SOCIAL

Infancia, una inversión clave

La directora del ICBF llegó a la entidad para trabajar en estimulación temprana y en formación para el trabajo. ¿En qué consiste la estrategia?

26 de julio de 2020
Esta abogada y politóloga dirige el ICBF desde marzo. Ha tenido que enfrentar la pandemia, y está haciendo cambios en la entidad. | Foto: Karen Salamanca

Equidad e igualdad podrían ser sinónimos, pero la directora del ICBF, Lina María Arbeláez, está convencida de que no lo son. Lo dice no solo por su experiencia de 15 años en el desarrollo de políticas públicas para el cierre de brechas entre las poblaciones más vulnerables. También por sus más de 100 días al frente de una de las entidades más reconocidas en el país por su trabajo social.

Muchos asocian al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) con el cuidado de los niños, en especial, de aquellos abandonados o maltratados. Pero en realidad se trata de una institución que, según Arbeláez, es clave para cortar brechas entre los colombianos y eso comienza desde la nutrición y el desarrollo motor, hasta el entrenamiento de los jóvenes.

"Más que un trabajo de cuidadores, lo que hacemos en el ICBF es invertir en la niñez, lo cual redunda en el desarrollo del país. Por cada US$1 destinado a la primera infancia se ahorran a futuro US$17. Es una inversión, no un gasto", explica.

En el país algunos han estudiado la economía del cuidado, para determinar cuánto cuesta que una mujer se quede en casa atendiendo a sus hijos o a adultos mayores. Pero en el caso de la educación inicial no solo requiere vigilancia y cuidado, sino también estimulación adecuada.

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Actualmente en Colombia hay 4,8 millones de niños de 0 a 5 años, de los cuales 2,3 millones pertenecen a Sisbén 1 y 2. De este grupo, el ICBF atiende hoy a 1,7 millones –antes de la pandemia eran 1,13 millones-.

Justamente, atender la pandemia se ha convertido en una de las prioridades de Arbeláez, quien se posesionó el 11 de marzo. Su primera labor consistió en cerrar los sitios de cuidado a cargo del ICBF. Eso, a su vez, implicó la entrega de comida a los niños bajo su cuidado para garantizarles su seguridad alimentaria, así como buscar herramientas para llevarles a sus hogares pautas de crianza y actividades pedagógicas, junto con acompañamiento sicológico a la familia.

La entidad tiene un presupuesto anual de $6,9 billones, pero la atención de la pandemia ha exigido recursos adicionales por $62.750 millones. Con este dinero han atendido temas de nutrición, más otros $600 millones para medidas de bioseguridad.

Cambios a la vista

En la educación inicial de niños y niñas que son atendidos integralmente por el ICBF, la entidad trabaja con un banco de 1.142 oferentes. Ellos se encargaron de cambiar la ración servida por una canasta nutricional. Arbeláez explica que tuvieron que hacer este cambio en tiempo récord y para ello dividieron el país en cinco zonas, con el objetivo de desplazar equipos de verificación del contenido nutricional para garantizar que las canastas les llegaran a todos los niños inscritos. "También recibimos ayuda del Banco Mundial para verificar en tiempo real la entrega de la canasta y su contenido", comenta la funcionaria.

Desde marzo han entregado más 5 millones de canastas, en un proceso mensual. Las familias nuevas que requieren este servicio deben presentarse al centro zonal de su respectivo municipio. Por ejemplo, Bogotá, por su tamaño, tiene 14 centros y próximamente estrenará uno en Kennedy; Antioquia tiene 10, Atlántico 7 y Cauca 7, entre otros.

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No obstante, la atención de la pandemia no ha implicado un freno a los planes del ICBF y uno de ellos consiste en modificar la selección del banco de oferentes. Generalmente se eligen para un periodo de un año (los actuales van hasta febrero de 2021) y la idea es modificar el manual de contratación para evitar hacer acuerdos con operadores que no son de la regional que atienden (hay 33 en el país). También obligarían a los directores territoriales a enviar a nivel nacional los contratos que superen ciertos montos y planean usar tecnología para que los beneficiarios califiquen a los operadores. Ya están desarrollado un algoritmo para cumplir ese objetivo desde noviembre.

Estrenando oficina

Además, Arbeláez creó la dirección de adolescencia y juventud, para atender a los 67.000 muchachos a cargo de la entidad, de los cuales 11.900 están en programas de responsabilidad penal. Además, para ofrecer oportunidades a los llamados ni-nis, los que ni estudian ni trabajan.

El ICBF contó para abrir esta dirección con un crédito de US$75 millones, de los cuales US$50 millones los puso el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el resto otros acreedores. Con este programa busca detonar talentos TIC, así como promover las industrias verde, naranja y el turismo, lo que a su vez ayuda a reducir pobreza. "El ICBF proveía atención en curso de vida, con primera infancia, niños y familia, pero faltaba darles oportunidades de desarrollo a los jóvenes", precisa Arbeláez.

El instituto cuida a 62.000 niños que están allí para el restablecimiento de sus derechos y aunque la idea es que regresen al medio familiar o sean adoptados, en caso de requerirlo se pueden quedar allí hasta los 25 años. Con los mayores de edad tienen varios programas de alianzas estratégicas para conseguirles trabajo por medio del servicio público de empleo. También los asesoran en hacer sus hojas de vida.

Igualmente, con el programa Generación Sacúdete buscan fortalecer las habilidades relacionadas con el pensamiento crítico y reflexivo, la toma de decisiones responsables, la perseverancia, la autorregulación de emociones, la relación con otros, la asertividad y la comunicación eficaz. En otras palabras, las llamadas habilidades blandas, tan necesarias para la cuarta revolución industrial. Por ejemplo, ya en Buenaventura han formado a 167 jóvenes en estos aspectos.

En el frente de las adopciones, Arbeláez dice que no han frenado por la pandemia. Para esto han permitido la radicación de documentos de forma digital y para los padres adoptantes extranjeros se implementaron las visitas virtuales, de manera que no pierdan contacto con el niño. Además, en medio de la actual situación, 169 familias han estado dispuestas a acoger temporalmente a niños que así lo requieren.

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El ICBF también trabaja en prevenir y atender la violencia contra niños, niñas y adolescentes. Para esto aumentaron a tres sus líneas de WhatsApp, más su número de atención 141. Paradójicamente, las denuncias presentadas entre el 12 de marzo y el 12 junio, se redujeron 23% frente al mismo periodo del año pasado.

Los expertos del ICBF creen que eso se puede deber a que muchas denuncias provenían de terceros como los profesores, y como permanecen cerrados los los servicios de atención a la primera infancia se ha detectado menos casos. También explican que, con los padres trabajando en casa, es más difícil que los abusadores puedan perpetrar sus crímenes.

"Si bien la violencia ha bajado, es doloroso que la sociedad haya naturalizado esta situación. Es un problema que requiere solución para mejorar la equidad y la igualdad", reitera Arbeláez.