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ANÁLISIS

Policía en la mira de las redes sociales

Lo ocurrido entre miembros de la Policía y periodistas del canal CityTV puede marcar un punto de quiebre en la relación entre los uniformados y los ciudadanos hiperconectados.

7 de agosto de 2016

Estupefactos quedaron varios de los asistentes de la ciclovía nocturna que transitaban por la estación de Transmilenio Museo Nacional, el pasado jueves. Frente a sus ojos un grupo policías agredió con puños y patadas a unos periodistas que, según los relatos, intentaban registrar con sus cámaras la captura de un presunto delincuente en el lugar.

En la condenable escena hubo dos reacciones por parte de los testigos. Por un lado estuvieron quienes trataron de defender a los comunicadores y por el otro estuvieron quienes empuñaron su celular inteligente para grabar todo lo que sucedía. Las imágenes son de no creer. Los mismos transeúntes que se encontraban en el lugar se las ingeniaron para tratar de separar a los policías que agredían a los comunicadores del canal privado de Bogotá.

La explosión mediática para la Policía Nacional se generó en la mañana del viernes. Los usuarios no tardaron en publicar los videos en sus perfiles de redes sociales y compartirlos en páginas que se especializan en mostrar secuencias de violencia en la ciudad. Lo que siguió ya es un modelo conocido: los usuarios se fueron lanza en ristre contra las autoridades, cuestionando el comportamiento agresivo de los uniformados.

Sin embargo, la tendencia de grabar las actuaciones de la Policía no es nueva. Los ciudadanos han encontrado en los celulares una forma más que de registro de defensa contra posibles abusos de la autoridad. Ahora, cada que existe una desavenencia con policías, los usuarios dejan el registro para luego exponerlo en las redes sociales.

Para las autoridades esto se ha convertido en un arma de doble filo. Aunque es cierto que las redes sociales pueden ser una tribuna que mejore el comportamiento de las autoridades y mejore sus procedimientos con los ciudadanos, también es cierto que estas plataformas sirven para descontextualizar y promover los mensajes de odio contra las instituciones.

En redes como Facebook existen páginas casi que especializadas en mostrar enfrentamientos entre ciudadanos y policías. Los motociclistas y los conductores se llevan el primer lugar en el ranking de los videos.

Ante esto, la respuesta oficial es casi siempre la misma: en cada caso se abre una investigación y se determina el grado de responsabilidad de los involucrados.

La supervisión de las redes sociales sobre los policías tiene un lado oscuro. Es usual que las publicaciones no tengan contexto y se vea sólo una de las ópticas de lo que ocurre. Para completar, los comentarios casi que por costumbre están en contra de las autoridades. Todo esto hace que para la Policía, las redes sean todo un campo minado.

Entre la censura y la transparencia

Lo ocurrido con los comunicadores de CityTV luce como un punto de quiebre en la relación entre uniformados y ciudadanos. Darío Restrepo, director City, calificó de “imperdonable” lo que había ocurrido y aprovechó para aplaudir la reacción de los transeúntes y la posterior publicación.

La polémica por las publicaciones contra la Policía se reavivó. Desde ciertos sectores oficiales se cuestionan los beneficios de tamaña supervisión contra los uniformados. Pero este tipo de preguntas siempre llevan un dejo de censura.

En su momento, el propio presidente Santos había señalado los peligros de los videos y las redes sociales. El mandatario sorprendió a todos al pedir que se prohíba la publicación de videos con contenidos de delitos.

El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, también había sido partícipe de la controversia. Villegas soltó una frase que prendió la mecha: "Las redes sociales son armas de guerra”. Indicó, además, que "es necesario un gran debate mundial sobre la regulación de las redes sociales”.

La polémica quedó instalada y como era de esperarse fueron más las voces opositoras que ligaron la propuesta del ministro con “la censura oficial”. Sin embargo, el ministro planteó una realidad: las redes se han convertido en un peligroso amplificador para los delincuentes.

Lo cierto es que los uniformados de la Policía, en las calles tienen no sólo la responsabilidad de comportarse lo mejor posible ante los ciudadanos sino que además tienen la presión de los videos en las redes, donde van perdiendo por goleada la batalla por el cariño de los colombianos.