ALCOHOLICOS:¿NACEN O SE HACEN?

Viejas dudas en torno al hábito de tomar generan nuevas preguntas sobre el alcoholismo

2 de marzo de 1987

No todos los alcohólicos reaccionan de la misma manera ni necesitan de la misma cantidad de licor para embriagarse, o al menos, para perder el control de sus actos. Para expresarlo de otro modo, no todas las personas tienen la misma tolerancia al alcohol.
¿Por qué estas diferencias abismales en la tolerancia del licor? ¿Por qué el alcoholismo es más visible en unos que en otros? A medida que los estragos sociales producidos por el alcoholismo aumentan en todo el mundo, los médicos y los sicólogos buscan cada vez con más afán las raíces del problema Los primeros afirman que el alcoholismo viene de factores biológicos que vuelven a ciertas personas más susceptibles que otras. Los sicólogos piensan que deben tenerse en cuenta factores ambientales que convierten el alcoholismo en una conducta similar a la de los que apuestan o comen por simple compulsión.
¿Cómo se puede definir el alcoholismo, cómo se puede saber cuándo una persona se encuentra bajo dependencia alcohólica y necesita ayuda inmediata? El "Manual de diagnósticos y estadísticas" de la Asociación Americana de Siquiatras, señala que un paciente cae bajo esta definición cuando consume alcohol de una forma que no se considera normal ni mesurada; cuando los efectos duran más de dos días; cuando se tienen lagunas mentales y problemas con los compañeros de trabajo y familiares; cuando se llega a un grado de tal tolerancia con el alcohol que para lograr los efectos de una embriaguez normal se necesita de grandes cantidades de bebida.
El decano de siquiatría de la Universidad de Kansas piensa que el alcoholismo, o sea, la dependencia alcohólica, puede tomarse como un desarreglo: "Si consideramos esto como un pésimo hábito tenemos que aceptar que biológicamente algunas personas son más propensas a atrapar este hábito que otras". Numerosos estudios demuestran que las personas que tienen un pariente alcohólico, están propensas cinco o seis veces más a adquirir ese hábito de la bebida desmedida que aquellos que no lo tienen.
Sólo un cinco por ciento de los hombres y un uno por ciento de las mujeres sin un pariente reconocidamente alcohólico, caen en esta adicción, mientras entre un 20 y un 25 por ciento de los hombres y un 5 por ciento de las mujeres con parientes alcohólicos, no pueden evitarlo.
Las investigaciones en esa universidad llevan más de quince años y en 1980 sorprendieron con las conclusiones de un estudio conjunto con la Universidad de Copenhague, sobre niños nacidos de alcohólicos y adoptados posteriormente por personas normales cuando tenían seis semanas. Se demostró que el índice de alcoholismo en ellos era tan alto como si se hubieran quedado viviendo con sus verdaderos padres.
Como una prolongación de ese estudio se han realizado pruebas con niños de alcohólicos y no alcohólicos. Después de beber, los electroencefalogramas registraron reacciones opuestas. Los hijos de los alcohólicos produjeron altos niveles de actividad Alpha, la cual está asociada con la serenidad y la tranquilidad, lo que llevó a la conclusión de que algunas diferencias biológicas en los alcohólicos les provoca más placer y alegría que la misma cantidad de alcohol produciría en alguien normal.
Los analistas de estos problemas se han dividido ante la teoría de que los niños que heredan la susceptibilidad biológica están condenados a convertirse en alcohólicos. Muchos afirman que algunos problemas como la pérdida del empleo o un fracaso conyugal puede acelerar esa susceptibilidad.
Un científico de la Universidad de Washington en Saint Louis, hace una distinción muy clara entre el alcoholismo producido por factores genéticos y el que proviene de situaciones ambientales.. El primer grupo se refiere a los hijos de los alcohólicos y el segundo, depende de las relaciones sociales que se van presentando, especialmente en quienes ocupan cargos eJecutlvos.
Otros sicólogos prefieren atribuir las raíces del alcoholismo a causas personales y sociales y no a las biológicas, afirmando que depende de la voluntad de cada uno el convertirse o no en un alcohólico. Pero hay científicos que afirman que el alcoholismo, su predisposición, es un mal que va pasando de generación en generación sin que las víctimas puedan hacer algo por evitarlo.
La clásica pregunta sobre si los alcohólicos nacen o se hacen, sigue en pie: los que defienden los factores genéticos echan mano de algunos ejemplos concretos, como problemas mentales en hijos de alcohólicos. Los otros afirman que el medio social, las actividades diarias, los problemas en el trabajo y la casa pueden hacer surgir la necesidad permanente de embriagarse, o sea que los alcohólicos no nacen, sino que se hacen.
De cualquier manera, heredado o adquirido, el hábito de embriagarse es igualmente problemático. Y en nada alivia el descubrimiento de que existía una predisposición genética para adquirirlo, o que, por el contrario, la culpa la tiene un mal matrimonio.