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¿La sombra de Osama?

Detrás de la masacre de Madrid gravita la figura siniestra del líder del grupo terrorista Al Qaeda.

14 de marzo de 2004

Los españoles nunca olvidarán lo que sucedió a las 7:39 de la mañana de ese jueves 11 de marzo de 2004. Un tren de cercanías se aproximaba a la estación de Atocha, en el corazón de Madrid, cuando explotaron tres bombas de enorme poder destructivo. Pocos segundos después cuatro artefactos más destruyeron otro convoy que ya había entrado en la vía 2. Mientras el caos se apoderaba del centro de la ciudad, las autoridades desactivaron una cuarta bomba que estaba lista a explotar en el primer tren afectado.

Sólo unos minutos después otras dos explosiones hicieron temblar la estación del Pozo del tío Raimundo, y en los andenes de la de Santa Eugenia otra carga explosiva destrozó otro convoy. Habían pasado sólo tres minutos. Diez mochilas bomba habían sembrado la muerte y la destrucción en Madrid. Las escenas dantescas dieron paso al terror generalizado, mientras las autoridades y la población desplegaban una reacción humanitaria impresionante. Al final, 199 muertos (entre ellos tres colombianos) y 1.482 heridos (al cierre de esta edición) eran el saldo del peor atentado terrorista de la historia de España.

La confusión reina

El gobierno de José María Aznar, a través de su ministro del Interior, Ángel Acebes, se apresuró a atribuir los atentados a la organización independentista vasca ETA. Su versión fue inmediatamente adoptada por la inmensa mayoría de los diarios españoles, como El País, que sacó una edición especial bajo el título 'Matanza de ETA en Madrid'.

Sin embargo Arnaldo Otegui, vocero del brazo político del independentismo vasco, Sozialista Abertzaleak, se convirtió en la voz discordante al afirmar que la ETA no tenía nada que ver, pues los hechos se salían por completo del patrón de sus acciones terroristas. Por una parte, porque según él, ETA, suele anunciar sus atentados, y por la otra, sus objetivos siempre son puntuales, políticos o militares, y nunca dirigidos a matar indiscriminadamente a los ciudadanos de la calle.

Ese elemento de duda adquirió por momentos más fuerza cuando el propio ministro Acebes anunció el descubrimiento de una camioneta abandonada en Alcalá de Henares en la que habrían aparecido varios detonadores y una cinta de audio con versículos del Corán. Acebes afirmó entonces que el gobierno no descartaba ninguna línea de investigación. Y una facción del grupo Al Qaeda, denominada Brigadas de Abu Hafs al-Masri , reivindicó en un diario londinense los atentados con un correo electrónico lleno de insultos y amenazas contra España. A partir de entonces la certeza sobre ETA se derrumbó y se abrió paso la posibilidad de que hubiera manos del extremismo islámico en todo el asunto, con la figura del mítico terrorista saudita Osama Ben Laden gravitando sobre todo el asunto.

En la calle tomó impulso entonces la idea de que el gobierno no dejaría que se supiera nada hasta después de las elecciones del domingo, sobre todo si las investigaciones apuntaban hacia los terroristas musulmanes. La teoría era que si se comprobaba que ETA era la responsable, el afectado sería el Partido Socialista Obrero Español (Psoe), que con su candidato José Luis Rodríguez Zapatero son percibidos como más 'flexibles' con los separatistas vascos. Y que si el ataque era atribuible a la red Al Qaeda, el desastre sería para el oficialista Partido Popular (PP) y su líder Mariano Rajoy, pues fue el gobierno de José María Aznar el que decidió, por sí y ante sí, apoyar a Estados Unidos en su guerra contra España y, de paso, situar a España en la mira de los extremistas del Islam.

