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FAMILIA

Así es el matoneo en casa

Un estudio reciente demostró que las peleas entre hermanos, vistas por la mayoría como normales, pueden considerarse tan nocivas como el ‘bullying’ escolar. Esto es lo que deben hacer los padres.

22 de junio de 2013

Después de dos años de peleas continuas entre las gemelas Melissa y María, sus padres decidieron acudir a un especialista. Lo que parecía una rivalidad normal entre hermanas resultó ser acoso psicológico. Melissa llamaba a María “lentis” por su falta de agilidad para hacer las cosas. También le quitaba la ropa, se la manchaba y luego le daba quejas a sus papás para crearle una mala imagen. El bullying entre hermanos, les dijo el especialista,  es una de las principales causas de conflicto intrafamiliar. 

Así lo demuestran varios estudios científicos. El más reciente de ellos, publicado este mes en la revista Pediatrics, reveló que aproximadamente el 30 por ciento de los niños y adolescentes de Estados Unidos han sido víctimas de matoneo en su propia casa. Los investigadores entrevistaron a más de 3.600 menores de edad y a sus padres, y encontraron que quienes fueron atacados, amenazados o intimidados por un hermano tuvieron un bajo rendimiento escolar. 

Además, por cada caso descubrieron “una mayor propensión de las víctimas a padecer trastornos mentales y ataques de depresión, ira y ansiedad”, señaló a SEMANA Corinna Jenkins Tucker, coautora del trabajo y profesora de Estudios Familiares del Instituto Carsey en la Universidad de New Hampshire. 

El matoneo o bullying escolar ha sido tema de debate y preocupación durante los últimos años. Por eso se han creado programas educativos para padres e hijos con el fin de evitar esta forma de violencia. Sin embargo, no ha habido mucha investigación acerca de la agresión entre hermanos en parte porque “las peleas fraternales han sido vistas como algo normal”, explica Jenkins.

Los profesores, los profesionales de salud y los papás creen incluso que esta práctica forma el carácter de los niños. Pero según el psiquiatra infantil Germán Casas, se debería “tomar conciencia sobre este tema al  igual que se ha hecho con la violencia intrafamiliar”.

Esta investigación, una de las más grandes realizadas hasta la fecha, es el primer estudio que muestra en forma contundente que la agresión entre hermanos “está conectada a los problemas de salud mental entre los jóvenes”, afirma Susan Swearer, profesora de Psicología Educativa en la Universidad de Nebraska-Lincoln y codirectora de la Red de Investigación sobre Bullying. 

Si bien es cierto que las rivalidades entre hermanos son naturales y los expertos coinciden en que pueden promover una competencia sana durante su desarrollo, advierten que los padres deben saber cómo identificar si alguno de sus hijos es víctima de matoneo. 

Según John V. Caffaro, profesor de la Escuela de Psicología Profesional de California y autor del libro Sibling Abuse Trauma, las peleas más comunes, como por ejemplo quién ocupa determinado lugar en la mesa para comer o en el sofá para ver televisión, no pueden tenerse en cuenta como bullying. Para que haya matoneo debe presentarse una situación crónica, intensa y tener como fin humillar al otro para dejarlo indefenso. “No es una lucha entre iguales por poseer algo sino una necesidad emocional de dominar y herir al otro a nivel físico o psicológico”, dijo a SEMANA Caffaro. 

Varios factores determinan el matoneo entre hermanos. Uno de ellos es el género, pues la competencia y las agresiones son mucho más frecuentes en personas del mismo sexo. En los varones se manifiesta más a nivel físico con puños y patadas, mientras que en las niñas predomina el acoso psicológico, con los apodos y los chismes como principales armas.  

Otro elemento que influye es la edad. Según Casas, los hermanos mayores suelen asumir posiciones de poder y a menudo abusan de los menores. Incluso es muy común que los grandes asuman el rol de padres para exigir y castigar al menor. “En las familias colombianas numerosas es frecuente ver casos en los que se confunden los roles de autoridad y los hermanos mayores toman esa posición de poder para agredir a los otros”, señala Casas. 

Pero no siempre el mayor es el que impone condiciones. Un estudio realizado en 2011 por el Instituto para la Investigación Social y Económica (ISER) del Reino Unido en más de 40.000 hogares, reveló que los de la mitad, que están en un sándwich, luchan por la atención de sus padres con técnicas de matoneo. 

Según el estudio del ISER, los niños que sufren de matoneo son 14 veces más propensos a padecer problemas emocionales y de conducta. Los traumas de la niñez suelen continuar en la adultez y son un factor de riesgo de sufrir trastornos mentales y, por ende, dificultades para relacionarse con los demás. Pero el riesgo no solo es de las víctimas sino también de los agresores, pues estos son más propensos a abusar del alcohol y las drogas, a iniciar su vida sexual temprano y a fomentar la violencia en su colegio y, más tarde, en su hogar. 

Es fundamental que los padres estén muy atentos y sepan cómo identificar situaciones peligrosas en los enfrentamientos que tengan sus hijos. “Muchas veces el estilo de crianza, ya sea porque es muy laxo o por que es demasiado estricto, da pie para que los hermanos traspasen los límites del conflicto natural y lleguen a formas de violencia y agresión propias del matoneo”, concluye la psicóloga infantil María Elena López. 

Qué hacer

Los hermanos pueden pelear, pero existen formas constructivas y destructivas de hacerlo. El mayor reto de los padres es sacar tiempo para hablar con ellos y enseñarles a resolver los conflictos. En primer lugar deben darles buen ejemplo y no usar la violencia. Es clave establecer reglas claras para evitar discusiones, no hacer comparaciones odiosas porque aumenta la rivalidad y ayudarlos a negociar. Si la situación es incontrolable se aconseja ir a donde un especialista.