Los expertos señalan que la carnitina está presente en la versión cruda o cocida de la carne roja. La idea no es abolir este alimento por completo porque es fuente de vitamina B y proteínas. Sin embargo, hay que moderar su consumo. | Foto: Pantherstock

SALUD

Churrasco: riesgo de enfermedad coronaria

Un estudio reveló por qué la carne roja aumenta el riesgo de sufrir un infarto. Pero, sorprendentemente, la culpable no es la grasa sino una sustancia hasta ahora desconocida.

13 de abril de 2013

Los cardiólogos recomiendan a sus pacientes comer poca carne roja para no aumentar sus niveles de colesterol. Y la permitida en sus dietas debe ser aquella sin grasa ni colesterol y abundante en proteína. Pero ese consejo hoy ya no sería suficiente según un estudio publicado en la revista Nature Medicine, con el que se demostró que el problema con la carne no es el delicioso gordito sino una sustancia poco estudiada llamada carnitina. De esta forma aun si se escoge el pedazo más magro, un individuo estaría aumentando su riesgo de enfermedad coronaria.

El trabajo fue hecho por Stanley Hazen, cardiólogo de la Clínica Cleveland en Ohio, quien desde hace cinco años trabaja en esta investigación. No obstante, el gran descubrimiento de Hazen fue probar que la carnitina no actúa sola sino en compañía de cierto tipo de bacterias del tracto digestivo que al descomponerla producen otro elemento conocido como TMAO, el cual interfiere en el metabolismo del colesterol: no solo le ayuda a pegarse a las paredes de las arterias sino también evita que el organismo descarte naturalmente el exceso de dicha grasa.

Para demostrarlo el experto reclutó a ocho personas, cinco de ellas consumidoras asiduas de carne y tres veganos. A todos se les dio un buen pedazo de carne asada y se midió el nivel de TMAO en la sangre luego de la comida. Como era de esperarse, los carnívoros mostraron niveles más altos de TMAO que los veganos. Estos últimos, según había pronosticado Hazen, no tenían tantas bacterias ávidas de carnitina en sus estómagos por lo cual sus niveles de TMAO fueron muy bajos. 

Al examinar la materia fecal, los investigadores pudieron confirmar que, en efecto, el microbioma de los veganos y el de los que comen carne es diferente. Hazen cree que estos últimos desarrollan un microbioma con una población mayor del tipo de bacterias que se alimenta de carnitina.

Estos resultados coincidieron con otros estudios hechos por el mismo autor hace dos años, en los que confirmó que los niveles de TMAO aumentan rapidamente luego de comer carnes rojas. Como se sospechaba que las bacterias podrían estar involucradas, Hazen y su estudiante de doctorado Robert Koeth le dieron al grupo de pacientes un antibiótico de amplio espectro durante una semana para eliminar las bacterias del estómago. Esta vez, al repetir la prueba no se vieron rastros de TMAO en la sangre a pesar de haber comido carne.

Esta evidencia podría llevar a desarrollar nuevos tratamientos para controlar los problemas coronarios. No se descarta en un futuro suministrar un antibiótico para acabar con la población de bacterias con gusto por la carnitina. La idea, según Hazen, no es eliminar la carne roja de la dieta ya que este alimento es rico en proteínas y vitamina B, aunque sí sugiere comerla menos pues de esta manera la conversión entre carnitina y TMAO será más lenta. 

La carnitina se encuentra también en el pollo, el pescado y la leche, pero en bajas cantidades. Una gran preocupación es que la gente la usa como suplemento alimenticio pues se cree que dispara los niveles de energía. Por ello es un ingrediente común de muchas bebidas energizantes que consumen los deportistas. Con la nueva evidencia estas personas estarían poniendo en riesgo la salud de su corazón sin saberlo.

El estudio de Hazen tuvo un gran impacto entre los expertos en el campo, quienes sugieren que la evidencia mostrada en el trabajo será difícil de ignorar. “Pero algo tan emocionante y nuevo como esto necesita ser validado” dijo a SEMANA Robert Eckel, profesor de medicina de la Universidad de Colorado, quien agrega que aún faltan muchas preguntas por resolver. La más importante de todas es, sin duda, identificar la bacteria implicada en esta letal relación.