Esas teorías no necesariamente eran válidas, porque ni los socialistas son más flexibles con ETA, ni el apoyo de España a la guerra contra Irak tendría necesariamente que afectar la decisión electoral de los españoles, como se comprobó en las elecciones regionales de 2002, cuando el PP arrasó a pesar de la multitudinaria oposición a 'su' guerra en Irak. Por otra parte, tampoco resultaba razonable esperar que, en el curso de un par de días, el gobierno español, ni ningún otro en sus circunstancias, consiguiera tener certeza sobre una serie de atentados de estas dimensiones.

El viernes los españoles dieron una demostración de unidad impresionante, con las manifestaciones de repudio que se reunieron en prácticamente todo el país. Al mismo tiempo ETA, a través del periódico Gara, negaba su participación. Y la reivindicación de los islamistas fue desestimada por quienes recordaron que el grupo en cuestión suele atribuirse golpes en forma poco verosímil. Como por otra parte los antecedentes recientes de los ataques frustrados de ETA no favorecen su credibilidad, los españoles añadían a su dolor visceral la incertidumbre de no saber a ciencia cierta hacia quién enfocar su ira santa.

La opción más siniestra

En medio de todo ello, comenzó a abrirse paso una tercera opción que bien podría ser la más siniestra de todas. La versión de que los atentados de Madrid fueron obra de los esfuerzos combinados de ETA y la red Al Qaeda ha venido ganando fuerza entre numerosos expertos y autoridades europeas consultadas por SEMANA, que se basan en que la magnitud de este ataque "se sale de las proporciones normales y la tradición de ETA", y en la presencia demostrada de Al Qaeda y de grupos radicales islámicos en España durante los últimos 20 años. Como dijo a SEMANA Arnaud de Borchgrave, director del Council of Strategic International Studies, "la suposición más creíble es que se presentó la unión de Al Qaeda con ETA o con una facción de ésta".

Los hechos y argumentos que respaldan la opinión de los expertos sobre la alianza de ETA con Al Qaeda comprenden el pasado reciente político y terrorista de España, la debilidad financiera y militar de ETA, el salto cualitativo del terrorismo después del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y la expansión del fundamentalismo islámico en Europa tras esos hechos.

Antes de los ataques del jueves, el mayor atentado ocurrido en Madrid no había sido obra de ETA sino de radicales árabes. El 12 de abril de 1985 la Jihad Islámica hizo explotar una bomba en el restaurante El Descanso, en pleno centro de la ciudad, frecuentado por militares estadounidenses, que causó 18 muertos (11 de ellos norteamericanos) y dejó heridas a 84 personas. "En cambio, ETA desde el año 1988 había realizado 29 atentados con bombas en Madrid, contra objetivos muy específicos como militares, policías y jueces, que cobraron la vida de 23 personas de estas instituciones públicas y de ocho civiles transeúntes, aunque hay que decir que en la mayoría de estos atentados las bombas explotaron y sólo causaron heridas leves a quienes pasaban por allí", aseguró a SEMANA el agente de Europol Alfredo Rodríguez, quien insiste en que en los atentados del pasado jueves en Madrid, "ETA no pudo actuar sola".

Pero durante los últimos dos años, la banda terrorista ETA ha sufrido los más duros golpes de su historia, con la captura de muchos de sus líderes en Francia y el País Vasco y el bloqueo de sus canales de financiación, que la llevaron a reducir su capacidad operativa a menos de 10 cabecillas y en total a 30 militantes activos con entrenamiento militar, según declaró a principios de mes el ministro Acebes.

Cuando Acebes se apresuró a atribuirle a ETA el atentado se basó en las tentativas recientes de la banda terrorista contra el sistema ferroviario. En efecto, ETA falló en el atentado que iba realizar el 24 de diciembre pasado contra la estación de trenes de Chamartín, que junto con la estación de Atocha (donde ocurrieron los ataques del jueves) constituyen los dos centros ferroviarios de Madrid.

