Introducción

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La genómica ha comenzado a ofrecer soluciones concretas a la salud y a la agricultura. Recorrido por algunos de los temas en los que se ven mayores avances.

8 de diciembre de 2006

E l 26 de junio de 2000, Tony Blair y Bill Clinton anunciaron al mundo la culminación del proyecto genoma humano, el cual buscaba conocer el orden preciso de todos los nucleótidos de la cadena y elaborar un mapa donde se ubicaran los cerca de 26.000 genes que hacen a una persona. Con ese trabajo se supo que pequeñísimos cambios en la secuencia del ADN son los que producen las grandes diferencias entre un individuo y otro y que un mismo gen puede dar origen a varias proteínas, lo cual hace el organismo humano mucho más complejo de lo que se pensaba pero al mismo tiempo, más funcional que el de otras especies.

Para muchos, la presentación del genoma humano fue la finalización de un arduo trabajo que tal vez comenzó en 1866, cuando Mendel habló por primera vez sobre las leyes de la herencia. Pero hoy, es posible ver que lo que sucedió aquel día hace cinco años, con el anuncio de la culminación del proyecto, fue apenas el comienzo de una nueva era. Ese día se abrió una puerta que conduciría a nuevos campos de la investigación humana que permitirían en un futuro razonable identificar las causas de la mayoría de las enfermedades genéticas y reparar los defectos en los genes que las producen.

De eso se trata la genómica: estudiar el genomas de las especies, sus genes y sus funciones. Pero no sólo se busca conocer el de los humanos, sino el de otros mamíferos, plantas, microbios y organismos vivos. Actualmente se conocen el del ratón, el perro, la mosca de la fruta, la levadura, y otros 30.000 microorganismos que "permiten ver los aspectos evolutivos, especialmente las similaridades con el hombre", dice Luis Alejandro Barrera, de la Universidad Javeriana.

Se trata de un trabajo tan extenso y complejo como lo fue el proyecto genoma humano, pero los científicos consideran que vale la pena el esfuerzo. "Eventualmente se podrá localizar un gen dañado y repararlo", afirma Barrera. De ser así, enfermedades como la diabetes, que surgen por la incapacidad de un gen para producir insulina, se podrían curar. Sin embargo, todavía hay problemas serios en la experimentación, pues no se sabe cómo corregir los errores en el punto exacto donde se producen. Según explica Barrera, en el 97,5 por ciento del ADN no hay genes. "Es como una larga carretera en la que de vez en cuando aparece un pueblito. Cada pueblito es un gen". Si las reparaciones se hacen en el lugar equivocado, es posible que se activen otros genes y se genere una nueva enfermedad. "Si lo inserto al lado de un gen que es promotor de tumores, le puede dar leucemia", afirma Barrera. Lo ideal sería cambiar los errores en la etapa germinal pues, de este modo, no sólo se corregiría el problema a la persona, sino también a sus descendientes. Pero los científicos se comprometieron a no intervenir óvulos y espermatozoides hasta tanto no haya más seguridad sobre las técnica para manipular el genoma.

De todas maneras, la genómica ya se aplica a numerosos campos como la medicina, la agricultura, la farmacéutica y la nutrición, y muy pronto se verán resultados concretos de las investigaciones encaminadas a mejorar la salud y la calidad de vida de los seres humanos.