CLUB DE TRILLIZOS

Con el auge de los nacimientos múltiples, los padres triples deciden asociarse para intercambiar consejos y compartir experiencias.

4 de abril de 1994

EN UNA EPOCA MARCADA POR EL DEScenso en las tasas de natalidad, cuando las parejas aspiran a tener sólo dos hijos, la noticia del ginecólogo que dice "¡Son tres!" es descrita por quienes han tenido la experiencia como una mezcla de alegría y sudores fríos. Pero estas sensaciones son apenas la cuota inicial de lo que les espera a los triples padres después del nacimiento. Si bien el anuncio de mellizos es recibido con alborozo, el saber que vienen tres bebés los asusta y ese temor sólo es neutralizado por el hecho de que la mayoría se ha enfrentado antes a la posibilidad de no tener hijos.
El caso es que por cuenta de los tratamientos de fertilización, los trillizos cada vez son más frecuentes. Se calcula que en las dos últimas décadas los nacimientos múltiples se han incrementado en 10 veces. Hasta tal punto que si hace 20 años las madres que daban a luz más de dos niños salían en los noticieros, en esta época es una noticia que no sale del alboroto de los parientes en la salacuna. Esto no quiere decir que el nacimiento de trillizos no sea un acontecimiento. La ilusión de tener descendencia, acrecentada por el estrés que produce un tratamiento de fertilidad, se ve desbordada con el anuncio del médico.
Sin embargo, no es lo único que se desborda: también el presupuesto familiar. Este sufre su primera multiplicación en los costos del alumbramiento, ya que en estos casos la cesárea es casi ineludible, así como el cuidado en salas de prematuros. Gajes del deseo de paternidad. "Efectivamente -dice el ginecólogo Jorge Mario Mejía-, la posibilidad de embarazo múltiple se contempla cada vez que se aplican tratamientos especfficos de estimulación directa del ovario, a los que se recurre cuando otras alternativas han fallado". No obstante, el verdadero trajín comienza con el nacimiento. La mayoría de los trillizos nacen antes de los nueve meses de embarazo, lo que indica un peso promedio por criatura de dos o tres libras.
Luego de esa primera batalla por la supervivencia, viene la adaptación a la paternidad múltiple: tres bebés que lloran en la noche. O a la confusión acerca de cuál ya recibió alimentación y cuál no. Y a la fila de teteros sumada a la de jarabes para algunas afecciones comunes que obligan a tomar estricta nota para no equivocarse de remedio, de horario o de muchachito. Y el signo pesos aparece cada vez que se piensa en pañales (varias centenas de desechables al mes), y teteros (un tarro diario de leche en polvo). Y de ahí en adelante todas las cuentas van con el factor tres como multiplicador.
Es entonces cuando llega la sicología con sus recomendaciones para el normal desarrollo de la identidad en hermanitos que frecuentemente pierden su individualidad por ser conocidos genéricamente como "los trillizos". Al respecto, dice la sicóloga Marta Echeverri: "Es mejor dejar que la personalidad fluya, evitando comparaciones y respetando la autonomía de cada uno". No obstante, es duro rechazar la tentación de vestirlos igual para resaltar su peculiaridad. Menos difícil es pedir aulas separadas en el colegio para que cada uno haga sus amistades y matice esa estrecha relación fraternal.
También hay algo de espectáculo: tres bebés compartiendo un mismo coche forman corrillos en los centros comerciales. "A veces hasta dan ganas de llevar una grabadora con las respuestas. Pero no culpo a la gente, porque yo tampoco aguantaría la curiosidad", confiesa Clara de Echeverri, madre de Pablo, María Camila y María Clara, de cuatro años, acostumbrados a ser el centro de atracción. Tanto que cuando no llaman la atención se presentan: "Señor, yo soy un trillizo".
Pero además de admiración, la paternidad múltiple genera cierta inseguridad. Si las madres primerizas oyen consejos de las veteranas, las triples buscan soluciones que les faciliten el trajín. Por eso en Medellín se ha formado una asociación informal de madres de trillizos. Poco a poco se ha ido engrosado el directorio de madres múltiples que se reúnen a intercambiar experiencias y en las que no faltan las consultas a sicólogos y pediatras. Así se han enterado de que los trillizos, en su alianza natural, desarrollan un lenguaje propio que les hace casi innecesario aprender a hablar, y por eso se demoran más que los otros niños. También que los multihermanos son más equilibrados y felices que los hijos únicos y no se extrañan de que duerman unos sobre otros, en verdaderos nudos, como si todavía habitaran el mismo vientre materno.
La decana del grupo es Luz Estela Talero, quien en 1972 tuvo la experiencia de un parto triple. A cambio de ayuda, su esposo, Gustavo Restrepo, recibió un regaño del gobernador. Actualmente no se ve el gran despliegue informativo de entonces para este tipo de sucesos, pero todas estas madres se dan mañas para enterarse de nuevos trillizos en la ciudad y, si es del caso, hacen colectas para ayudar a las familias que se ven abocados a alimentar tres bocas más. Con todo, ninguna lo considera excepcional. "Si Dios nos mandó esta tarea es porque podíamos con ella", dicen Jorge William Tamayo y Luz Marina Castaño, padres de Jorge Andrés, Juan Camilo y Laura. Como ellos, todos los triples-padres, al sopesar afanes y alegrías, no cambian por nada la experiencia de ver triplicada la sonrisa infantil.-