Las dos bombas estaban ocultas en mochilas con los temporizadores ya activados para explotar a las 4 de la tarde, cuando el tren Intercity procedente del País Vasco se encontrara en plena estación de Chamartín, pero los dos jóvenes que las portaban fueron capturados por la policía en San Sebastián. Uno de ellos alcanzó a subir al tren y depositar en uno de sus vagones la mochila explosiva con el temporizador activado, y el otro fue capturado antes de abordar. Los dos detenidos confesaron haber sido los responsables de la bomba que el martes 17 de diciembre explotó en la línea férrea Zaragoza-Alsasua y de otra en una vía de tren cerca de la localidad de Alcañiz, Aragón, que causaron daños materiales pero no víctimas.

Esta 'preferencia' de ETA por atacar la red ferroviaria hizo temer a las autoridades que una de las dos estaciones de Madrid sería el objetivo de la furgoneta-bomba, cargada con 536 kilos de explosivos, que fue capturada con dos 'etarras' el último 29 de febrero en Cañaveras, al norte del país, cuando se dirigía a la capital. "Pero si algo había distinguido a ETA era su cierta 'cortesía' característica al avisar a las autoridades sobre la presencia de cada una de sus bombas en una zona determinada de la ciudad, antes de proceder a su detonación", comentó a SEMANA el experto en terrorismo de la Asociación Española de Investigación para la Paz, Alberto Piris. "El hecho de que ETA no haya advertido de la bomba de Barcelona en 1987 fue una de las causas de la crisis interna que provocó los más grandes cambios dentro de la banda", agregó el especialista. Para él los atentados del jueves, sobre los cuales tampoco se dio ningún aviso a las autoridades, serían " fruto de una doble condición: el apoyo financiero y logístico de organizaciones islámicas de vieja presencia en España y la desesperación de ETA, que se siente al borde el exterminio y acorralada, en una situación que la hermana perfectamente con los fundamentalistas árabes".

En busca de financiación para su causa, ETA copió de las guerrillas y los grupos delictivos de Colombia el 'secuestro exprés', y durante el último año y medio realizó más de 10 secuestros de empresarios vascos con esta modalidad. "A su vez ETA ha sido acusada de apoyar grupos como las Farc, no sólo en aspectos políticos sino militares, lo que demuestra la interacción de las organizaciones radicales y las alianzas mundiales entre este tipo de grupos para luchar contra el que consideran 'el enemigo común", precisó Rodríguez.

Al Qaeda, dinero y logística

Las actividades de grupos radicales árabes en España quedó demostrada no sólo por el ataque de la Jihad Islámica en 1985, sino por la vinculación directa del país en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. El líder de los pilotos suicidas, Mohammed Atta, realizó un largo periplo de más de un mes por distintas poblaciones del sur de España, donde se entrevistó con enlaces de la red Al Qaeda. Hace poco, el cerebro de estos atentados, el yemení Ramzi Binalshibh, preso en Estados Unidos, reconoció que fue en la población catalana de Tarragona donde definió con Atta los detalles finales de la operación.

Las declaraciones de Binalshibh causaron en España la última detención de un miembro de la organización. El argelino Khaled Madani, de 33 años, fue detenido el pasado primero de marzo en Murcia, acusado de confeccionar el pasaporte falso con que Binalshibh viajó a Estados Unidos. En desarrollo de estas investigaciones por el 11S, las autoridades españolas han capturado a más de 40 personas, entre los que se destacan líderes e integrantes de 'Los Soldados de Alá', una organización radical surgida en el entorno de la mezquita Abu Baker de Madrid.

"Lo cierto es que desde los atentados en Estados Unidos, Europa ha visto expandirse el fundamentalismo musulmán, principalmente en países con grandes poblaciones árabes como Francia, Alemania y España, donde su presencia ha sido histórica", señaló a SEMANA el profesor Siegfried Mielke, del Instituto de Investigaciones Políticas de la Universidad Libre de Berlín, quien cree en la alianza ETA y Al Qaeda "porque el gobierno de España se constituye para ambos en el odiado enemigo común, puesto que no permite la independencia del País Vasco y ha apoyado y participado en la invasión de Irak".

