Desde la semana pasada, con la publicación de la carta de Daniel Álvarez Mikey, hijo de Fanny Mikey, la discusión sobre el estado financiero y administrativo del Teatro Nacional y el Festival Iberoamericano de Teatro, ha sido mencionada varias veces. ¿Cuál es la verdadera situación de ambas instituciones?
Las dos instituciones están vivas y llenas de posibilidades que esperamos potenciar con un trabajo más estrecho y armónico. Cada organización trae distintas cosas a la mesa: el Teatro trae una infraestructura importante, una organización administrativa, comercial y técnica y un prestigio a nivel de Bogotá; y el Festival, por su parte, una importante capacidad de programación con sólidas relaciones, una nueva manera de mercadear y de comunicar y un prestigio bien ganado a nivel de la ciudad, del país y del mundo.
El reto es mantener las dos instituciones pero explotar, para bien de nuestro público, las sinergias que permitan a ambas desarrollarse y ser exitosas en lo que hace cada una.
Una crítica que se le ha hecho al Festival es que ha sido muy difícil que se organice administrativamente, ¿qué tan cierto es eso?
Es verdad ha sido muy difícil por las circunstancias en que asumí la Dirección del Festival y por las mismas condiciones en que se desarrolla nuestro trabajo. En el 2009 me tocó crear una estructura de afán para realizar el Festival del 2010 pues no pude contar, como pasaba con Fanny, con todo el andamiaje del Teatro Nacional. Cada dos años crecemos como la espuma en un período de 4 a 6 meses y luego nos desinflamos en los dos que siguen al evento. El objetivo es desarrollar eventos que nos permitan sostener una estructura administrativa y comercial adecuada apoyándonos en la del Teatro.
Es verdad que se hizo una modificación estatutaria, como dice Daniel Álvarez, sin siquiera consultarle. ¿Se fusionarán las dos instituciones?
Las modificaciones estatutarias hasta donde entiendo se discutieron durante meses en reuniones de las Juntas Directivas de las dos organizaciones a las que Daniel debió asistir.
Cómo dije antes las dos organizaciones tienen fortalezas que se complementan pero los objetivos estratégicos de una y otra son diferentes. Esto hace que sea muy positivo que trabajen de la mano pero que se mantengan como entidades individuales.
Cuál es la nueva organización que ustedes están planteando hacia el futuro. ¿Están en riesgo los teatros como se ha dicho?
La nueva organización en lo fundamental le quita el carácter vitalicio a los directores y a los miembros de las Juntas de las dos entidades y crea un Comité de Programación actuante que no existía en el Teatro Nacional.
El Teatro Nacional tiene hoy activos por más de 19.000 millones que incluyen otros bienes además de los teatros. Como cualquier empresa, sea cultural o no, el funcionamiento y el crecimiento se apalancan mediante financiación que normalmente se obtiene de entidades bancarias que para otorgarlo exigen un respaldo que garantice el pago de la acreencia. Los teatros, por razones legales que no vale la pena ahondar, no pueden ser hipotecados. Y, por ser el corazón de la organización y su razón de ser, no pueden ser vendidos. Por lo tanto no, no están en riesgo.
¿Cuánto vale hacer el festival Iberoamericano de Teatro? ¿Cuál es el apoyo del Gobierno Nacional y cuál el del Distrital?
Hacer el Festival vale alrededor de 30.000 millones de pesos. Los aportes desafortunadamente varían de Festival a Festival, este año el aporte de la Nación fue de 2.300 millones (7,67%) y el del Distrito Capital de 3.000 millones (10%). Lo que significa que entre los dos aportaron menos del 20%.
La ministra de Cultura, Mariana Garcés, dijo en una entrevista radial que tanto ella como personas cercanas a Fanny Mikey se habían ido de la junta por un manejo poco claro por parte suya, y de los miembros activos hoy, ¿qué puede responder a esto?
Todas las personas que estaban en la Junta en el momento en que se produce la salida tanto de una como de los otros eran cercanas a Fanny, a excepción de la Señora Ministra. No sé si ella lo recuerda pero la salida no se dio en el mismo momento ni por las mismas causas aun cuando si por el mismo motivo: no estar de acuerdo con las políticas y ejecutorias del Festival.
La claridad es cuestión de punto de vista, pero para los miembros de la Junta que se quedaron y para mí los manejos fueron claros en especial los que tenían que ver con los dineros públicos. Y en esto coincidieron los organismos de control del Estado que aceptaron las cuentas presentadas por el Festival sin ningún tipo de glosas.
¿Usted cree que el poder cultural es hereditario? ¿Qué puede decirle a quienes piensan que se sacó injustamente al hijo de la creadora de una institución tan respetable para todos los colombianos como el teatro y el festival?
No sé exactamente a que se refiere con el poder cultural, lo que si tengo claro es que las cualidades que distinguen a una persona y que la llevan a tener algún tipo de poder no son en general heredables aunque muchas personas crean, de manera ingenua y guiadas por el cariño por ambos, heredante y heredero, que sí lo son. Si eso fuera así de automático los grandes escritores de hoy serían los tataranietos de Shakespeare y los grandes científicos los nietos de Einstein. Para fortuna de la humanidad eso no ocurre de manera automática, la gente que quiere heredar cualidades tiene que estudiar y trabajar, sobre todo esto último.
Quienes no están de acuerdo con la salida de Daniel deben elevar esa pregunta a los miembros de la Junta. Respeto las decisiones de la Junta pero no hago parte de la misma, por lo que solo puedo decir que la decisión de la se tomó con un solo objetivo: consolidar y desarrollar el Teatro Nacional y el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
En la carta abierta que desencadenó este debate, se dice, con razón, que tanto el teatro como el festival le pertenecen a las comunidades, y en esa medida ustedes deben responder por sus actuaciones y ser claros con el país: ¿está en riesgo el Festival de Teatro como dijo la Ministra de Cultura en la radio?
