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La oficina 211 B del Congreso ha permanecido cerrada. El senador Eduardo Merlano no la ha visitado en una semana donde la opinión pública cuestiona su conducta. | Foto: Guillermo Torres

PERFIL

¿Quién es el senador de seis amigos en Facebook y 60 mil enemigos en Twitter?

De Eduardo Merlano, el senador, dicen que es juicioso y trabajador, aunque pocos conocen su voz, entre ellos los patrulleros a los que no quiso obedecer en Barranquilla. En cambio en Sucre creen que es un 'animal político' al que lo traicionan su temperamento e inexperiencia.

Rodrigo Urrego Bautista, redactor Semana.com
25 de mayo de 2012

La oficina 211B del edificio nuevo del Congreso se ha convertido en la más asediada por periodistas. En una semana, reporteros y camarógrafos se acercaron con sigilo, como tratando de buscar oro en una mina imposible, porque siempre encontraron una puerta cerrada. El último intento era tocar la puerta. Tras hacerlo, aparecía Claudia, la secretaria del senador más requerido por estos días: Eduardo Merlano.

Claudia atiende a la prensa con amabilidad. Explica la ausencia del senador, enseña un parte médico que certifica su inasistencia a las sesiones, a la vez que se compromete a trasladarle cada mensaje. Pero advierte que por el momento, su jefe, a quien conoce desde sus años como diputado de Sucre, no aparecerá en los medios, y que su voz, la más reclamada por estos días, de momento no podrá ser escuchada.

Sin voz, pero con voto
 
Porque, además, la voz de Merlano no es la más conocida del Senado. Incluso estuvo totalmente apagada durante tres meses. En enero, el senador sucreño se sometió a una delicada cirugía para tratar dos hernias discales cervicales.

Una enfermedad que puede ser originada por frecuentes dolores en el cuello, que en muchos casos poca atención sugieren, pero que se complica cuando los síntomas se trasladan a otras partes del cuerpo: dolor en la espalda, las extremidades superiores, incluso hasta los dedos de las manos; pérdida de sensibilidad como el hormigueo en los brazos y manos o, ya peor, la pérdida de fuerza en brazos y piernas por "compresión nerviosa".

Los especialistas dicen que afecta a "bastante gente joven, activa, y produce bajas frecuentes y costos laborales". La hernia discal comienza siempre por una mala postura. A veces por un simple mal movimiento en el que se rompen las fibras (según Enrique Úrculo, neurocirajano español, una de las autoridades mundiales en la materia, en una entrevista al Diario Vasco, Bilbao).

El único tratamiento es una compleja y delicada cirugía. Se práctica a través de incisiones en la parte delantera del cuello y que buscan colocar discos artificiales entre las vértebras. O un disco móvil cuando se trata de gente muy joven.

Eduardo Merlano se sometió a esa cirugía. Y le generó una complicación que está prevista por los médicos. La inflamación de las cuerdas vocales. Después de la cirugía, ya en el mes de marzo, el senador nunca faltó a las sesiones de la Comisión Séptima, pero no podía hablar. Lucía un aparatoso collarín, y cuando tenía que intervenir, recuerdan varios de sus compañeros de curul, lo hacía como quien susurra un secreto. Los moderadores de los debates exigían el máximo silencio cuando Merlano, en casos extraordinarios, pedía la palabra.

El parte médico del doctor Remberto Burgos, neurocirujano que le practicó la intervención, da prueba de esa complicación al recomendar un procedimiento de rehabilitación: "Terapia del lenguaje y fonoaudiología. Recuperar voz".

La voz de Merlano, sin embargo, se hizo célebre y hasta reconocida fuera del Capitolio. En Barranquilla cuando se negó a practicarse la prueba de alcoholemia requerida por unos agentes de Policía que procedieron a cumplir con sus funciones.

Esa voz insistía en que era senador de la República. Que tenía 50 mil votos. Que no estaba en estado de embriaguez. Un senador de la Comisión Séptima, médico de profesión, dice que los medicamentos que tiene que consumir Merlano para su plena recuperación, no le permiten consumir alcohol. Pero tampoco conducir un vehículo, porque disminuyen la capacidad de respuesta de las personas. Podría suponer un riesgo en las carreteras. "Y más riesgo aún si no se tiene pase de conducir", dice el parlamentario con un toque de ironía.

