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BIENESTAR

Cómo encontrar significado y creatividad en la adversidad

Las crisis no siempre dejan un trauma sino que a veces son oportunidad para mejorar. El médico psiquiatra José A. Posada Villa explica qué significa el crecimiento postraumático.

13 de julio de 2020

El Kintsugi, la técnica japonesa centenaria que consiste en reparar piezas de cerámica fracturadas. Esa podría ser una buena metáfora para explicar qué es el crecimiento postraumático. Cuando la persona está inmersa en un proceso de ruptura emocional, tiene muchas veces la oportunidad de asumir una nueva perspectiva que permite analizar las grietas emocionales y el dolor que se ha sufrido para transformarlo en algo hermoso.

Sin subestimar lo que está sucediendo ni trivializar las consecuencias de la adversidad, se han escuchado advertencias sobre una inminente crisis de trastornos mentales a raíz de la pandemia de la covid-19 para la que aparentemente el mundo no está preparado y cada vez se difunde más este presagio. 

Sin embargo, en algunos casos estas advertencias se están exagerando y se pasa por alto el potencial de crecimiento postraumático que tienen las personas. Este proceso se ha definido como la experiencia de un cambio positivo que resulta de la lucha con las grandes crisis de la vida.  La idea del crecimiento como consecuencia potencial de lidiar con el trauma es antigua. La suposición de que enfrentar y luchar con grandes dificultades en la vida puede conducir a cambios positivos, a veces transformaciones radicales, es parte de los mitos, la literatura y las religiones.

Las personas responden al trauma de diferentes maneras. La mayoría no desarrolla trastornos mentales a largo plazo después de experimentar un evento traumático. De hecho esta respuesta hace que el trabajo de los profesionales de la salud mental sea factible.

Los sobrevivientes de trauma no siempre desarrollan trastorno de estrés post traumático. Las investigaciones sugieren que las personas no solo se recuperarán, sino que crecerán. El 50% de las personas experimentan crecimiento después de sufrir un trauma: mayor valoración de la vida, más aprecio y fortalecimiento de las relaciones afectivas, compasión y altruismo, identificación de nuevas posibilidades o un propósito en la vida, mayor conciencia y utilización de las fortalezas personales, desarrollo espiritual e incremento de la creatividad.

Según una investigación reciente, el 75 por ciento de las personas experimentará un evento traumático importante en la vida.  La experiencia de crecimiento no significa que la persona elimine el sufrimiento. El dolor subjetivo y el crecimiento personal generalmente coexisten. Se trata de curar las heridas emocionales y reconstruir la vida, y de fortalecerse en el proceso. 

En los últimos años, se ha comenzado a comprender los procesos mentales que transforman la adversidad en ventaja, y lo que está quedando claro es que esta conmoción emocional es realmente necesaria para que se produzca crecimiento. Es precisamente cuando se sacude la estructura fundamental de la persona, que está en la mejor posición para buscar nuevas oportunidades.

El proceso de crecimiento incluye factores como las diferencias individuales y sociales, la magnitud del trauma que facilita el logro de un sentido diferente de uno mismo, relaciones cambiantes, crecimiento existencial y desarrollo espiritual. 

No es lo mismo el crecimiento postraumático que la resiliencia. El crecimiento postraumático difiere de la recuperación. No es un retorno a la normalidad sino la creación de una nueva situación vital más fuerte. 

La vulnerabilidad a menudo puede convertirse en el elemento de cohesión que une a las personas y las comunidades, construyendo una fuerza que de otro modo no se había imaginado. Una crisis como esta pandemia puede proporcionar oportunidades no buscadas para crecer y encontrar nuevas formas de apreciar la vida. 

La situación de pandemia ofrece la oportunidad de reconstruir mejor la vida. Se pueden cambiar de profesión u oficio para ajustarse mejor a sus valores o reencontrarse con familiares y amigos. Muchos dicen haber adquirido un mayor sentido de la vida, más espiritualidad y sentido de la trascendencia, empatía e incremento de relaciones en calidad y cantidad. 

Más de 60 años de investigación demuestran que las personas en estas situaciones tienden a trabajar juntas, actuar desinteresadamente y preocuparse más por los demás. De igual manera, los estudios sobre el tema han encontrado que se produce una oleada de comunicaciones emocionales que llevan a una disminución de la soledad y una mayor solidaridad, compromiso cívico y altruismo. A pesar de algunas noticias negativas, se descubre empatía y unión y el distanciamiento físico se vuelve un acto de cooperación social.

La pandemia ha expuesto enormes desigualdades. La sociedad puede hacer mejoras inmensas y muy necesarias. Es probable que las consecuencias de la crisis económica y de salud pública se sientan durante años, pero enfrentar esas dificultades juntas podría ser el primer paso para crear algo mejor que lo que existía antes de la pandemia.

Los tiempos son difíciles. Sin embargo, las últimas investigaciones sobre crecimiento postraumático ofrecen esperanza de que salgamos más fuertes, más creativos y con un sentido más profundo del significado de la vida.

El duelo es cíclico. Nunca se está libre de pérdidas. En lugar de luchar contra el ciclo de respuesta al trauma, es bueno sentir frustración, rabia, confusión y tristeza. A menudo pensamos en las emociones como enemigos, pero en verdad, son simplemente parte de la vida. No se extrañe sentir estrés o tristeza. Es frecuente y no dura para siempre. La vida no está en pausa. Simplemente se ve diferente. En última instancia, esta es la vida, y es todo lo que tiene.

Es posible, como decía R.L. Stevenson que “La vida no es cuestión de tener buenas cartas, sino de jugar bien con una mano pobre”.


*Grupo de Investigaciones Nuevas Perspectivas en Salud Mental, UCMC