Vacuna covid-19
Vacuna covid-19 | Foto: SEMANA

SALUD

A baja temperatura: el dilema de cómo transportar la vacuna contra covid-19

Para que estas medicinas no se alteren, tendrían que viajar a menos 80 grados centígrados y mantener la cadena de frío hasta que sean suministradas a las personas. Cómo lograr esa hazaña les quita el sueño a muchos.

24 de septiembre de 2020

Las vacunas se perfilan hoy por hoy como la estrategia más contundente en la lucha contra la covid-19, el virus que causa el SARS-CoV-2. Como pocas veces en la historia, la industria farmacéutica mundial está enfocada en desarrollar una en un tiempo récord, mientras el mundo espera con ansiedad que cualquiera de las más de 230 candidatas resulte segura y efectiva.

Por ahora, la llegada de la vacuna ha demostrado ser un proceso dispendioso y lleno de obstáculos. De hecho, la candidata favorita, la que desarrollan en conjunto la Universidad de Oxford y AstraZeneca, ha tenido contratiempos debido a que algunos de los pacientes que la han recibido en los estudios de fase III han resultado enfermos. Aunque encontrar estos efectos secundarios son gajes del oficio que tienen que ser analizados, estos han detenido temporalmente los estudios. Mientras tanto, otras compañías como Moderna han alargado los tiempos de investigación clínica para ir con mayor seguridad. Así, todo indica que la vacuna no llegará antes de fin de año, como se presupuestó en un primer momento, sino que probablemente tarde uno o dos años.

Pero a medida que el tiempo pasa, los expertos piensan en todas las etapas, desde la creación de la vacuna hasta su distribución, con miras a prepararse para cuando una esté lista. Saben que la primera fase es desarrollarla y la segunda encontrar a las personas que la recibirán. Pero hay una tercera etapa que ya se observa en el horizonte y que no parece ser fácil. Se trata del envío de la medicina a los diferentes países, lo cual es un reto, pues tendría que hacerse a temperaturas árticas: -80 grados centígrados, casi lo mismo que se experimenta en medio de un invierno en el Polo Sur.

En efecto, de las tres vacunas que van más avanzadas (en estudios de fase III y II), la de Moderna y la de Pfizer y BioNTech necesitan mantenerse congeladas a esa temperatura debido a que son hechas a partir de material genético que podría destruirse si se llegasen a descongelan. La de Pfizer requiere -80 grados centígrados y la de Moderna al menos -20. Otras, como la de AstraZeneca y Oxford requieren que esté fría, pero no congelada.

Este trabajo no es de médicos, sino de expertos en transporte como UPS, FedEx, DHL y otras que ya cuentan con neveras para proteger los alimentos perecederos que se envían por todo el mundo, así como elementos médicos y otras vacunas como la de la influenza. Pero la capacidad que hoy tienen para este tipo de transporte es muy pequeña para lo que exigiría la vacuna contra la covid-19. ¿Cómo lo lograrán? Es el gran interrogante hoy, pues se requerirá que todos en la cadena, tanto aviones, como camiones y bodegas, cuenten con un tipo de especial de congeladores para que la vacuna no sufra. Aún más, el vidrio en el cual van las inyecciones tendrá que ser resistente a esa temperatura extrema.

El primer problema es que para construir este tipo de neveras se requiere hielo seco, pero resulta que a causa de la pandemia este se ha agotado. La razón es que para hacerlo se necesita dióxido de carbono, el cual se extrae del etanol. Debido a la crisis sanitaria, la gente maneja menos y el etanol, que está atado a la producción de gasolina, no ha alcanzado los niveles de producción para sostener la demanda debido a que el consumo de gasolina también ha bajado.

Según un informe del New York Times, ante la escasez, las principales empresas de envíos como UPS y FedEx están tratando de solucionar ellas mismas el inconveniente. Crear una bodega que garantice estas temperaturas es complejo y, sobre todo, muy costoso. Por eso, UPS piensa tener congeladores altos que puedan albergar hasta 48.000 inyecciones a esas temperaturas. Ya cuentan con 70 congeladores y cada bodega puede albergar cientos de ellos. FedEx, que ya tuvo experiencia en el tema con la vacuna para la gripa H1N1, tiene máquinas que producen hielo y congeladores, pero tendrá que agregar muchos más a su infraestructura, especialmente adecuarlos para que mantengan las temperaturas que exigen los fabricantes de las vacunas.

El otro reto será para los gobiernos, pues tendrán que construir bodegas donde almacenarlas cuando estas empresas las envíen. Algo similar tendrán que hacer para distribuirlas en muchas regiones y que los hospitales las preserven. Y si esto es complicado para países como Estados Unidos, desde ya muchos piensan en lo que pasará en países de ingreso medio como Colombia. Un estudio mostró que la vacuna estará disponible para 2,5 mil millones de personas en 25 países. Partes de África, Sudamérica y Asia, donde estos supercongeladores son escasos, podrían quedar por fuera de la opción de recibirla.

Aunque la vacuna no está lista, los gobiernos ya piensan en este tema, que será tan complicado y costoso como hacer la vacuna.