| Foto: Ministerio de Cultura

ANTIOQUIA

Tecnología paisa para desactivar campos minados

Ruta N, en Medellín, ha potenciado el esfuerzo que por años han hechos universidad, empresa, Estado para mitigar los daños que han dejado las minas antipersonal en Antioquia.

8 de febrero de 2016

Antioquia es el departamento con más víctimas de minas antipersonal en el país. El 22 por ciento de los colombianos que cayeron en estos artefactos nacieron en estas montañas que han sido sembradas de artefactos explosivos, por los actores del conflicto armado.

El norte del departamento —Santa Rosa de Osos, San Pedro de los Milagros, San José de la Montaña, Donmatías, Entrerríos, Belmira, Carolina del Príncipe, Gómez Plata, Yarumal, Angostura e Ituango— es la subregión donde más se concentran las víctimas, por algo en la vereda El Orejón, de Briceño, se concentran los esfuerzos de la mesa de paz de La Habana por hacer un primer desminado en el que trabajan soldados y guerrilleros.

Lo que no se ha dicho es que todos los instrumentos utilizados en esta labor son de mano de obra paisa y surgen de un trinomio que en este lado de Colombia, al parecer, funciona bien: universidad, empresa, Estado.

Desde el año 2000, cuando el conflicto alcanzaba su punto más alto en beligerancia y caída de víctimas civiles, se creó un ecosistema de ciencia y tecnología para que investigadores y maestros se concentraran en crear soluciones para atender integralmente a las víctimas y, además, desminar campos completos.

La idea empezó en la Universidad Eafit y la empresa Industrias Marte, luego se unieron la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Nacional Sede Medellín, la Universidad de Antioquia y las empresas Minepro, Anditel, Telemap, y apoyo de ISA. Al consolidarse el proyecto se unieron el Ejército, la Policía, la Gobernación de Antioquia, la Alcaldía de Medellín. Todo eso ahora concatenado con Ruta N.

Entre otras cosas, se ha creado un mapa de ruta para desarrollar soluciones tecnológicas para predecir dónde están las minas y cómo se pueden desactivar; tener seguridad en el lugar de trabajo y que el procedimiento no aumente los riesgos de accidentes, esto con un monitoreo constante en tiempo real; el último paso de la ruta es la teleasistencia a víctimas.

Para Jorge Iván López Jaramillo, investigador y docente universitario, dedicado desde hace 25 años a la investigación del desminado y atención a víctimas por explosión, y que hace parte del ecosistema, “esta ruta de atención es el capital más importante que tiene el departamento”, aunque aclara que lo que se ha hecho no es poco: “La tecnología que están usando en este momento en El Orejón es toda de este equipo de trabajo”.

Entre los productos desarrollados —y por desarrollar, ya en una fase muy avanzada— están el modelo de teleasistencia, que tiene una prueba piloto funcionando; el modelo de desminado y rehabilitación mediante el uso de caninos, que desarrollaría con modificación genética; el sistema robótico con eletromiografía de superficie, con lo que se detecta actividad eléctrica en la tierra; y un sistema de entrenamiento a través de las TIC. Además, se han desarrollado todo tipos de elementos de protección como chalecos, barreminas, sensores de fibra óptica, entre otros.

Y no todo es para el trabajo de campo. El ecosistema se ha preocupado por la atención a las personas que ya han caído en una de estas minas, por lo que se han concentrado en el desarrollo de mejores prótesis o de sistemas robóticos que permiten estudiar el cuerpo de los afectados para optimizar la rehabilitación.

Todos estos avances se han hecho pensando en el territorio colombiano, y algunos cuentan con el apoyo del Sistema General de Regalías, aunque no es suficiente. Uno de los temores que tienen los investigadores es que, una vez firmado un acuerdo en La Habana, y empiece a llegar el dinero para el posconflicto, algún político salga de compras por el mundo a buscar tecnología sin saber que aquí ya hay mucho trabajo en el tema.