Anorexia sexual

La falta de deseo sexual es una enfermedad que afecta a cientos de personas. El sexólogo Patrick Carnes enseña a tratarla a través de 12 pasos.

12 de noviembre de 2001

Una persona puede reconocer que es malgeniada, tacaña, mentirosa y hasta ladrona pero lo que jamás admitirá en público es que su vida sexual es un desastre. En una sociedad en la cual todos se consideran excelentes amantes es inconcebible que alguien no disfrute plenamente del contacto íntimo. Sin embargo este fenómeno es más frecuente de lo que se cree y los terapeutas lo definen como anorexia sexual, un estado obsesivo en que el individuo decide privarse del placer sexual para mantener el control sobre su vida. Bajo la premisa de que nadie se ha muerto por no tener relaciones sexuales los afectados minimizan la dimensión del problema e incluso revisten su actitud con un halo de perfección: “Soy tan bueno que estoy por encima de mis apetitos”.

Este tema llamó la atención del sexólogo Patrick Carnes, quien en su libro Anorexia sexual aborda las consecuencias físicas y sicológicas de esta enfermedad, que es tan grave como el alcoholismo y la drogadicción. Según el autor, uno de los principales errores es creer que los anoréxicos sexuales son personas tímidas y retraídas que no tienen relaciones afectivas ya que en muchos casos los síntomas se manifiestan en personas que tienen parejas estables. Hombres que prefieren llegar tarde a la casa y encontrar a la esposa dormida para no tener que hacer el amor y mujeres que se acuestan con sus parejas sólo para que no las abandonen o para calmarlos cuando están del mal genio demuestran la falta de sinceridad con la que se manejan los encuentros sexuales. Sobre todo porque al reprimir el deseo sexual esa energía encontrará su propia forma de salir a través de las fobias, el alcohol, el juego, las drogas e, irónicamente, en el sexo compulsivo pues lo que avergüenza también atrae. Sólo basta ver a los hombres que les pagan a las prostitutas por realizar prácticas que, por temor, no son capaces de experimentar con sus propias parejas.

Para Carnes el problema radica en la deficiente educación que se recibe desde la infancia. Los padres prefieren hacerse los de la vista gorda y creen que el sexo es algo que les pasa a los hijos de otro y evitan las conversaciones sobre el tema. Ante la falta de interés la persona se da cuenta desde temprana edad que está sola en el descubrimiento de su sexualidad y comienza a creer que nadie la escuchará si habla al respecto. Los vacíos en la comunicación se van afianzando en las primeras relaciones, como lo demuestran los casos de las adolescentes que, ante la presión social por iniciar su vida sexual, pierden la virginidad por salir del paso sin pensar que tienen derecho a vivir una experiencia gratificante.

Pero la anorexia sexual se puede curar. En su libro Patrick Carnes señala 12 aspectos que se deben tener en cuenta para vencer los traumas y tabúes impuestos por la tradición y tener una sexualidad satisfactoria.