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El ministro del Interior, Fernando Carrillo, afirma que en 2013 habrá reforma política. | Foto: Guillermo Torres

ENTREVISTA

“Ni partidos de garaje ni empresas familiares”

El ministro Fernando Carrillo dijo que si bien habrá reforma política, no se admitirá el transfuguismo.

César Paredes
25 de enero de 2013

Aunque el Congreso sólo volverá de sus vacaciones en marzo, la agitación política ha aumentado su temperatura. No es para menos, pues este año los partidos políticos definirán su estrategia de cara a las elecciones presidenciales y del Congreso. El runrún de las candidaturas comenzó a sonar y las preocupaciones por el futuro político de las colectividades.

Además de la posibilidad de que el presidente Juan Manuel Santos aspire a la reelección, el futuro de los partidos políticos dependerá de si hay cambios en las reglas de juego para su funcionamiento. En ese sentido, sobre la mesa de hay dos debates claves: ¿qué pasará con los partidos pequeños? y ¿se permitirá a los congresistas cambiarse de partido?

SEMANA habló con el ministro del Interior, Fernando Carrillo, quien reiteró que se debe encontrar la fórmula para proteger las minorías políticas, pero fortaleciendo a los partidos y no debilitándolos.

SEMANA: ¿Este año tendremos una reforma política?

Fernando Carrillo: Sí, yo pienso que el Gobierno tiene un gran desafío y es estructurar fortalecimiento de la democracia, hay que consolidar los partidos, no se trata de monopolizarlos ni afectar a los menos representativos. Desde 1991 la creación de las circunscripciones especiales es muestra de la participación de las minorías (indígenas, afrodescendientes). También se aprobó la representación de los extranjeros. Ahí hay un dispositivo representativo para las minorías.

SEMANA: El umbral que para el año entrante es del 3% (por lo menos 450.000 votos). ¿Qué va a pasar con los partidos pequeños?

F. C.:
Tiene que haber claridad en las reglas de juego. Con las reformas a la Constitución de 1991 salimos de un bipartidismo y abrimos el grifo de la representación. Pasamos a tener más de 70 partidos. Se cerró el criterio y se llegó a un esfuerzo razonable, que fue la reforma del 2003. Ahora vamos a poner sobre la mesa el riesgo de los partidos que están en desaparición. Pero atendiendo dos criterios, que haya reglas de juego que se respeten y garantizar la representación de las minorías.

SEMANA: Pero eso es distinto de permitir el transfuguismo…

F. C.: Es que los proyectos para permitir el paso de un partido a otro, ‘camisetazo’, como si llama en otras democracias, y la escisión de partidos entraron por la puerta falsa. Por eso el presidente ordenó enterrarlos. Eso no significa que no debamos tener un escenario de participación política acorde con los momentos que vive el país. El Gobierno no aprueba el camisetazo. No puede ser que hayamos trabajado tanto para fortalecer los partidos para que ahora el particularismo y empresas electorales se abran paso.

No se puede tolerar que quien fue elegido por una ideología política, que además ha participado en corporaciones públicas, decida darle la espalda a los electores y cambiar de toldo político. Apoyar iniciativas de transfuguismo pervierte la coherencia y, en últimas, debilitamos la democracia.

No veo la necesidad inmediata de discutir la reforma al umbral, pero no se cierra el Gobierno a la posibilidad de debatirlo en el escenario natural que es con los partidos.

SEMANA: ¿Sin el impulso del Gobierno, esto si sale del Congreso?

F. C.: Una cosa es lo que tiene que hacer el Gobierno, que es ofrecer garantías para que sobrevivan. Pero los partidos tienen un desafío grande: tienen que reinventarse para fortalecerse. Hay una gran responsabilidad de los partidos. El desafío es a nivel interno. Una reforma debe ir en el sentido de profundizar ese fortalecimiento, que los partidos tengan coherencia de carácter programático, por eso una de mis tareas es el estatuto de la oposición.

A la oposición hay que darle garantías. He tenido acercamientos con el Polo para lograr ese objetivo, ver cómo revigorizar los escenarios de la oposición, nos reunimos con la Marcha Patriótica. Se trata de crear estrategias de inclusión, acceso a herramientas políticas, financiamiento público. Eso está en un capítulo que metimos en el código electoral que se empezará a discutir.

SEMANA: Aunque en la oposición ahora está es el uribismo…


F. C.: Como Ministerio del Interior, les decimos: Bienvenidos al debate democrático. Se les darán todas las garantías. Lo que espero es que se dejen de lado las ofensas y haya una gran altura en el debate.

SEMANA: Uno de los puntos de negociación con las FARC es la participación política. ¿El Gobierno planea algunas medidas legislativas para permitir nuevos partidos?

F. C.: El avance de los diálogos sin duda cambia el escenario, pero no debemos anticiparnos. No podemos hacer el ejercicio especulativo sin saber qué se va a discutir. Anticiparse a formular propuestas puede ser el peor error, porque esas propuestas pueden entrar en contradicción con el acuerdo. Como bien se ha dicho, nada está acordado hasta que todo esté acordado, y parte de ese todo es la participación política. Mientras no haya una firma, no se puede decir que esta es la reforma u otra.

Lo que sí se puede hacer es abrirles espacio político a los afectados por el conflicto, a los campesinos, a los líderes comunales, a los nuevos liderazgos, independientemente que se firme el acuerdo. De lo que se trata es de crear colectividades políticas con vocación de permanencia. Pero para eso se necesitan mecanismos que afirmen esa estructura, no partidos de garaje o empresas familiares electorales.

SEMANA: El problema de una reforma del umbral es que son ocho debates. ¿El tiempo si alcanza, en pleno año electoral?

F .C.: Una reforma al umbral requiere un año de discusión. Si esto entra en la mesa de Unidad Nacional, desde el punto de vista técnico, puede salir porque hay dos legislaturas. Pero lo importante no es eso, sino que sea una propuesta sólida que apunte a problemas de fondo y no a soluciones transitorias y superficiales que dañan el sistema político.