El Festival ha estado en riesgo desde su primera edición, pues cada edición implica un gran esfuerzo organizativo y financiero. Ahora bien, el que esté en riesgo no significa que no se realice. Cada vez que cerrábamos una edición del FITB, Fanny nos decía que era el último. Pero ella completó once ediciones y este año, quienes recibimos el legado, después de realizar la XII, XIII y XIV completamos la edición número XV y empezamos ya la preparación de la número XVI. El Festival está en riesgo pero se va a hacer porque, como bien dice usted, es de la gente y para la gente.
Usted ha sido una persona que conoció como nadie a Fanny Mikey, ¿qué piensa de esta pelea de poder que desencadenó su fallecimiento en 2008?
Fanny, con razón, se creía inmortal. Por ello nunca previó lo que pasaría cuando falleciera pues era algo que no iba a ocurrir. La falta de un plan de sucesión se presta en esta como en cualquier otra organización para que muchos, y me incluyo obviamente, creamos que tenemos la capacidad para liderarla. Esto se hubiera solucionado de manera rápida de haber existido una sola junta o hubiera habido unanimidad en las dos juntas, la del Teatro y la del FITB.
Ese pecado original se ha prolongado hasta hoy cuando muchas personas, huérfanas de poder, ven en cada crisis de las dos organizaciones oportunidades para recuperar el tiempo que consideran erróneamente perdido. ¿Qué pienso? Lamento que esas personas vean tanto al Teatro Nacional como al Iberoamericano como cotos de caza y no como organizaciones a las que apoyar desde sus actuales posiciones de poder.
¿Qué piensa de las críticas que ha recibido como por ejemplo la alianza de hace dos años con el diario El Tiempo; o el retiro del Ministerio de la junta en 2012; o la idea de que quienes la eligieron se equivocaron en hacerlo?
Las críticas vienen a camionadas por lo que vamos por partes. La alianza con El Tiempo fue muy importante por varias razones: primera, nos permitió hacer el XIV FITB con un importante aporte en temas de patrocinios y de respaldo; segunda, durante ambos festivales pero especialmente en el último tuvimos un cubrimiento periodístico excepcional y un buen plan de medios; tercero, los problemas que se presentaron durante el XIV Festival con empresas de terceros se resolvieron de manera pronta y expedita.
La salida de la Ministra de la Junta la lamentamos en su momento pero ella tuvo razones que no compartimos pero que respetamos.
Hasta donde se quienes me eligieron no han dicho que se equivocaron al hacerlo, al menos no la mayoría de quienes votaron por mí. La referencia debe ser a quienes apoyaron mi elección. Mi única defensa son cuatro ediciones del Festival que habiendo tenido problemas financieros, lo que no me deja contenta, sigue siendo el evento cultural más importante del país y uno de los tres festivales más grandes del mundo. A las distintas ediciones han venido los grupos de artes escénicas más grandes del mundo y el público bogotano los ha podido disfrutar en unas condiciones excepcionales.
Esa labor y poner en alto el nombre de mi ciudad y de mi país me llenan de orgullo, lo que me hace lamentar aún más que algunos de los que me apoyaron no vean estos hechos de la misma manera y compartan este orgullo.
¿Qué piensa de que la cultura en Colombia se discuta en público como un asunto personal y no colectivo? ¿Ha pensado en dar un paso al costado?
La vida me ha demostrado que los cambios en las instituciones culturales exitosas, que convocan a un gran público como las dos que fundó Fanny siempre generan controversias. Para nuestra fortuna se desarrollan hoy con palabras y no con balas o bombas como ocurrió en el primer Festival. Idealmente, una vez pase la fase de controversia y las decisiones queden en firme, las partes hagamos a un lado las animadversiones y nos pongamos a trabajar en el desarrollo y crecimientos de una industria tan importante para Colombia como es esta de la cultura.
Muchas veces he pensado dar un paso al costado y la Junta sabe que mi cargo está en sus manos. Por ahora tengo varios temas por resolver antes de poder dar ese paso con tranquilidad.
Se ha puesto en juicio la calidad del Festival, y eso parece discutible. ¿Cuál es el balance que ustedes hacen de estos tres festivales que han organizado?
Aunque parezcan solo tres, en realidad son cuatro los festivales que he dirigido: 2010, 2012, 2014 y 2016. El balance lo dejo en manos de los artistas, del público y de los medios: primero, a Bogotá siguen llegando cada dos años los grandes grupos y artistas del mundo. En esta ocasión vinieron entre muchísimos otros dos grandes directores, Peter Stein y Tomás Ostermeier, y una maravillosa actriz, Nuria Espert, que desde la época de Fanny queríamos traer al Iberoamericano. Además presentamos 114 obras de artistas nacionales y realizamos VIA donde estimamos se cerraron negocios por 1.700 millones de pesos con programadores internacionales; segundo, el público bogotano quiere ver buen teatro y rodea el Festival. La ocupación de las salas superó el 80% en espectáculos internacionales y llegó al 74% en los nacionales, dos niveles de ocupación que superan los de la mayoría de los festivales de teatro del mundo. Lo anterior se logró gracias a un cambio en la manera de relacionarnos y comunicarnos con nuestro público; y tres, el cubrimiento que la prensa, la radio, la televisión y los medios digitales hicieron del XV FITB ha sido valorado en más de 15 mil millones de pesos por una compañía especializada.
Si a los artistas, al público, a los medios e internacionalmente tiene tanto prestigio y les gusta tanto el Festival debe ser que algo estamos haciendo bien.