AMARGO DESPERTAR

Pese a la anestesia general, uno de cada 100 pacientes despierta en plena sala de cirugía.

30 de marzo de 1998

Muchos fueron los mortales que, siglos atrás, tuvieron que someterse a dolorosas operaciones a palo seco y totalmente conscientes, sin más anestesia que un ligero somnífero, un trago de brandy o un golpe seco en la cabeza. Hoy la cosa es a otro precio. Gracias a los adelantos de la ciencia, hay gases y sustancias que se emplean ampliamente en las salas de cirugía para inducir al paciente no sólo a niveles de inconsciencia y amnesia, sino para bloquear el dolor.Sin embargo, pese a que estos efectos se logran en la mayoría de casos de anestesia general, existe un pequeño porcentaje de pacientes que viven experiencias tan aterradoras como las del pasado. De acuerdo con un reciente estudio del médico alemán Dierk Schwender, del Instituto de Anestesiología de Munich, dos de cada 1.000 anestesiados despiertan en mitad del proceso quirúrgico. El paciente puede recobrar la sensibilidad y, por lo tanto, sentir dolor.
En la mayoría de los casos, no obstante, el problema no es sentir el dolor, sino no poder expresarlo. Al estar bajo el efecto de relajantes musculares, estos pacientes no pueden mover un dedo, ni siquiera pestañear, para enterar a los médicos de lo que están sintiendo. Fue lo que le sucedió a Renne Bonnema en julio de 1994, cuando tuvo que someterse a una cirugía para reconstrucción de senos en un hospital de Toronto. Nunca imaginó que despertaría antes de finalizar la intervención."Sentí mucha ansiedad por mi estado prematuro de conciencia. Intenté comunicarme verbalmente o por señas o simplemente abriendo mis ojos, pero fue imposible. Sentí el terror de estar paralizada". La angustia aumentó cuando uno de los médicos preguntó al anestesiólogo por su estado de salud. "La respuesta no fue inmediata. Se demoró tanto que me dio tiempo para pensar que había algo mal".
La experiencia de Bonnema es lo que se denomina en términos médicos como awareness (conciencia). Las investigaciones han demostrado que la viven más los pacientes operados del corazón y en menor proporción mujeres en casos de obstetricia. Pero los científicos aún no se ponen de acuerdo en la frecuencia con que esto puede ocurrir. Mientras unos estudios sugieren que podría ser un paciente de cada 100, otros estiman que la incidencia es del 0,2 por ciento. Aunque este fenómeno ocurre muy rara vez, lo cierto es que cada día preocupa más a la comunidad médica por el incremento de las cirugías en el mundo. Sólo en Estados Unidos, donde se practican 20 millones de cirugías al año, una incidencia del 0,2 por ciento significa, ni más ni menos, que 40.000 casos cada año. El problema podría ser aún mayor si se tiene en cuenta que 65 por ciento de los pacientes no informan a sus médicos sobre esta experiencia. Según el médico Carlos Cuéllar, "no muchos hablan de esto. Sabemos qué sucede, porque los pacientes nos preguntan: '¿Doctor, por qué no me durmieron?".

En duermevela
En las cirugías con anestesia general se aplican tres tipos de drogas. Una que provoca hipnosis, otra que relaja los músculos y una tercera que elimina el dolor. Pero no existe una dosis estándar para lograr cada uno de estos efectos, porque cada persona y cada caso son diferentes y, por lo tanto, exigen cantidades diferentes. Los especialistas saben que los pacientes que por sus condiciones físicas no toleran altas dosis de anestesia, están en mayor riesgo de despertar durante la cirugía. Es el caso de pacientes traumáticos o de mujeres sometidas a cesárea. En estos casos, las dosis deben ser bajas para prevenir que los bebés se afecten con la sedación. También lo explica el médico Vicente Torres, anestesiólogo de la Clínica del Country, de Bogotá: "si el paciente sangra mucho durante la cirugía, se le disminuyen las dosis de anestésicos y eso puede hacer que presente lo que llamamos superficialidad".
Solo en un 10 por ciento de los casos de superficialidad, la persona puede sentir dolor. No obstante, los doctores admiten que aun sin dolor la experiencia del despertar es angustiante. "Estas personas pueden escuchar lo que decimos en la sala de cirugía, en donde uno habla de todo como cualquier profesional en su sitio de trabajo", admitió Torres. De acuerdo con la fundación Aware (Awareness with Anaesthesia Reasearch Foundation), para muchos pacientes esos comentarios pueden ser negativos o incómodos, inclusive humillantes. Jeanette Tracy, una productora de televisión de Dallas, relató que durante una intervención a la que se sometió pudo escuchar a su anestesiólogo decir que tenía un tamaño perfecto de senos. "No me podía cubrir. Era como ser violada o enterrada viva", dijo. Por su parte, otro paciente aseguró que quiso que se lo tragara la tierra cuando, bajo el efecto de la anestesia, escuchó a las enfermeras hacer un chiste sobre el tamaño de su pene.

Una pesadilla
Lo más grave de esta experiencia es que el drama no termina cuando finaliza la cirugía. La mayoría de los pacientes con experiencia de superficialidad en operaciones con anestesia general, resultan luego con problemas de sueño. Los más frecuentes son dificultad para conciliarlo y especialmente pesadillas en las que reviven el sufrimiento de la cirugía. Y no sólo eso, pueden presentar estados de ansiedad durante el día y sentir preocupación exagerada por la muerte.Aunque todavía no hay claridad sobre las razones del fenómeno, muchos especialistas señalan el uso de drogas como un posible culpable. "Es frecuente en pacientes drogadictos y alcohólicos. Estas personas tienen más tolerancia a las drogas y, por lo tanto, las metabolizan con mayor rapidez. Así, el efecto de la anestesia pasa rápido", afirmó el doctor Torres.
Los médicos opinan que en la valoración que hace el anestesiólogo de la persona que se va a someter a cirugía, es clave la información del paciente sobre las drogas que utiliza. Puede ser determinante para prevenir el fenómeno de superficialidad. Pero también es necesario que después de la operación, el especialista haga preguntas al paciente para detectar si vivió o no esa experiencia. De ser así, los médicos pueden iniciar un tratamiento que ayude a superarla. Lo más importante de todo es, sin embargo, que ya se están diseñando equipos de monitoreo para permitir al anestesiólogo determinar si su paciente está sumido en un sueño profundo o si, por el contrario, está oyendo lo que sucede a su alrededor.