Colombia de fiesta

El año se acaba pero la fiesta apenas comienza. En todo el país hay una gran oferta de eventos que reflejan las tradiciones colombianas.

24 de septiembre de 2001

Cuando se acercan las 12 de la noche las emisoras unen al país bajo el coro de la popular canción “faltan 5 pa’ las 12, el año va a terminar”. Luego, como si fuera su continuación en medio de los abrazos se escucha la festiva “Año nuevo, vida nueva, más alegres los días serán…”. Esta hermandad musical se presenta en la mayoría de las ciudades, municipios y pueblos colombianos. Pero en Barranquilla, por ejemplo, no han terminado de sonar estas melodías cuando los tradicionales ‘picó’ en las calles empiezan a sonar a ritmo de carnaval. Aunque las celebraciones más importantes de esta festividad tienen lugar en febrero los barranquilleros se adelantan a los acontecimientos y comienzan los jolgorios.

Situación similar ocurre en todos los rincones del país pues es parte de su idiosincrasia. Por ello es difícil encontrar un fin de semana en el que no haya una fiesta popular, un reinado, un evento cultural o el cumpleaños de un santo que celebrar. Esta actitud festiva fue heredada de los antepasados: de los indígenas y sus rituales y veneraciones a la Tierra y a las cosechas; de los españoles y los santos de la religión que vinieron a impartir, y de los negros africanos con sus danzas.

En Pasto el gran Carnaval de Negros y Blancos le pisa los talones a la temporada navideña. El evento se celebra sagradamente todos los años durante los primeros días de enero y es un homenaje a las diferentes etnias. El 3 de enero se realiza el carnavalito para niños y el 4 se llevan a cabo desfiles de las delegaciones de los distintos corregimientos de Nariño, que conmemoran la llegada de la familia Castañeda desde Putumayo. Para divertir a lugareños y turistas los pastusos se disfrazan con ocurrentes atuendos que imitan a los integrantes de esa familia: los padres, tres hijas doncellas y dos hijos despelucados llevando su cargamento, imagen que recuerda las migraciones de principios del siglo XX. Pero sin duda los dos días siguientes son los que realmente le dan su nombre a esta festividad. Nadie se salva de ser pintado: el 5 de negro, a punta de betún y tiznes de carbón, y el 6 de blanco, gracias a la harina. Este último día salen a las calles las carrozas que han sido elaboradas durante el año por los artesanos y pueden reflejar antiguas leyendas y acontecimientos actuales.

A finales y principios de cada año también se celebran las temporadas taurinas en Cali, Cartagena, Manizales, Medellín y Bogotá. El 25 de diciembre comienza la Feria de Cali. Aunque su evento principal es la feria taurina con 12 corridas que se realizan en la Plaza de Cañaveralejo, hay otras atracciones como el Reinado Internacional de la Caña de Azúcar, desfiles de coches antiguos, cabalgatas y un festival de orquestas de salsa. Un certamen de magnitud similar es la Feria de Manizales, que el próximo año se llevará a cabo del 6 al 12 de enero. Esta conserva el sabor español con las corridas de toros pero lo combina perfectamente con elementos autóctonos de la región. Prueba de ello es el Mercado Nacional Artesanal, con muestra de productos típicos representativos del país, además del Reinado Internacional del Café, el Festival de Trova y del Tango. En Bogotá la temporada taurina comienza el 19 de enero y como las corridas se realizan cada ocho días el evento se extiende hasta marzo.

Y si de toros se trata, aunque no de casta, están las corralejas que se realizan en la Costa Atlántica. Según Jorge Martínez, asesor cultural de la gobernación de Sucre, “este tipo de fiestas paganas giran alrededor de las diferentes fiestas patronales de los municipios”. En Sincelejo, por ejemplo, las corralejas van del 15 al 22 de enero, después de las celebraciones religiosas en honor al Dulce Nombre de Jesús. El espectáculo lo protagonizan los manteros, por lo general principiantes que ya sea con trapos, mantas y hasta ruanas se enfrentan a los toros y que en la mayoría de los casos no se escapan de ser revolcados por el animal.

Incluso la tragedia puede inspirar fiestas. La leyenda popular que cuenta la desaparición de una niña llamada Tomasita, que fue devorada por un caimán al caer al río Magdalena, dio vida a las Fiestas del Caimán en Ciénaga. Esta celebración se lleva a cabo el 20 de enero.

Estas sólo son algunas de las primeras fiestas que se celebran anualmente. Podría decirse que ni siquiera los problemas económicos del país han apagado el espíritu festivo de los colombianos. De todas maneras algunos eventos han desaparecido, o no son constantes especialmente en los pequeños municipios. Es el caso del Sirenato del Mar en Tolú, el cual sobresalía por los desfiles de balleneras, las competencias náuticas y las papayeras. A pesar de que este año en Villavicencio se esperaba recuperar el Festival de la Canción Colombiana no se realizó por problemas de orden público.

Aun así Colombia es uno de los países que más fiestas registran en el mundo durante todo el año. Para la muestra están el Festival Internacional de la Leyenda Vallenata en Valledupar, el Festival Nacional del Porro en San Pelayo, La Fiesta del Mar en Santa Marta, la de San Pedro en El Espinal, la Fiesta de la Candelaria en Cartagena, Reinado Nacional del Bambuco en Neiva y el del Café en Calarcá, Feria de las flores y desfile de silleteros en Medellín. Prueba irrefutable también es el hecho de que en Antioquia se ha llegado a celebrar el Día Mundial de la Pereza, que existe un Festival del frito en Bolívar, de la algarroba en Galera y de la chicha y la cobija en Boyacá, y que además la mayoría de frutos de la madre naturaleza tienen su día porque incluso hay un reinado de la cebolla y de la chirimoya. Llueva, truene o relampaguee los colombianos no necesitan ocasiones especiales para festejar, cualquier excusa es válida cuando de rumbear se trata.