Los mismos senadores de la Comisión Séptima definen a Merlano como un parlamentario "muy juicioso", aunque solo en el sentido que asiste a todas las sesiones. "Él presenta sus ponencias, tiene sus proyectos, y está presente desde el comienzo hasta el final de los debates", dice la senadora Gilma Jiménez (Partido Verde), aunque no encontró respuesta a la mano cuando se le preguntó cuáles son las iniciativas propuestas por Merlano.

Mauricio Ospina (Polo), senador de la misma comisión, dice que Merlano es de esos senadores "bajo perfil". Solo se pronuncia con fuerza cuando defiende los temas de su región. Pero no se opone a nada de lo que impulse el gobierno. "Vota según le indique la Unidad Nacional".

Otro compañero de la Comisión dice que Merlano fue muy activo en un proyecto. La reforma a la salud. Fue quien más proposiciones incluyó en los artículos que se referían a las EPS, dice el congresista que prefirió reservar su identidad.

Un volador sin palo
 
La imagen de Merlano en el parlamento puede ser distinta a la que se tiene en las entrañas del Partido de La U.

Allí lo definen con adjetivos como temperamental e inexperto, aunque joven y muy dinámico. "Es un volador sin palo", dice un funcionario del partido al señalar que el gran defecto que se le advierte es "ser muy imprudente".

También dicen que, aunque su destino ineludible era la política, el Senado lo cogió por sorpresa. "Merlano no es vago y es muy trabajador, pero no es de grandes capacidades académicas para ser congresista", lo define otro dirigente de La U.

Merlano, abogado de profesión, tuvo su primera aparición política en el 2007. Ganó las elecciones a la Asamblea de Sucre, pero tuvo que renunciar a ser diputado por "presiones familiares": no había quién recogiera el caudal político de su padre, Jairo Merlano, uno de los primeros congresistas detenidos por sus vínculos con paramilitares, y que sí alcanzó a tener un poder electoral alrededor de los 50 mil votos. Los mismos que Eduardo tenía la obligación de defender, pero que sólo le alcanzaron a los 33 mil, igualmente suficientes para obtener una de las últimas curules de las 27 que conquistó La U en el 2010. "Llegó al Congreso por obligación, más que por convicción".

La disputa por Sucre
 
Aunque su actual incidencia en la política nacional parece reducida al escándalo que protagonizó por negarse a las órdenes de una autoridad, en Sucre, su departamento, tiene mayor peso.

En la U recuerdan que Sucre fue el departamento más conflictivo para la concesión de avales, y llegar a acuerdos políticos regionales para apoyar determinados candidatos en las elecciones locales del año pasado. Porque quedó evidente una dura disputa política por el control de la región entre Merlano y el representante a la Cámara Héctor Vergara.

El año pasado Merlano hizo abierta oposición al candidato oficial de La U a la alcaldía de Sincelejo, Jairo Fernández Quessep, a pesar de que es primo hermano de su padre, Jairo Merlano.

Vergara se impuso en esa disputa y Fernández Quessep ganó la alcaldía de la capital de Sucre. En La U dicen que esa confrontación, que pretende el control político del departamento, apenas comienza. Merlano y Vergara tienen 35 años, son 'primíparos' en el Capitolio, y aunque ambos están 'empapelados', pues afrontan procesos de pérdida de investidura en el Consejo de Estado (Vergara, por presunta violación al régimen de incompatibilidades, y Merlano por supuesto tráfico de influencias), "tienen el ímpetu para mantenerse en la política por mucho tiempo".

El más 'empapelado'
 
De momento, Merlano no sólo perdió una batalla política en Sucre, sino que puede convertirse en un ícono para cuestionar al Congreso. El video en el que se niega a un procedimiento policial en Barranquilla, le causó ser el parlamentario más desprestigiado (60 mil twitteros piden su renuncia, y solo seis amigos tiene un grupo en Facebook, abierto para su respaldo), y le originó casi cinco nuevas investigaciones.

Tres demandas ante el Consejo de Estado piden su muerte política por considerar que llamar a un general de la Policía para evadir un procedimiento policial, puede ser considerado tráfico de influencia. La Comisión de ética del Senado analiza su conducta, y el tribunal ético del Partido de La U se vio presionado a abrirle un proceso por esa misma conducta.

Claudia, la secretaria del senador, está más preocupada por la salud de su jefe. Repite que su ausencia en el Capitolio obedece a que el dolor en el cuello era cada vez más fuerte cuando pasaba sentado mucho tiempo en la misma posición. Pero le promete a todos cuantos preguntan al senador que la otra semana "el jefe les hablará".