Arde París

En plena ciudad luz, los franceses levantan otra torre, esta vez para sacar petróleo.

12 de septiembre de 1988

Cuando los vecinos de Ivry-surSeine empezaron a ver la obra no lo podian creer. Al fin y al cabo, todo podía ocurrir en este suburbio parisino, menos el increíble hecho de que a alguien le diera por buscar petróleo a menos de 10 kilómetros de la Torre Eiffel.
Pero así son las cosas. Si los geólogos de la compañía Elf-Aquitaine tienen razón, París, la ciudad luz, va a añadir el dudoso encanto de tener petróleo a la lista de todas las otras maravillas que ya posee. En cuestión de 15 días, el pozo exploratorio que comenzó a funcionar la semana pasada en Ivry, dilucidará si existe oro negro en el subsuelo parisino.
Esa posibilidad parecía lejana hace un par de años, cuando los ingenieros de Elf comenzaron a hacer pruebas sísmicas en la capital francesa, con el fin de dibujar el mapa geológico de la ciudad. Aunque desde hace rato se sabía que en la zona había indicadores promisorios, eran pocos los que creían que se pudiera explorar petróleo en una ciudad cuyo casco urbano --incluidos los suburbios-- cobija a 10 millones de habitantes.
Sin embargo, las exploraciones iniciales dieron tan buen resultado que la gente de Elf decidió continuar adelante. El mapa geológico indica que hay yacimientos probables en cercanías del sureste de la ciudad y en las áreas que están debajo de los aeropuertos de Orly y Charles de Gaulle situados al sur y al norte de París, respectivamente.
Esa incógnita se despejará a finales de este mes. A pesar del escepticismo general, Elf decidió construir una torre de 45 metros de altura en el área industrial de Ivry, a menos de un kilómetro al sur del Periférico, la avenida circular que marca el límite de París. Si bien la zona escogida no fue la mejor, los ingenieros de la empresa petrolera no tuvieron mucha alternativa. El punto óptimo de perforación quedaba en una zona puramente residencial, donde una obra de esta envergadura habría creado demasiadas molestias. Por lo tanto, hubo que resignarse con un terreno baldio perteneciente a la compañía de electricidad, donde --no obstante-- los obreros no se han escapado de las encendidas miradas que les dirigen los residentes de un par de edificios de apartamentos ubicados al otro lado de la calle. Por más promesas de petróleo, son pocos los vecinos que agradecen el ruido de las máquinas que trabajan 24 horas al día, a lo largo de toda la semana.
Esas circunstancias son igualmente nuevas para los técnicos que están trabajando en el pozo. Acostumbrados a explorar petróleo, ya sea en las ardientes arenas del desierto, en las selvas suramericanas o en la mitad del mar, los ingenieros de Elf no salen de su asombro cuando pueden observar la Torre Eiffel en todo su esplendor desde la plataforma. "Esto sencillamente no es trabajo", confesó uno de ellos al ser entrevistado por la televisión.
Pero si esa circunstancia es nueva, también lo es el hecho de tener que adaptar la tecnología existente para poder explorar petróleo en zonas urbanas. En el caso presente, los técnicos de Elf debieron enterrar su tubería haciendo una S, de tal manera que pase al lado de un pozo de agua caliente que se utiliza para la calefacción urbana. Adicionalmente se debe llegar a un punto a 2.135 metros de profudidad, que queda 970 metros al oriente del sitio donde se encuentra la torre de exploración. Haciendo la analogía, la labor es equivalente a la de dirigir un cabello de 20 metros de largo en medio de la tierra.
Claro que en este caso ya se sabe qué hacer. Gracias a la utilización de brazos de tubería de nueve metros, a los que se les intercalan los codos necesarios, la gente de Elf confía llegar a su meta, para ver si en esa estructura geológica de 225 millones de años se encuentra el ansiado petróleo.
En caso afirmativo (las posibilidades son de dos en diez), todo depende de la capacidad del yacimiento. Si éste es pequeño y es calificado de comercial, bastará con extender una tubería que llevaría el crudo hasta el borde del río Sena, donde sería cargado en barcazas que lo transportarían a la ciudad de Melun.
En cambio, si el yacimiento es grande, las cosas se pueden complicar. En primer lugar, habría que instalar varios pozos de perforación, lo cual entorpecería la vida de los habitantes de este suburbio parisino. En la torre levantada la semana pasada, Elf ocupó solamente una tercera parte del espacio que usualmente se utiliza en condiciones normales, pero con todo y eso ya se han levantado las primeras protestas. Aparte de los vecinos del lugar, ya hubo quejas del director del zoológico de Vincennes, relativamente cercano, quien dijo que las señales geológicas podían dañar el proceso de incubación de unos huevos de avestruz, que se está adelantando en la institución.
No obstante tales molestias, Elf piensa que la empresa vale la pena. La ventaja de tener un yacimiento tan cerca de los sitios de refinamiento aumentaría las utilidades de explotación del pozo, si la existencia de éste se confirma. Es por ese motivo que la empresa ha invertido (en asocio con Total y British Petroleum) la suma de 75 millones de francos (unos 3.800 millones de pesos) en su aventura parisina. El entusiasmo es tanto que la compañía está dispuesta a afrontar el reto si en dos semanas se sabe que en París, aparte de turistas, monumentos, museos, perros falderos y franceses malgeniados, existe otra atracción que nadie se imaginó: un yacimiento petrolero.--