sexualidad

Activas pero arrepentidas

Un estudio revela que las jóvenes menores de 18 años que son activas sexualmente tienen más probabilidades de deprimirse e intentar suicidarse.

29 de junio de 2003

Sobre los riesgos fisicos de la sexualidad en los adolescentes se ha hablado bastante. Las investigaciones muestran los números de embarazos, abortos, uso del condón, probabilidad de contagio de sida y otras enfermedades de transmisión sexual. Pero muy pocos trabajos se han dedicado a explorar lo que sucede con la salud emocional de las adolescentes que son activas sexualmente. Tal vez el primero es el que hace unas semanas publicó la fundación Heritage, en el cual parece quedar claro que los únicos riesgos no son los fisiológicos sino que tener relaciones sexuales en la adolescencia también incluye un costo emocional muy elevado. El estudio revela que las jóvenes entre 14 y 17 años que ya han iniciado su vida sexual se deprimen más y reportan más intentos de suicidio que quienes se mantienen vírgenes.

La investigación se realizó con datos de una amplia y variada muestra de 6.500 adolescentes de ambos sexos y de diferentes colegios de todo Estados Unidos, que fue establecida para el National Longitudinal Survey of Adolescent Health realizado en 1996. A todas se les hizo la pregunta de si habían tenido relaciones sexuales y se les pidió que clasificaran si habían estado deprimidas alguna vez, muchas veces, todo el tiempo o nunca. La correlación entre sexo y depresión fue más marcada en el género femenino, pues 25,3 por ciento de ellas admitieron estar deprimidas todo el tiempo mientras que sólo 7,7 por ciento de quienes aún no han iniciado su vida sexual han caído en estados similares. Los hombres también lloran, aunque la proporción es mucho menor que la de las mujeres (8,3 por ciento). El estudio mostró que los sexualmente activos se deprimen el doble de los que no han tenido una experiencia de este tipo (3,4 por ciento).

Pero lo más aterrador del trabajo es la revelación de que 14 por ciento de las niñas sexualmente activas tienen un riesgo tres veces mayor de suicidarse que las castas, para quienes el porcentaje fue de 5,1.

Estos hallazgos han sido corroborados por sondeos recientes, como el National Campaign to Prevent Teen Pregnancy, en el cual dos tercios de las jóvenes sexualmente activas que fueron encuestadas admitieron que hubieran preferido esperar más antes de iniciar su vida sexual.

Los resultados del estudio pueden ser interpretados de diferentes maneras. Podría ser que la depresión que experimentaron las jóvenes las haya llevado a iniciar su sexualidad como forma de buscar amor y apoyo y no lo contrario, es decir, que tener sexo a los 14 años las haya conducido directo a la depresión. También habría que analizar si hay abuso de drogas o si las jóvenes que tenían depresión venían de hogares destrozados. Según expertos consultados por SEMANA la depresión podría no tener que ver con el hecho de hacer el amor como tal sino con otros elementos, como la situación socioeconómica de la joven. Según la sicóloga Helena Acosta, de la Fundación Oriéntame, algunas de ellas son presionadas para tener este tipo de relaciones por hombres mayores en ambientes en los cuales existe violencia familiar. "En estos casos lo malo no es la relación sexual sino el abuso de poder que se ejerció para lograrla y en algunos de ellos sí se presentan depresiones, suicidios y promiscuidad", afirma. Pero cuando es una relación sexual consentida entre pares y deseada, según la experta, no se ve que tenga secuelas emocionales. El miedo a posibles embarazos según esta especialista sólo asusta a las jóvenes cuando hay un retraso y aún así lo resuelven. "De resto, creo que para ellas es más duro perder el año o que las deje el amigo que tener una sexualidad activa", asegura Acosta.

Para otros, la aparición de cuadros depresivos puede tener su origen en la falta de herramientas por parte de las jóvenes para lidiar con una relación sexual y todo lo que esto implica, más allá de los posibles embarazos y los posibles contagios, es decir, con las rupturas, con el desamor o infidelidades. "Si no le han enseñado a resolver estos problemas en el momento en que se presenten es posible que haya depresión", dice María Cristina Toro, coordinadora del Centro para Jóvenes de Profamilia. También está la presión del grupo y de la sociedad. Muchas jóvenes no están interesadas en tener sexo aún pero terminan en la cama porque sus compañeras ya lo han hecho. La culpa puede ser un detonante de estos estados emocionales pues la gran mayoría de las niñas que consienten tener relaciones lo hacen a escondidas de sus padres y pueden sentir que en cierta forma traicionan su confianza.

Con lo anterior está de acuerdo Susan Nolen-Hoeksema. En su libro Women who think too much (Mujeres que piensan demasiado) señala que hay algo tóxico para la salud de las jóvenes en las relaciones que establecen con otros pares del sexo opuesto. Según la autora las niñas no hacen el amor por el placer, pues es muy difícil que a esa edad se tengan grandes destrezas como amantes, sino porque sienten que tienen un noviazgo estable y duradero. Mientras para ellas la sexualidad es un factor de unión, para los hombres es un asunto hormonal. En consecuencia, cuando estas relaciones terminan ellas, que han invertido más emocionalmente, tienen mayores dificultades para sanar y olvidar. "El sexo sólo hace más profunda la herida", dice la autora.

La conclusión del estudio es promover la abstinencia, lo cual se entiende si se tiene en cuenta que la fundación Heritage es un think tank de corte conservador. Y aunque podría sospecharse del resultado como una manera de ejercer miedo a esta población, algunos expertos han encontrado que el vínculo entre depresión y sexualidad en la adolescencia es lo suficientemente claro como para tomar cartas en el asunto y advertirles a los jóvenes sobre las consecuencias emocionales. La idea es que al lado de la frase "tener sexo puede dejarte embarazada" se diga "tener sexo puede dejarte con el corazón destrozado".