El trabajo de los astronautas una vez llegan al espacio exterior es, para muchos, la ocupación ideal; viajar y ver la Tierra desde afuera, con gravedad cero, parece ser algo muy emocionante, pero, pasar meses en pequeños cubículos y adaptarse a una nueva cotidianidad alejada de actividades tan comunes como practicar algún deporte o beber una cerveza pueden llegar a hacer mucho más larga la espera para volver a casa.
Precisamente, esta última actividad es una de las que más curiosidad despierta entre quienes siguen de cerca la vida de los astronautas, pues han surgido las dudas sobre por qué no pueden consumir bebidas alcohólicas y qué les sucedería en caso de hacerlo.
Lo primero que hay que decir es que el efecto del licor en los tripulantes espaciales es el mismo en tierra que fue de ella, por lo que esta no es una razón de peso para haberlo prohibido; el principal argumento es que tiene estas bebidas tienen alcohol, elemento bastante volátil que puede poner en riesgo su integridad y la seguridad de los equipos y aparatos que los acompañan en cada misión.
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Pero no solo son las bebidas alcohólicas las que están prohibidas por este motivo; las restricciones también aplican para cualquier fluido que contenga alcohol en su composición, como perfumes, enjuagues bucales, lociones o cremas para afeitar.
Aunque la seguridad es lo primordial, la responsabilidad es otro de los factores que llevaron a instaurar esta prohibición desde los años 70, pues si en la tierra no se le puede prestar el volante a alguien que haya consumido algún tipo de bebida alcohólica, mucho menos se le puede permitir esto al alguien que puede arriesgar una estación espacial avaluada en miles de millones de dólares.
“No permitimos que los conductores de automóviles o los pilotos de aviones estén borrachos y a cargo de sus vehículos, por lo que no sorprende que las mismas reglas se apliquen a los astronautas dentro de una estación espacial de 150.000 millones de dólares”, explicó Daniel Huot, portavoz del Centro Espacial Johnson de la NASA.
Aunque han existido intentos por permitir esta práctica, diferentes consideraciones han llevado que se siga manteniendo. En 2066 se contempló la idea de llevar champaña, pero era algo que representaba un peligro mayúsculo, pues, al ser una botella presurizada, podría tener un comportamiento no controlado y poner en riesgo la misión.
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La propia Nasa también ha indicado que el consumo de cerveza en el espacio es algo improbable gracias a que en el espacio exterior las burbujas carbonatadas no subirían a la parte superior de la cerveza, por lo que los astronautas consumirían una mayor cantidad de gas provocando eructos molestos y reflujo ácido severo.
Pese a las prohibiciones y a los controles, algunos astronautas han roto las reglas y han podido llevar licor a bordo de las naves. En 1997, por ejemplo, en la nave Mir, se llevó a cabo la ‘fiesta del coñac’ una celebración de la que se tomaron algunas fotografías que años más tarde obtuvo la cadena NBC News.
Según el libro Alcohol en el espacio, de Chris Careberry, los astronautas se valieron de falsos libros, algunos jugos y trajes espaciales para lograr camuflar el coñac que días después consumieron fuera de la Tierra.
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Por ahora, los protagonistas de los viajes espaciales tendrán que seguir trabajando sobrios mientras esperan a su regreso a la tierra para poder brindar y disfrutar de una cerveza o de una buena copa de champaña, ya que mientras están en órbita no lo pueden hacer. Habrá que esperar si esta restricción se mantiene vigente para los vuelos turísticos que planea Sapce X al rededor de la Luna, cuerpo celeste al que le cabría un buen brindis con vino.