‘Globe’ reportó hace poco una gran exclusiva bajo el título ‘La reina confiesa: Carlos mató a Diana y ordenó que su muerte pareciera un accidente’.

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Cómo sobreviven los tabloides a punta de tantas mentiras

Lady Di tuvo una hija secreta, Hillary es lesbiana y alcohólica y la reina Isabel cogió a cachetadas a su nuera Camilla. Estos son solo algunos de los titulares de los periódicos sensacionalistas.

14 de noviembre de 2015

No importa mentir si el chisme es bueno. Eso lo muestran las cifras de ventas de National Enquirer y Globe, los dos periódicos sensacionalistas de mayor circulación en Estados Unidos, que venden cerca de 3 millones de copias semanales, una cifra alta si se tiene en cuenta que solo se consiguen en los puntos de pago de los supermercados de ese país.

Los tabloides son sin duda un fenómeno mundial, y dentro de ese cosmos el National Enquirer y Globe son los reyes del cotilleo. Sus lenguas viperinas no dejan títere con cabeza. Aquello de que la prensa debe ser objetiva y guiarse por los criterios de seriedad y veracidad no hace parte de sus mandamientos. La historia de Suri, la hija de Tom Cruise y Katie Holmes, es un ejemplo. Según National Enquirer, la niña, de 9 años, no sería hija de Cruise sino de L. Ron Hubbard, el fundador de la cienciología, la fe del actor.

Pero hay muchas más muestras. John Kennedy Jr. no habría muerto en un accidente sino producto de una bomba puesta por la mafia en su avioneta para evitar que expusiera la verdad del asesinato de su padre en la revista George. Tan solo hace un par de semanas, en plena campaña electoral, soltaron la exclusiva de que Jeb Bush, quien aspira a la Presidencia de Estados Unidos, había sido narcotraficante.

Pero la gran comidilla de estos tabloides es Hillary Clinton. De ella han dicho de todo. Que es alcohólica y lesbiana y que escondió los famosos correos para evitar que salgan a la luz los nombres de sus amantes. Aseguran que tiene esclerosis múltiple y cáncer de cerebro, y ello le impediría llegar a la oficina oval, pero el cruel Bill la obliga a seguir como candidata presidencial. A pesar de todo lo anterior, según estos tabloides, el escándalo que en realidad logrará alejarla de su sueño presidencial es el supuesto asesinato de su amante Vince Foster. Aunque la versión oficial es que Foster, entonces consejero del gobierno de Bill Clinton, se suicidó en 1993, el tabloide asegura que Hillary lo asesinó en la Casa Blanca “porque sabía demasiado” y luego orquestó todo un plan de encubrimiento en el que participó el FBI.

Barack y Michelle Obama se odian según estos tabloides. Al presidente lo muestran como un mujeriego empedernido, cuyas conquistas incluyen a Caroline Kennedy. Son tantas sus infidelidades que le dicen Commander in Cheat en lugar de Commander in Chief, un juego de palabras que traduce comandante del engaño en vez de comandante en jefe.

¿Quiénes son sus fuentes? “Un amigo cercano”, “un allegado de la pareja”, “una fuente del FBI”, “un infiltrado”. Con esas exageraciones y mentiras tan desproporcionadas, nadie sabe cómo se libran de litigios por difamación, que en Estados Unidos son muy costosos. Según los expertos, sus famosas víctimas no se van lanza en ristre contra estos tabloides para evitar que las barbaridades que se ventilan sobre ellas tomen vuelo y afecten aún más su imagen. Otros no entienden cómo estos dos periódicos de propiedad de American Media cautivan tantos lectores con historias traídas de los cabellos.

Se trata de una fina mezcla de condimentos. Cuando aparecieron, a finales del siglo XIX, lo único que diferenciaba a los tabloides de los demás periódicos era su formato, pero hoy los distancia además su jugoso contenido. Al público le gusta el morbo. Y de eso se dio cuenta Generoso Pope, quien tomó las riendas del National Enquirer en los años cincuenta. Pope cambió el carácter del periódico hacia historias más cruentas cuando observó la enorme multitud que se congregaba cada vez que había un accidente automovilístico. Con el cambio, la circulación subió a más de un millón y se ha mantenido.

Según los sociólogos, los tabloides además cumplen la función de dar a conocer la parte humana de los personajes públicos, que parecen perfectos e inalcanzables. “Mostrarlos con arrugas, problemas de salud, relaciones fracasadas y debilidades derrumba esos muros y los hacen ver como gente ordinaria”, dice Ryan Linkof, historiador de la Universidad de California.

Estos diarios también juegan con la fascinación que generan las teorías de conspiración. Eso explicaría las absurdas teorías sobre la muerte de la princesa Diana. En un reporte especial de septiembre titulado ‘La reina confiesa: Carlos mató a Diana’, el Globe ‘revela’ que al conocer la noticia del accidente de la princesa en París, Isabel II exclamó: “Alguien tuvo que haber engrasado los frenos”. Y ese alguien, según los “allegados a la familia real”, no podía ser otro que Carlos, quien “en muchas ocasiones manifestó su intención de acabar con su exesposa y hacerlo parecer un accidente”.

Como si esto fuera poco está la historia de que la princesa Diana y Carlos tuvieron una hija llamada Sarah. Antes de casarse, la reina habría ordenado crear embriones con las células germinales de Diana y Carlos para cerciorarse de que la dinastía Windsor no corría peligro. Si bien ordenó destruir los embriones uno fue implantado a una mujer de Estados Unidos. La hija, idéntica a Diana, tuvo un encuentro con Carlos que habría sido caótico: él se negó a hacerse la prueba de ADN y ella lo acusó de haber matado a su madre.

Hay que darles el beneficio de la duda, pues si bien sus historias parecen inverosímiles algunos de los rumores que se ventilan en estas páginas han resultado ciertos. Estos tabloides dieron a conocer la infidelidad de John Edwards, el senador y aspirante a la Vicepresidencia de Estados Unidos, antes de que los medios tradicionales se despacharan con esa historia. Los tabloides también lanzaron la chiva de las infidelidades de Tiger Woods y prácticamente anunciaron la muerte de Steve Jobs. Muestran a John Travolta, George Clooney y Tom Cruise como homosexuales y lo dicen tanto, que algunos ya dan el rumor por cierto. Muchos de sus seguidores, por lo tanto, leen estas historias bajo la premisa de que cuando el río suena…

Los tabloides aseguran que solo buscan entretener. Según Roos Wyne Jones, un veterano periodista de tabloides de Londres, el objetivo no va más allá de burlarse de alguien y divertir a los lectores. Para lograrlo, los títulos son claves. ‘Bruce to lose his Jenn-itals’, un juego de palabras que traduce ‘Bruce perdería sus Jenn-itales’, es un ejemplo. Dicha historia describe la operación de cambio de sexo a la que se sometió Bruce Jenner para poder ser Caitlyn, la mujer que siempre soñó.

Para esos medios la reina Isabel, Camilla, el príncipe Carlos y Kate Middleton viven agarrados de las mechas. Camilla, pese a sus pocos atributos físicos, es toda una ninfómana, con varios amantes secretos, uno de los cuales es un actor británico. La “malévola Camilla”, como la llaman, está a punto de abandonar al príncipe Carlos, por ser poco hombre. Mientras tanto, la reina Isabel le ha advertido a su nuera que impedirá ese divorcio y, aún más, que cuente todos los secretos reales en un libro que dejaría mal parados a todos, de la reina para abajo. Después de todo, para esto están los tabloides.