Las videoconferencias son una de las aplicaciones más interesantes que llegarán con la tercera generación.

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Bienvenidos al futuro

Con la llegada de la tecnología telefónica de tercera generación, no sólo aparecen nuevas posibilidades de Internet móvil, sino una revolución en las relaciones sociales.

3 de noviembre de 2007

En Tokio, los usuarios de teléfonos móviles no necesitan caminar por las calles con el aparato pegado al oído sino frente a sus ojos, ya que en la pequeña pantalla pueden ver a su interlocutor mientras hablan, y viceversa, igual que en una videoconferencia. En Helsinki, un ejecutivo se encuentra parado frente a una dispensadora de gaseosas a la cual le envía un mensaje de texto. Automáticamente la lata aparece en la parte inferior de la máquina, al tiempo que el dinero es descargado de su cuenta bancaria. En las calles de Estocolmo, un hombre mira su teléfono celular y exclama: "¡huy! le dispararon a mi Bot". El individuo está inmerso en un juego interactivo en el que participan otras personas que él no conoce. Su bot es un robot que representa un jugador y que le permite tener batallas virtuales en cualquier lugar donde se encuentre, mediante mensajes de texto

Estos son apenas tres ejemplos de lo que es posible hacer con un teléfono móvil en aquellos países desarrollados donde ya existe la tecnología 3G, o tercera generación, el equivalente a la banda ancha en los celulares. Esta tecnología llegará a Colombia el año entrante y ello significará que los datos que hoy se envían a 110 kilobites por segundo se transferirán a 1,4 gigabites por segundo. Esa velocidad permitirá navegar por Internet sin las limitaciones que hoy experimentan los usuarios de estos aparatos. Y con Internet llegan muchas otras posibilidades como descargar archivos, juegos, películas, música… lo que se quiera. Incluso algunos teléfonos ya vienen con Sistema de Posicionamiento Global (GPS), para quienes quieren saber las coordenadas de sus pasos.

Según Saulo Passos, director de comunicaciones de Nokia, un aficionado a los vinos que camina por un centro comercial recibirá mensajes de un almacén que tiene rebajas en algunos de ellos y cualquiera podrá sintonizar un canal de televisión digital como hoy se hace con las estaciones de radio.

Los aparatos que vienen, dice Passos, son más adecuados para soportar la posibilidad del ancho de banda y muchos de ellos ya han dado el primer paso de la convergencia, que es de forma horizontal, es decir, que en el mismo equipo se integran la agenda digital, la cámara, los juegos, los reproductores de mp3 e Internet. Nokia los llama computadores multimedia, donde el teléfono es un aditamento más del aparato. De esta forma, si el celular ya parecía una navaja suiza, con reloj despertador, cámara de fotos y video, grabadora de voz, linterna, memoria USB y agenda; los nuevos modelos tendrán espacio para mucho más. Sobre todo pantallas y teclados más amplios que permitan navegar y escribir cómodamente.

Pero la novedad de los aparatos es Internet móvil, lo cual generará una revolución similar a la que produjo la creación de la propia red mundial, algo que sucederá cuando el mundo esté listo para la tercera generación y los proveedores del servicio ofrezcan tarifas planas para sus clientes. Entonces, los futurólogos aseguran que el acceso a Internet y la televisión móvil no serán un lujo de los modelos de gama alta sino características estándar, como hoy lo es que el celular tenga cámara.

Una muestra del potencial del Internet móvil es que actualmente sólo existen 1.000 millones de computadores con posibilidad de acceder a la red, mientras que hay casi el triple, 2.700 millones, de celulares. Cuando haya más teléfonos celulares que computadores conectados a Internet se producirá, según los expertos, una revolución en la tecnología, la economía y la sociedad. "Muchos esperan que la experiencia de Internet móvil sea la misma que la de la versión conectada. Pero están equivocados. La gente lo usará de maneras que aún no sospechamos", dice Tom Standage, editor de tecnología de The Economist . Por lo tanto, más importante que crear las herramientas será la manera como la gente las use.

Aunque tomará una década ver esos cambios, las comunicaciones móviles ya empezaron a modificar la manera como la gente se encuentra, trabaja, lucha, compra, vende, gobierna y crea. Howard Rheingold, autor del libro Smart Mobs y una de las autoridades mundiales sobre las implicaciones de la tecnología en la sociedad, muestra algunas señales preliminares de que el tsunami de Internet móvil es una realidad. Una: el presidente filipino Joseph Estrada, derrocado gracias a las marchas de protesta organizadas a través de mensajes de texto enviados por celular. Otra: los teléfonos de los usuarios de lovegety reconocen en sitios públicos a posibles pretendientes que encajan con sus expectativas románticas. Rheingold cree que la tecnología actual está creando multitudes inteligentes (Smart Mobs) que actúan en coro aunque no se conozcan ni se vean. "Cooperan de formas nunca antes posibles porque tienen aparatos con habilidades para comunicarse y para hacer las veces de un computador", señala en su libro.

Los futurólogos anticipan que el problema de llegar tarde se acabará, pues mientras se tenga un teléfono celular con posibilidad de hacer una videoconferencia, será posible estar en dos lugares al mismo tiempo. Se cree que en tanto la gente participe en las comunicaciones de un grupo, estará presente, así físicamente se halle en un lugar lejano. Lo que no estará socialmente permitido es que alguien deje morir la pila de su celular u olvidar el aparato en la casa. El concepto de espacio público cobrará otra dimensión.

Habrá nuevas formas de colaboración, algunas simples como colocar una cámara al lado de la cafetera que transmita a través de Internet a los empleados de una oficina el momento en que hay café fresco, hasta compartir los procesadores cuando no se están usando para buscar vida inteligente en otras galaxias.

Las redes sociales se fortalecerán. Sólo hay que imaginar que sitios web tan exitosos como Facebook, hoy prohibidos en las oficinas por ser demasiado invasivos, estarán a disposición en el celular, con lo cual la gente podrá estar en contacto con los demás las 24 horas, a pesar de los controles. El usuario tendrá aún más poder y esto se reflejará en que navegará la red sin restricción y mantendrá contacto con quienes quiera. La gente joven, de hecho, mantiene ya relaciones con amigos que sus padres no aprueban, dice Rheingold. ¿Hacer llamadas por Skype a través del celular a sitios remotos del mundo? ¡Por supuesto!

Es de esperarse que muchos de estos comportamientos tengan objetivos beneficiosos, pero otros pondrán motivaciones más oscuras. Por eso, saber en quién confiar será trascendental. Otro inconveniente será la pérdida de privacidad. Reinghold establece tres grandes peligros: la amenaza a la libertad, a la calidad de vida y a la dignidad, pues "mientras más gente interactúe con máquinas, seremos menos humanos".

La tercera generación no es el final de camino. Los expertos ya hablan de la cuarta generación, de computadores mimetizados dentro de la ropa, de la posibilidad de dejar mensajes virtuales en cualquier lugar como si fueran un post-it, de tener equipos conectados de manera transparente para que el usuario los use en la casa, el carro o la oficina sin ser consciente de ello, o de tener el celular como billetera, para pagar por cualquier compra. Como dice Chris Nickson, de Digital Trends, hay que disfrutar la tecnología 3G porque cuando ya la sepa usar y se sienta a gusto con ella, estará pasada de moda. n