En España viven más de 800.000 árabes, muchos de ellos practicantes del islamismo. El presidente de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (Atime), Mustafá M'Rabet, indicó a SEMANA que muchos de sus compatriotas comenzaron a recibir insultos y amenazas desde el mismo día de los atentados en Madrid. "Varios marroquíes murieron y resultaron heridos en esos trenes, pero los españoles siempre han creído que los que hablamos árabe somos terroristas", añadió, tras admitir que el "clima de hostilidad" contra los musulmanes se disparó en España tras los atentados de Estados Unidos "y es probable que haya despertado aires de venganza en muchos colectivos radicales, que en todo caso representan una ínfima mayoría de los árabes que vivimos en este país".

Por otra parte los expertos consultados por SEMANA apuntan a que se trató de una operación conjunta por las grandes dimensiones y la logística del atentado, como las explosiones múltiples y sincronizadas "propias de Al Qaeda", y por el conocimiento de la red ferroviaria y el sistema de mochilas bomba, "propias de ETA" y lejanas del terrorista suicida . "ETA suele usar una dinamita marca Titadine, detonadores de aluminio y relojes para hacer estallar la carga", afirmó Rodríguez, de Interpol, quien subrayó que ninguno de estos "datos técnicos" se cumplió en los atentados de los trenes de Madrid, de donde la policía rescató una mochila-bomba con explosivos del tipo especial C, detonadores de cobre (ambos de fabricación española) y un sistema que permitió controlar las explosiones a distancia mediante teléfonos celulares.

Los analistas coinciden en sostener que España era el país más vulnerable del 'Trío de las Azores' (en referencia a las islas en las portuguesas donde Estados Unidos, Gran Bretaña y España lanzaron la 'guerra preventiva' contra Irak) para realizar un atentado de esta magnitud.

El experto Piris resaltó que "no hay que perder de vista que existe una amplia red de terroristas islámicos, llámese o no Al Qaeda, que usa o se apoya en grupos locales, como ocurrió con las organizaciones Assirat al-Moustaqim o la Salafia Jihadia en los atentados de Marruecos de mayo de 2003, o como lo hizo en Balí y Turquía, y desde esta perspectiva perfectamente pudo actuar con ETA en Madrid y podrá hacerlo mañana en cualquier país del mundo que cuente con grupos rebeldes, como Colombia con las Farc y el ELN, pues los radicales árabes tienen sobre todo el dinero y la capacidad logística de la cual carecen muchas de estas organizaciones locales".

Pero más allá de quien resulte señalado por las investigaciones, todos los consultados por SEMANA puntualizaron que la amenaza del terrorismo con grupos locales o con alianzas internacionales tiene ahora un "cubrimiento global" y que este peligro se ha acentuado en la misma medida en que los gobiernos de los países más desarrollados "han puesto la seguridad nacional en el tope de su agenda política".

En ese mismo sentido, los analistas sostienen que, independientemente de quien los haya llevado a cabo, este tipo de operación corresponde al terrorismo de nuevo cuño que se impone en la era de Al Qaeda. Se trata de la influencia del 'efecto World Trade Center', un salto cualitativo por el que los golpes pequeños ya no son efectivos y por el que los grupos terroristas deben disparar alto para mantener su influencia.

En ese sentido, esté o no el líder de Al Qaeda, Osama Ben Laden, tras los atentados, lo cierto es que su figura gravita sobre este terrorismo de proporciones apocalípticas. Ben Laden se encuentra escondido en alguna montaña asiática, su organización funciona de modo descentralizado y pocos creen que pueda haber estado directamente tras los atentados. Pero los analistas coinciden en que la influencia de saudí gravita sobre los actos de terrorismo que se han vivido en el siglo XXI, ese del que nadie ni ningún país puede considerarse exento. Porque nadie está hoy a salvo.