Familias completas abandonan sus viviendas con rumbo a otras zonas de Somalia o a países vecinos en busca de agua, comida y ayuda.
La Unicef calcula que en Somalia, Kenia y Etiopía, países parte del Cuerno de África, hay 2,3 millones de niños con desnutrición severa.
Cerca de 780.000 niños morirán de hambre si no reciben ayuda. Según la Unicef, "estamos en la peor crisis alimentaria de los últimos años".
La sequía y la guerra en Somalia han desatado la peor hambruna de las últimas décadas.
La Unicef pidió a sus miembros 900 millones de dólares para ayudar a Etiopía, Kenia y Somalia, pero sólo se ha financiado menos de la mitad.
La ayuda humanitaria que llega no es suficiente. Terroristas del grupo Al-Shabab, vinculado a Al Qaeda, bloquean el suministro.
Según datos divulgados por ACNUR, más de 800.000 somalíes están fuera de su país: el 90 por ciento de ellos ha huido hacia Kenia.
Tropas del Gobierno Federal de Transición somalí patrullan la ciudad fronteriza de Dhobley, en Somalia.
Los animales mueren en el camino por falta de agua y alimento.
La falta de coordinación de las ONG evita que la ayuda humanitaria llegue a toda la población que la necesita.
Adán Ibrahim de Somalia es consolado por su padre, Ibrahim Abdulle, después del tratamiento en el Comité Internacional de Rescate.
Un niño mira una tumba en la que reposa el cuerpo de un niño que murió de hambre. Está enterrado en la ciudad de Dadaab, Kenia.
Los niños son las víctimas de la sequía más fuerte de los últimos 60 años y de la guerra interna en la que vive Somalia.
Somalíes se instalan en un refugio improvisado en Iffou 2, un área destinada para la expansión de los campos de refugiados.
La Unicef ha advertido del riesgo que tiene los niños de los refugios, muchos de los cuales han sido reclutados por grupos terroristas.
Somalia vive desde hace dos décadas en un conflicto interno que agudiza el problema de hambre de la población.