Editorial
A los lectores
El 2002 fue un año de ruptura en la historia de Colombia. Ocurrieron varios hechos significativos que permiten decir que todo cambió para que todo no siguiera igual.
El 2002 fue un año de ruptura en la historia de Colombia. Ocurrieron varios hechos significativos que permiten decir que todo cambió para que todo no siguiera igual.
La llegada de Alvaro Uribe al poder es un fenómeno político. Por primera vez en la historia de Colombia es elegido un disidente de los partidos tradicionales. Su popularidad seis meses después de haber sido elegido tampoco tiene antecedentes. Y mucho menos su particular manera de hacer política que ha logrado sacar adelante en el Congreso -sin acudir a las maromas clientelistas- medidas que hacía años el país necesitaba.
Para ello jugó a su favor que el país reconociera que había llegado a su límite de sostenibilidad económica. Si bien el famoso adagio de que el país va mal pero la economía va bien había dejado de ser cierto hace ya unos años, en éste se volvió evidente para todo el mundo que el país colapsaría en cuestión de meses si no se actuaba rápido y acertadamente. El Titanic, el iceberg, el timonazo ingresaron a la jerga de los economistas, y también de los políticos que se tomaron a pecho la aprobación de reformas impopulares como la laboral y la pensional.
En Colombia todos los años suceden hechos de guerra que conmueven y escandalizan al país. Sin embargo 2002 arrancó con la ruptura del proceso de paz con las Farc y, con ello, el conflicto entró en una nueva fase. La guerra llegó a las ciudades. Los combates en la comuna 13 de Medellín, el secuestro de los 12 diputados en Cali -aún en poder de la guerrilla- y los atentados del 7 de agosto al Palacio de Nariño dejaron claro que la amenaza del 'Mono Jojoy' de dejar el monte sólo para las culebras y las dantas iba en serio.
La guerrilla, como en una profecía autocumplida, apeló sin agüero al terrorismo. Ese esfuerzo que realizaban antes -con frecuencia insuficiente, es cierto- por distinguir entre objetivos militares y civiles se perdió este año. Aunque difícilmente se podría argumentar que destruir un pueblo o realizar pescas milagrosas no es terrorismo, en 2002, las Farc se metieron de lleno a atacar infraestructura, secuestrar personalidades políticas, amenazar autoridades locales y detonar cadáverbombas, carrobombas, bicibombas, maletínbombas y demás variantes que en la época del terror volvieron tristemente célebre a Pablo Escobar.
El otro hecho sin precedentes que le cambia la naturaleza al conflicto es que Estados Unidos comenzó a desempeñar un papel clave ya no sólo por medio de su apoyo militar al Plan Colombia sino a través del pedido en extradición a Carlos Castaño, a Salvatore Mancuso y a miembros de la cúpula de las Farc. Esto altera la dinámica del conflicto con consecuencias que aún son difíciles de prever, pero que ya surten su primer efecto: las autodefensas buscan una negociación con el gobierno de Uribe.
Esta no es la primera vez que un gobierno habla con los paramilitares pero sí es la única en que lo ha hecho de manera oficial y con perspectivas de llegar al fin de ese proyecto armado, una de las pocas buenas noticias de orden público en el año.
Aunque, como siempre, las mejores noticias se dieron en el campo de la cultura y el deporte. Shakira, Carlos Vives y Juanes ingresaron a las grandes ligas internacionales de la música. Cantantes populares como Petrona Martínez y Pablo Flórez también cosecharon sus primeros éxitos mundiales. Y Gabo publicó sus memorias, que son también las de este país. Juan Pablo Montoya atormentó al líder mundial de la Fórmula 1, Shumacher, más que en cualquier otro año, Santiago Botero ganó el Campeonato Mundial de Ciclismo y el equipo colombiano de patinaje se anotó 11 medallas de oro.
De otra parte, el panorama internacional estuvo marcado por la política exterior de Estados Unidos pos-11 de septiembre. La potencia hegemónica volteó la mirada a Afganistán, Irak, Indonesia y el conflicto árabe-israelí mientras en América Latina 2002 se convirtió en un "annus horrobilis". Las crisis políticas y económicas acompañaron a prácticamente todos los países de la región: Argentina lucha por salir del hueco; Venezuela termina el año en huelga general y sin perspectivas de solución; Ecuador estrenará presidente ex golpista mientras que Brasil le da la bienvenida a 'Lula' da Silva en medio de temores sobre la economía.
SEMANA recoge todas estas tendencias -las positivas y las negativas- en este especial de fin de año para que durante las próximas dos semanas los lectores puedan procesar y entender lo que ocurrió en 2002. No ya sólo los eventos que fueron noticia sino los procesos que los subyacen y que engendran lo que seguramente traerá el próximo año.
Esperamos que esta revista de colección será la primera de una enciclopedia periodística del acontecer de Colombia. Siempre se ha dicho que el periodismo es el borrador de la historia. Sólo deseamos que a éste únicamente le falte la revisión final que hagan las próximas generaciones.