia, que el régimen bipartidista “es cosa del pasado” y que en Colombia, desde hace ocho años, incluso desde que se adoptó el mecanismo de la segunda vuelta electoral, ha primado un nuevo sistema de partidos, marcados por nuevas fuerzas y coaliciones.

Además, dice Novoa, “la percepción ciudadana de los partidos políticos tradicionales es que son un nido de clientelismo”.

Eso, de manera general, pero partido por partido, esta es la radiografía de los resultados obtenidos por liberales y conservadores.

Las razones del fracaso liberal

Analistas políticos consultados por Semana.com coinciden en advertir que los resultados de este 30 de mayo ratifican el debilitamiento del partido liberal causado por el uribismo, que condicionó mucho la estrategia de la campaña del jefe de la colectividad, Rafael Pardo, y que no permitió comprobar los avances de renovación que a través de distintos mecanismos internos ha instrumentado la colectividad.

David Roll, director del grupo de investigación de partidos políticos de la Universidad Nacional, señala que el partido liberal “hizo bien su tarea, definió su postura social demócrata, realizó mecanismos democráticos internos, rechazó los vínculos con los paramilitares, pero no consiguió reconocimiento para que el electorado decidiera premiarlo”.

Según Roll, el partido liberal se convirtió en mayoría en el país desde 1936, pero en 2002, con el ascenso del presidente Álvaro Uribe, el partido se debilitó porque muchos dirigentes decidieron marginarse.

Alejo Vargas, también politólogo de la Universidad Nacional, coincide en que la fragmentación del liberalismo obedece al transfuguismo que permitió que Uribe cooptara influyentes dirigentes liberales, especialmente del ámbito regional. “los jefes regionales, que fueron la mayor fuerza electoral del liberalismo, decidieron rodear a Uribe desde el 2002, eso llevó a una reducción de su bancada”.

Los analistas coincidieron en que el candidato del liberalismo, Rafael Pardo, ha sido uno de los dirigentes de mayores calidades, pero que su conocimiento del país no fue suficiente, especialmente, según lo advierte David Roll, en unas elecciones presidenciales donde la gente “vota más por una persona, que por un programa o por una coincidencia con un partido político”.

El ex constituyente Armando Novoa considera que en la presente campaña Rafael Pardo tuvo “un comportamiento ambiguo”: “Nunca apeló al voto de opinión, sino que se concentró en cohesionar los votos de su partido y hacer acuerdos con los barones regionales”. Un ejemplo claro que citó el politólogo fue el acuerdo que garantizó el potencial electoral en el departamento de Córdoba, al incluir en las listas para Congreso a Arleth Casado, esposa del ex senador Juan Manuel López Cabrales, condenado por la parapolítica.

Novoa considera que el camino que debió recorrer Pardo era el de apelar al voto de opinión y no al “sentimiento liberal tradicional, que es una herencia de los sentimientos del Frente Nacional, y que está caducada”.

David Roll considera que en esta primera vuelta también influyó el llamado “voto útil”. “muchos liberales, que temían la victoria de Juan Manuel Santos, decidieron favorecer la tendencia liderada por Antanas Mockus de forma anticipada”.

Las razones del fracaso conservador

La fragmentación del partido es la principal causa del fracaso conservador que advierten los analistas.

El ex viceministro Rafael Nieto sostiene que el mecanismo de consulta interna, que en teoría debería fortalecer los partidos, en el caso del conservador “contribuyó a su fractura y a su división”. Según Nieto, la pugnacidad en la consulta desgastó tanto a Noemí Sanín como a Andrés Felipe Arias.

Y en ese sentido, considera Nieto, Noemí se ubicó en una situación “incómoda”, porque los conservadores más uribistas no la identificaron con el proyecto de “continuismo”, mientras que la irrupción de Antanas Mockus “cautivó la minoría de votos independientes, con los que supuestamente contaba”.

Por eso, el ex viceministro dice que Noemí se equivocó porque nunca fue capaz de identificar su real competencia y además, los debates en televisión “la mostraron insegura, confusa y débil, frente a los demás candidatos”

Alejo Vargas advierte que la fractura del conservatismo se produce antes de la consulta interna del partido, cuando se fragmentaron dos posiciones: “quienes reclamaban apostar por un candidato propio, o una mayoría que se sentía cómoda con la participación burocrática que el partido ha tenido en los recientes ocho años”, Para Vargas, la consulta hizo que los votos de Andrés Felipe Arias “fueran cooptados hacia Juan Manuel Santos”.

El ex constituyente Armando Novoa considera que el partido conservador tuvo este fracaso del 30 de mayo porque en los últimos años ha optado por fortalecerse burocráticamente y no frente a la opinión pública. “Eso redujo a que la consolidación del partido conservador estuviera más ligada a la repartición de puestos. Confundieron la vocación de poder con mantener aceitadas las maquinarias, que dependían de una coalición y una burocracia”.

Novoa también considera que los resultados de la reciente consulta interna del Partido Conservador no reflejaban su verdadero poder. “Muchos metieron la mano no para fortalecer el proyecto de Noemí, sino para sacar del camino a Arias. Los votos de la consulta emigraron a otros sectores”.

David Roll también advierte que la postura ambigua de sus dirigentes, que reclamaban ir con candidato propio, pero apoyaban la reelección, impidió que el partido “madurara un candidato. Estas elecciones terminaron por pasarle factura a ese apoyo al referendo”.

Más allá de estos resultados, los partidos políticos tradicionales, aparentemente, no serán decisivos en la segunda vuelta. Su única aspiración, señalan los analistas, es un nuevo fortalecimiento y apostarles a las elecciones regionales, de alcaldes, gobernadores, consejos y asambleas, que tendrán lugar en octubre de 2011, para marcar su futuro inmediato.