Desde su creación, el programa espacial de India ha lanzado 100 misiones. | Foto: A.F.P.

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Las nuevas potencias tecnológicas mundiales

Corea del Sur, Israel e India lograron, en menos de 50 años, competir en el mismo nivel con los países desarrollados en la ciencia y la tecnología. ¿Cómo lo hicieron y qué puede aprender Colombia de estas experiencias?

19 de marzo de 2016

Hace medio si-glo, pocos hubieran creído que Corea del Sur se convertiría en una potencia de la tecnología y de la industria automotriz; que investigadores israelíes pertenecientes a la Universidad de Jerusalén, al centro Technion y al InstituteWeizmann ganarían en una década tres Premios Nobel en Química; o mucho menos, que India lanzaría desde la década de los noventa más de 100 misiones espaciales entre la que se encuentra la sonda Mangalyaan, que orbita Marte.

Lo increíble es que antes de la Segunda Guerra Mundial no existía ninguno de esos Estados. Corea era colonia de Japón e India del Imperio británico, mientras el territorio que hoy ocupa Israel estaba en disputa. Después del conflicto global, Corea del Sur libró una guerra con la del Norte que aún no se resuelve. India, siempre en tensión con Pakistán, vive un enfrentamiento interno entre hinduistas y musulmanes. E Israel, proclamado en 1948, tiene un conflicto permanente con los palestinos que está lejos de finalizar.

¿Cómo lograron estos tres países, a pesar de sus problemas, convertirse en potencias tecnológicas? La gran mayoría de los expertos han concluido que si bien cada caso tiene sus particularidades, los tres tenían voluntad política para destinar los recursos que necesitaba la investigación en ciencia, tecnología e innovación (CTeI), y para construir una institucionalidad que permitiera una continuidad de las políticas relacionadas con el desarrollo tecnológico.

Las cifras son dicientes. Según el Banco Mundial, entre la década de los noventa y 2015, Corea del Sur e Israel aumentaron casi en dos puntos porcentuales del PIB sus inversiones en investigación y desarrollo, al pasar de, en promedio, 2,4 al 4,5. Incluso, ambos países en la actualidad destinan más recursos para CTeI que Alemania, Estados Unidos y Japón.

Según Linsu Kim, presidente de la Sociedad Coreana de Gestión del Conocimiento, en un principio el Estado participó fuertemente en el proceso de industrialización a través de la innovación. Además de invertir grandes cantidades de dinero en investigación, educación y formación, el gobierno creó instituciones y promulgó leyes que favorecieron e impulsaron el desarrollo tecnológico. Por ejemplo, obligó a empresas automotrices como Mitsubishi, que tenían plantas en el país, a transferir tecnología. Es decir, enseñarles a los coreanos sus conocimientos.

Desde la creación de Israel, sus gobernantes siempre han considerado que “la ciencia es más importante que la política”, como dijo Shimon Peres. Por eso, no tuvo nada de raro que el primer presidente del estado israelí fuera Jaim Weizmann, un científico sionista que unos años antes había contribuido a crear la Universidad de Jerusalén. Weizmann y sus sucesores han dedicado parte de los recursos económicos y la diplomacia para financiar a las universidades e institutos del país, a los que les han delegado la resolución de los retos que enfrentan los israelíes, como en la agricultura y la industria militar.

En el caso de India, el Estado fundó durante los años setenta institutos públicos que fomentaron a largo plazo la investigación científica en varios campos del conocimiento, como la agricultura, la comunicación y la astronomía. De esta época proceden organizaciones como la Comisión Espacial y la ISRO (Indian Space Research Organisation, por sus siglas en inglés), protagonistas del exitoso programa espacial indio.

Gracias a los esfuerzos llevados a cabo en los últimos 50 años, y a pesar de las grandes dificultades sociopolíticas por las que atraviesan, estos países no solo tienen un robusto sistema de CTeI, sino que las actividades científicas proveen parte importante de sus ingresos económicos. En Corea del sur, el 27 por ciento de las exportaciones manufacturadas corresponden a productos de alta tecnología, en Israel, el 16 y en India, el 8 por ciento.

En la actualidad, Colombia busca emprender el camino del desarrollo económico por la vía del fomento de la CTeI. Muchos son escépticos de que el país pueda llegar a competir con las grandes potencias mundiales en el campo de la tecnología. Sin embargo, los casos de Corea del Sur, Israel e India muestran que este sueño no solo es posible, sino que se puede lograr en pocas décadas. Colombia cuenta con un gran potencial en CTeI que necesita ser desarrollado mediante una política de Estado basada en inversiones, creación o fortalecimiento de instituciones investigativas e incentivar en la empresa privada la importancia de la innovación. Este sueño requiere un arduo trabajo, pero no es imposible.