Investigacion

Como los pajaritos

Una investigación demostró que las mujeres buscan a su pareja de acuerdo con las condiciones ambientales, en forma semejante a como lo hacen las avecillas.

1 de junio de 2003

En muy contadas ocasiones el comportamiento de los pájaros sirve para entender el de los seres humanos. A los bebedores, por ejemplo, les llaman mirlos porque van de guayabo en guayabo; a los mujeriegos suelen decirles picaflor porque aletean de flor en flor, a los narcisos los comparan con pavos reales y no falta quien les diga gallinazos a esos coquetos pesados que se juran irresistibles. Aunque estas comparaciones no pasan de ser simples refranes un biólogo encontró que la vida de los pájaros es, en algunos aspectos, similar a la de las personas.

Kevin McGraw, de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, había estudiado las conductas de los pájaros, especialmente su comportamiento al buscar pareja. Este investigador había notado que aunque existen rasgos fijos hay variables, como la densidad de la población y la demanda de recursos, que pueden influir en esa decisión. Por ejemplo, en un ambiente en el que escasea la comida o donde la densidad de la población es mayor, una hembra pájaro prefiere escoger un macho con habilidades para alimentar a su cría en lugar de fijarse en sus rasgos.

McGraw un día se preguntó si estas diferencias también serían determinantes en la raza humana. Para comprobarlo tomó los anuncios de periódicos de 23 ciudades en los cuales las parejas buscan a su media naranja. El biólogo comparó la información que estas mujeres publicaban (atributos físicos, potencial para conseguir los recursos, características emocionales e intereses personales) con datos de la ciudad donde vivían, como densidad, ingresos, costo de la vivienda y participación de la fuerza laboral femenina.

Después de analizar 2.300 avisos McGraw concluyó que la característica que más interesa a las mujeres en cualquier ciudad es el atractivo emocional, es decir, que los hombres les den cariño, las escuchen y las consientan, lo cual no es sorpresa pues ya en 1994 otros estudios habían demostrado que los humanos buscan en sus parejas amor, carácter confiable y estabilidad emocional. A pesar de ello notó que había diferencias propias de las ciudades. Por ejemplo, en las muy pobladas y con alto costo de vida, como Nueva York, San Francisco y Boston, las mujeres ponen más énfasis en el potencial económico. En las metrópolis las mujeres le confieren menos importancia a lo emocional.

McGraw pensaba que las mujeres más exitosas iban a resultar las más exigentes pero la investigación arrojó lo contrario. Las amas de casa o quienes tienen limitaciones para obtener su sustento buscan compañeros que les puedan dar estabilidad económica. En ciudades pequeñas, por el contrario, McGraw encontró que las mujeres favorecen a los hombres que les dan cariño, son honestos, saben escuchar y con quienes comparten intereses.

Curiosamente las mujeres bonitas se interesaban en hombres con atractivos físicos, no tanto porque esta característica se asocie con la habilidad para el estatus económico sino porque la belleza es sinónimo de buenos genes, y una buena salud de la descendencia.

Esta es la primera investigación que analiza las variables preferenciales en el apareamiento de los humanos. "Ha habido estudios similares en otros animales que sirvieron de base para mi teoría- pero esos estudios han considerado cómo los seres humanos varían sus decisiones de acuerdo con la cultura y no con base en las condiciones ambientales", explicó el biólogo a SEMANA.

Cuando McGraw termine su trabajo de doctorado se dedicará a investigar qué es lo que los hombres buscan en las mujeres y en cuáles ecosistemas urbanos se inclinan por las mansas palomas, en qué ámbitos prefieren águilas arpías y en cuáles otros se inclinan por las piscas.