Sexo

Bueno es culantro...

Tener relaciones sexuales no es sinónimo de placer para todo el mundo. Algunos se vuelven adictos, y para ellos es un infierno.

9 de junio de 2007

Daniel tiene 32 años, un buen trabajo y todos los que lo conocen lo definen como una persona exitosa. Es buen hijo, buen amigo y, en definitiva, buena persona. Pero tiene un problema: es adicto al sexo. Cuando ve a una mujer que le atrae, siente la necesidad de tener relaciones con ella a toda costa y no queda tranquilo hasta lograrlo. Les echa piropos, les escribe mensajes, las invita a comer o les regala cosas, hasta que consigue su cometido. Es una obsesión que le ha costado que sus novias lo dejen al darse cuenta de sus reiteradas infidelidades. Cuando la última le terminó, después de casi tres años de relación, Daniel se deprimió mucho, pero el despecho y la sensación de libertad hicieron que se dedicara al sexo desaforado más que antes. A pesar de que se ha hecho el propósito de parar, siempre recae.

La adicción al sexo es muy común y tan peligrosa como el alcoholismo o la drogadicción, aunque la comunidad científica ni siquiera se ha puesto de acuerdo en la existencia del fenómeno. Para unos, es un problema sicológico, mientras otros lo consideran simplemente una percepción social negativa respecto a apetitos desbordados que siempre han existido.

Según la sexóloga Lucía Náder, se define como "una conducta persistente y obsesiva que busca satisfacer un impulso sexual. Funciona como otro tipo de adicciones y puede estar relacionado con personalidades dependientes, aunque también puede ser producto de disfunciones familiares". Quienes lo sufren actúan sin importarles las consecuencias negativas que se producen contra ellos y contra los demás.

Aunque del tema no se habla mucho, es un fenómeno que con los años se ha vuelto más recurrente y que se propaga cada vez más. En Estados Unidos, para dar un ejemplo representativo, los expertos creen que por lo menos 16 de los 300 millones de personas que viven en el país son adictas al sexo. Esto es poco más del 5 por ciento.

El último caso que saltó a los medios fue el de James Pacenza, un ex trabajador de IBM que fue despedido al ser sorprendido visitando chats eróticos en Internet. Hace dos semanas, Pacenza demandó a la compañía por cinco millones de dólares, con el argumento de que es un adicto al sexo que debió ser asesorado sicológicamente, ya que tiene que recurrir a la pornografía para liberarse del estrés postraumático que sufre desde cuando llegó de la guerra de Vietnam.

Las manifestaciones de este problema son muchas. Hay casos de masturbación compulsiva; sexo habitual con prostitutas; sexo con diferentes parejas, muchas veces desconocidas; infidelidad reiterada; exhibicionismo o voyerismo usual; consumo de altos niveles de pornografía; etcétera. Los expertos insisten en que muchas personas tienen un gran apetito sexual y esto no necesariamente los convierte en adictos. La diferencia, según Palacios, está en que estas controlan sus acciones.

Los orígenes de esta conducta se pueden encontrar en la mayoría de los casos en la infancia y la adolescencia. Los jóvenes que están en etapas exploratorias pueden quedar enganchados a la pornografía y a la masturbación, y con el tiempo volverse adictos a otros comportamientos sexuales más extremos, ya que este desorden es progresivo. Esto tiene una explicación física, ya que el placer sexual está relacionado con la producción de endorfinas y cuando esta producción se hace habitual, el cuerpo se acostumbra y pide más.

La gran oferta de pornografía y la falta de educación sexual actualmente son las culpables de que la adicción al sexo se esté disparando. Internet se ha convertido en una plataforma para la pornografía, ya que a través de la red millones de personas pasan horas viendo, bajando y compartiendo imágenes de este tipo. "Internet se volvió el proveedor de muchas de las cosas que los adictos al sexo están buscando. Todo en un solo lugar, secreto, aislado, instantáneo y con un sinfín de posibilidades", explica el sicólogo estadounidense Roschbeth Ewald.

Pero también puede ser una cuestión de personalidad. Se estima que un 80 por ciento de quienes la padecen sufren otras adicciones, como al alcohol, al cigarrillo o a las drogas. Por otro lado, las experiencias traumáticas en la infancia relacionadas con el sexo, como acoso o abuso, pueden generar estos comportamientos, aunque no siempre se presentan estos antecedentes.

Lo que sí es una constante es que los adictos al sexo no tienen control sobre sus acciones y los embarga un sentimiento de culpa que los puede llevar a deprimirse. Ese es el caso de Alberto, quien está a punto de cumplir dos años de relación con su novia y confiesa que se muere por ella y que nunca le ha sido infiel. Él también es adicto al sexo.

A pesar de tener relaciones sexuales satisfactorias con su novia, debe masturbarse por lo menos dos veces al día para estar tranquilo. Incluso justo después de estar con su pareja lo hace a escondidas. Es algo que simplemente no puede controlar, a pesar de que lo ha intentado y que lo hace sentirse una persona débil. "Imagino que es lo mismo que les pasa a los alcohólicos, que si no se toman un trago, no están tranquilos. A veces logro parar hasta por una semana, pero siempre recaigo", dice.

Ser adicto al sexo no significa necesariamente que estas personas lo disfruten más. Aunque muchos se vanaglorian de su gran apetito sexual e incluso se autodenominan adictos con algo de orgullo, quienes verdaderamente sufren de satiriasis (ellos) o ninfomanía (ellas) tienen muchas dificultades. "Estas personas suelen tener problemas laborales o familiares porque dejan todo en un segundo plano y el sexo se vuelve el centro de sus vidas. Hay algunos que incluso pueden presentar comportamientos trasgresores y llegar a cometer delitos e infracciones", le dijo a SEMANA la terapeuta sexual Marta Lucía Palacios. También es posible que la búsqueda descontrolada de sexo los lleve a descuidar la protección, por lo cual son muy propensos a adquirir enfermedades de transmisión sexual.

Al contrario de lo que se puede pensar, también es un problema de mujeres."Soy Susana, colombiana, 34 años, trabajo de secretaria. Admito que soy adicta al sexo. No sé por qué, pero siempre me atrajo. Por culpa de esto estoy divorciada. Se supone que son los hombres los que piensan sólo en sexo, pero en mi caso es al contrario", esta es la entrada que aparece en uno de los tantos foros de Internet. Aunque en el pasado se creía que era un desorden típico de los hombres, estudios hechos por Patrick Carnes, quien acuñó el término de adicción sexual, sugerían ya hace una década que en Estados Unidos al menos el 3 por ciento de las mujeres la sufren.

Como el problema sólo ahora está siendo investigado desde el punto de vista sicológico, los tratamientos apenas se están desarrollando. Existen varias ligas de Sexólicos Anónimos alrededor del mundo que siguen básicamente los pasos de Alcohólicos Anónimos para la rehabilitación. Y como todas las adicciones, lo más importante es no minimizar el problema y reconocer, como en las famosas reuniones de la doble A: Yo soy un adicto al sexo.