Cortesía Señal Colombia

los puros criollos, el fenómeno de la otra tele

A la búsqueda del lugar común

Por: Eduardo Arias. Bogotá

¿Qué nos hace colombianos? ¿Dónde están los símbolos de la identidad nacional? Bajo la conducción de Santiago Rivas, el programa Los puros criollos de Señal Colombia ha logrado lo imposible: responder estas preguntas. Y la crítica y el público lo confirman.

 

 

Desde hace algunos meses Santiago Rivas se ha convertido en una celebridad del underground colombiano. La gente suele pedirle fotos en la calle, manifestarle que “me encantó el del Chocoramo” o “le tengo un tema para su programa”, y saludarlo desde los carros: “¡Buena, puro criollo!”.

Y es que a Rivas lo catapultó un programa de televisión que emite Señal Colombia y que se llama Los puros criollos, una serie de reportajes documentales sobre los símbolos patrios. Pero no solamente se refiere a los símbolos institucionales, como el himno o el escudo. También ha desarrollado capítulos relacionados con las costumbres, los platos gastronómicos y figuras religiosas que han aparecido en el imaginario de los colombianos hasta volverse emblemáticas, como el Divino Niño, la panela y el paseo de olla, y marcas comerciales como Renault 4, chocolatina Jet y Chocoramo.

Ya se han realizado dos temporadas. Este año Los puros criollos ganó dos premios India Catalina, el premio del público en los premios latinoamericanos de la televisión pública TAL y una mención de honor en “Montevideo capital mundial de la cultura”.

Rivas recuerda que el origen del programa fue un especial de la revista Semana sobre los símbolos colombianos en el que una encuesta con los lectores decretó ganador al sombrero vueltiao. Néstor Oliveros, el director de Los puros criollos, agrega que el punto de partida fue “Todo lo que somos”, el eslogan de Señal Colombia, que le sirvió de pretexto para hablar del país y de su cultura a partir de la gente de a pie y tratar de responder si existe ese algo que se conoce como la colombianidad. Él siente que los programas culturales suelen tener un corte o muy académico o muy etnográfico que excluye a un gran número de televidentes. “Yo quería crear un lugar común, no en el sentido de cliché, sino un lugar que nos fuera común a todos, que nos convocara, en el que nos viéramos reflejados y reunidos”. Los realizadores comenzaron a preguntarle a la gente qué los hacía sentir colombianos, ser parte del país. “Qué nos representa a pesar de las marcadas diferencias regionales, de edades, de nivel educativo, de razas, religión o género. Indagar sobre en qué creemos, cómo creamos, somos y sentimos”. El símbolo del programa, un Divino Niño con camiseta de la selección Colombia, sombrero vueltiao y una mochila arhuaca, refleja el sentido de Los puros criollos.

Desde el comienzo, los realizadores encontraron un punto de equilibrio entre el rigor de la investigación y el humor de los parlamentos de Rivas, que evocan vagamente las acrobacias verbales de Martín de Francisco y Santiago Moure en La tele y El siguiente programa. Los puros criollos está hecho a la medida de Rivas, un experto crucigramista de aspecto muy cachaco y bondadoso, pero a la vez un humorista muy ácido, como quiera que trabajó en Parodiario y El pequeño tirano, proyectos de humor político que circularon en internet.

Aunque se tocan temas que pueden ser muy sensibles para amplios segmentos de la población, hasta ahora les ha resultado muy fácil hacer humor con estos temas. “Afortunadamente en Señal Colombia tienen claro que el gobierno y el Estado son dos cosas distintas”, dice Rivas, quien también ha aprovechado para lanzarle dardos a las costumbres regionales y la manera de ser de los ciudadanos del común. “El defecto más grave de los colombianos es el arribismo y por eso le damos duro a todo desde esa perspectiva, que curiosamente afecta a todos los estratos, incluyendo a los de más arriba”.

Néstor Oliveros considera que los temas institucionales u oficiales a veces se vuelven difíciles. “Meterse con el escudo o con el himno nacional es como metérsele a la gente con la mamá”. Pero considera que a la vez es fácil “porque con ese patriotismo que exacerbó Uribe todo el mundo quiere hablar, demostrar su amor por la patria, y de ahí resultan cosas muy simpáticas”.

La espontaneidad es una de las armas secretas del programa. Algunos de los entrevistados ya han sido convocados por la producción, pero varios otros aparecen en el terreno y le dan giros inesperados a los capítulos. Esa flexibilidad nace del espíritu mismo que le ha querido imprimir Oliveros al programa. “Llegamos a mirar, a escuchar y a conversar con la gente para estudiar un poco el potencial que tienen como narradores. Tratamos de que sean ellos mismos quienes decidan hablar sin libreto, sin maquillaje, sin forzar nada”.

Ellos quisieran realizar más temporadas. “Es un compromiso con los televidentes. Es un deber de la televisión pública responder a ese reto, así como crear espacios que nos convoquen y nos reflejen”, dice Oliveros. Hoy están a la espera de la decisión del canal. Y aunque parezca que el tema más temprano que tarde se agota, tienen ochenta y cinco posibles temas en el tintero. Santiago considera imprescindibles la cumbia, el pollo asado, el bocadillo veleño, los amasijos, las peregrinaciones religiosas, el lagarto y los tramitadores. “Este último me lo propusieron por Twitter”. Oliveros señala que en las páginas de Twitter y Facebook? de Señal Colombia han sugerido temas como Kapax, el perro criollo, la gallina criolla y los motes de las ciudades (Bogotá, la Atenas suramericana; Buga, la ciudad señora; Pereira, la querendona, trasnochadora y morena), y el verso criollo, presente en la piquería del vallenato, la trova paisa, el rajaleña tolimense y el contrapunteo llanero. Y remata: “Un símbolo patrio oficial que aún no hemos hecho es la bandera. Es un tema coyuntural en esta época de tanta explotación minera representada en el amarillo de nuestro oro. Es urgente hablar del azul de nuestro mar del que nos acaban de quitar una buena tajada, y del azul godito y recalcitrante de este país. Y por supuesto, del rojo de tanta sangre derramada por nuestros héroes cuando estamos en plenas negociaciones de paz”.