Desde que era adolescente, Swartz reveló en su sitio web que sufría de depresión crónica. Sus familiares acusan al sistema judicial estadounidense que llevaba un proceso en su contra como los culpables de su muerte, ocurrido el pasado 11 de enero. | Foto: Reuters

INTERNET

Adiós al ‘hacker’ activista

El suicidio de Aaron Swartz, un genio de la informática, causó indignación en las redes sociales. Muchos creen que la persecución del gobierno ante su lucha por el libre acceso ‘online’ influyó en su trágico final.

19 de enero de 2013

“Si algo me llega a pasar, pido que los contenidos de mis discos duros queden a disposición del público en mi página aaronsw.com”. Este testamento fue escrito en 2002 por Aaron Swartz en su sitio web cuando tenía apenas 16 años. Además de presagiar su corta vida, expresaba su mayor deseo: abogar por el acceso gratuito a la información que circula en la web. Un proceso judicial que lo acusaba de fraude informático y lo tenía al borde de ir a la cárcel, podría haber sido el detonante para que su vida terminara abruptamente el pasado 11 de enero, cuando lo encontraron ahorcado en su apartamento de Brooklyn, en Nueva York.


Swartz, considerado un genio, alcanzó su primer logro en 2001, a sus 14 años, cuando creó el RSS, herramienta esencial que permite distribuir contenidos online y ayuda a los usuarios a suscribirse a información y noticias en línea. Luego hizo parte de organizaciones sin ánimo de lucro que ofrecen información gratuita y luchan contra la censura. Además, fue una pieza clave en el lanzamiento de Creative Commons, que promueve derechos de autor flexibles, y dirigió OpenLibrary, proyecto para crear una página web con acceso gratuito al contenido de cualquier libro publicado. 

Fue en este sitio donde, en 2006, publicó el listado completo de los libros de Library of Congress, información por la cual esta biblioteca cobra altas tarifas a los usuarios. Swartz tomó el catálogo digital sin pagar un dólar, gracias a sus habilidades como hacker. Sostenía que como la biblioteca es una entidad del gobierno debía proveer este servicio gratuitamente pues, además, la Ley de Derechos de Autor no cubría al listado. 

En 2009 utilizó un acceso gratuito temporal para tomar 18 millones de páginas de documentos de Pacer, sitio web donde por 8 centavos de dólar los ciudadanos tienen acceso a informes judiciales de los tribunales de Estados Unidos. Sin revelar cómo, esta información fue a dar al sitio web Public Resource, lo cual provocó que el FBI lo tuviera en la mira.  

Dos años después fue arrestado en Boston por fraude informático debido a que obtuvo alrededor de 5 millones de textos académicos de MIT (Massachussets Institute of Technology) publicados en Jstor, una librería digital que ofrece artículos científicos. Swartz los hackeó con el objetivo de publicarlos en una plataforma gratuita, lo que nunca logró. ?En abril de 2013 se iba a conocer el veredicto de su caso. De haber sido encontrado culpable, Swartz habría tenido que pagar hasta 35 años de cárcel, además de 1 millón de dólares. Si bien es cierto que pudo haber infringido la ley y merecía un castigo, los expertos en tecnología consideran que lo trataron injustamente pues “a diferencia de un ‘hacker’, él buscaba globalizar el derecho a la información”, dijo a SEMANA Edgar Bok, psicólogo experto en nuevas tecnologías.  

Sus familiares culpan a las autoridades estadounidenses y al propio MIT del trágico final de Swartz, pues el joven sufría de depresión, lo que él mismo hizo público. Tras su muerte, sus padres presentaron, con las 25.000 firmas requeridas por la ley, una petición a la Casa Blanca para exigir respuesta del gobierno. 

Carmen Ortiz, una de las abogadas del caso, señaló en un comunicado que entendía el dolor y las sospechas “pero la Fiscalía actuó según la ley”. En todo caso, no está claro si el proceso fue el detonante de su trágica muerte o si esta se debió a su condición mental. Para Bok, “el suicidio es la punta del ‘iceberg’ y quedan muchas cosas por revelar. Lo importante es que su caso sirva para reflexionar si compartir información es un crimen”.