Para algunos expertos las capitulaciones son un torpedo a la relación porque generan desconfianza

RELACIONES DE PAREJA

La moda de las capitulaciones

Las capitulaciones son cada vez más frecuentes al casarse, pero aún crean resentimiento. Expertos recomiendan cómo plantear el espinoso tema de repartir la torta.

9 de noviembre de 2013

Hacer capitulaciones antes de contraer matrimonio era impensable hace un par de décadas, pero hoy se ha vuelto un lugar común. Según cálculos de la Unión Colegiada de Notariado Colombiano, de 100.000 parejas un 30 por ciento recurre a esta herramienta que sirve para especificar qué bienes aporta o excluye cada novio a la sociedad conyugal. 

Algunos creen que esta tendencia ha aumentado porque la gente se casa más tarde, cuando ya ha adquirido cierto patrimonio, o porque hay más segundas nupcias y quieren proteger los bienes que quedaron de esas antiguas uniones, especialmente si hay hijos.

Sin embargo, Álvaro Rojas Charry, presidente de la Unión Colegiada de Notariado Colombiano, cree que el fenómeno se debe simple y llanamente a que la gente ha dejado de tener pudor frente al tema y al hacerlo ha privilegiado una actitud que él resume con la frase “las cuentas claras y el chocolate espeso”. Agrega que hace 20 años se veía un caso muy esporádicamente, pero que hoy es muy común. 

Ya no se trata solo de proteger grandes herencias o capitales, pues algunos de los firmantes, como dice Rojas Charry, llegan al matrimonio con “una mano adelante y otra atrás”. En su notaría ha visto capitulaciones para proteger desde un apartamento o un carro hasta artículos electrodomésticos como un televisor. 

A pesar de la popularidad de esta nueva tendencia, las opiniones sobre si esto es bueno o malo para la relación siguen divididas. Para Álvaro Sierra, asesor matrimonial, salvo en contadas excepciones, pedir capitulaciones es torpedear de entrada la confianza de la pareja pues pone un manto de duda tanto en sus intenciones como en el compromiso con la relación. “Estas personas no saben que el matrimonio es una comunidad de vida y no una sociedad anónima y por ello en estas uniones las utilidades no se reparten sino que se comparten”, enfatiza.

Sierra solo justifica las capitulaciones cuando hay bienes de un matrimonio anterior con hijos o cuando el patrimonio de uno de contrayentes hace parte de una sociedad familiar. Pero cuando son jóvenes que apenas comienzan su vida profesional, se casan por primera vez y no tienen mucho equipaje, reitera que no vale la pena. “Lo que hay que hacer en el matrimonio es precisamente construir un capital familiar y para eso uno no puede desconfiar del otro, pues en la confianza y el respeto radica el éxito del matrimonio”.

Camilo Mendoza, psicólogo de pareja, considera que si alguien quiere hacer capitulaciones tiene derecho a plantear sus argumentos y la otra persona a manifestar si se siente molesta o no con firmar capitulaciones. Y agrega que en este caso “lo que debe primar es la incondicionalidad del amor, con firma o sin ella”.

Lo importante, según el experto, es decirlo a tiempo y asertivamente. 

Nelly Rojas de González, terapeuta de pareja, tampoco se opone a las capitulaciones pero está en desacuerdo con las maneras burdas de plantear el tema. Recuerda casos en los que el futuro esposo le dice a su novia que firme el papel el mismo día del matrimonio. “Ella queda aturdida pero ante la cercanía de la boda no tiene otra opción que ceder”, dice. 

Aunque se ha avanzado en las formas de hacerlo, cree que las personas aún resienten la propuesta como si les quitaran una parte del cuerpo. De eso da fe Marcia, una joven divorciada de 30 años, que volvió a casarse hace dos. Cuando su futuro esposo le dijo que no quería compartir con ella el patrimonio que había construido hasta ese momento, ella se puso furiosa.

“Hirió mi orgullo porque eso significa que no sabe quién soy. No soy una recostada ni tengo intenciones de tumbar a nadie”, dice. Ambos discutieron el tema y llegaron a un acuerdo, pero Marcia insiste en que el matrimonio es el espacio para construir una vida juntos, y lo económico es parte de ello. Por eso excluir los bienes que ayudarían a sentar los cimientos de esa familia le parece que está fuera de toda lógica.

Rojas de González cree que las capitulaciones dan claridad sobre el manejo del dinero, un tema que está lleno de connotaciones emocionales y que por eso mismo casi nadie quiere tocar. 

“Pero proponerlo de una manera inadecuada puede complicar la relación”. Por eso recomienda no dejarlo para el último momento y comunicarlo sin ironías, ambigüedades y ofreciendo todas las explicaciones necesarias. Y que a veces es conveniente que la persona se asesore con un abogado sobre el tema. 

Para Sierra, lo ideal sería no hablar de capitulaciones pero sí de cómo van a administrar la plata, y en lo posible esta charla debe hacerse sin interferencias de padres o hermanos. Esto sería especialmente útil, pues en sus 22 años de asesorar a las parejas ha concluido que las dos principales causas de fracaso son la intervención de las familias y el manejo del dinero. 

Cómo decirte…

Los expertos recomiendan estas pautas para que la propuesta de las capitulaciones no termine en pelea.
  • Hágalo temprano. Esta conversación no se puede dejar para el día del matrimonio, pues de esa manera sería forzar una situación que perjudicaría la confianza del otro.
  • Sea positivo. No empiece la charla con el patrimonio que quiere dejar a un lado sino con el que quiere aportar a la sociedad conyugal.
  • Involucre al otro en el tema. Discuta con su pareja antes de redactar el documento para que ambos estén de acuerdo en los temas básicos.
  • No culpe a los padres. El argumento no puede ser “es que mi papá me dijo”. En lo posible no involucre en estas decisiones a la familia política.
  • Sea generoso. Dé explicaciones, ofrezca todo el tiempo necesario para hablar sobre el asunto y tenga una actitud respetuosa hacia el otro para resolver las dudas. Si puede, ofrézcale la asesoría de un abogado que le explique con profundidad los asuntos técnicos.