CRIANZA

Crecer con papá… y papá

La paternidad de parejas homosexuales es un tema que levanta ampolla en la sociedad. Sin embargo, los estudios señalan que no afecta el desarrollo psicosocial de los hijos y los hace más tolerantes.

12 de mayo de 2012
El género no influye para ser buenos padres. Lo más importante es la calidad de la relación con los hijos

El caso reciente de una pareja de lesbianas de Medellín que interpuso una tutela para luchar por el derecho a adoptar a la hija biológica de una de ellas puso sobre el tapete nuevamente el polémico tema de si las parejas homosexuales pueden tener hijos. Esto hace parte de la lucha de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Travestis) por defender sus derechos, entre ellos, casarse legalmente y formar una familia. Sin embargo, en medio del debate que trae consigo el enfrentamiento ideológico, político y religioso en torno a este espinoso tema, la ciencia ha demostrado que los niños criados por parejas del mismo sexo no están en desventaja.

Luego de conocerse el caso de la pareja antioqueña, la Corte Constitucional le pidió a cuatro de las universidades más importantes del país (Javeriana, Nacional, Valle y Los Andes) que dieran sus puntos de vista con base en sus investigaciones al respecto. Todas coincidieron en que no existe evidencia científica que compruebe que el desarrollo psicosocial de los hijos de parejas homosexuales sea diferente. “Las madres lesbianas y los padres gay están en las mismas condiciones de proporcionar apoyo y ambientes saludables”, señala el informe presentado por la Universidad Nacional. La Universidad de los Andes, por su parte, afirma que la homosexualidad “no constituye un factor que explique las diferencias psicosociales de las personas”.

Lo anterior confirma algo que varios estudios internacionales han demostrado desde hace aproximadamente 30 años. Numerosas investigaciones han analizado las familias que no tienen la estructura tradicional de madre-padre-hijos y han concluido generalmente lo mismo. Los niños y adolescentes que se crían con parejas homosexuales son “igualmente saludables a nivel emocional, educativo y social que los que crecen en un hogar con papá y mamá”, como dijo a SEMANA

Michael Lamb, experto en paternidad y profesor de la Universidad de Cambridge, Inglaterra.

Hay varios temores infundados sobre la influencia negativa que puede tener ser criado por una pareja del mismo sexo, dado el estereotipo tradicional sobre la familia. En primer lugar, muchos creen que la orientación sexual puede verse afectada, pues al no haber un rol masculino o femenino en la casa, el niño puede sentir confusión. Sin embargo, la evidencia científica demuestra lo contrario. Por ejemplo, una investigación realizada por Fiona Tasker y Susan Golombok, psicólogos de la City University London, en el Reino Unido, reveló que la orientación sexual de los padres no influyó en la del niño. Más del 90 por ciento de un grupo de 25 jóvenes, que tenían en promedio 23 años y fueron criados por madres lesbianas o padres gay, era heterosexual.

Y aunque la mayoría de los estudios concluye que el desarrollo y comportamiento sexual de los hijos de homosexuales no difiere mucho de los que fueron criados por papá y mamá, se han encontrado ciertas diferencias. En una investigación publicada en Journal of GLBT Family Studies en 2008 se reveló que las niñas criadas por lesbianas muestran mayor interés por actividades masculinas, mientras que los niños evitan meterse en juegos bruscos. En otro trabajo publicado en la revista Sex Roles se afirma que los padres homosexuales que enseñan a sus hijos a tener actitudes más abiertas logran que no tengan los estereotipos de género que maneja la sociedad.

El estudio de la Universidad de los Andes coincide en este punto y señala que uno de los retos de la familia contemporánea implica que “los padres desarrollen roles de género parentales mucho menos estereotipados y diferenciados”. Según Manuel Velandia, investigador, activista y defensor de los derechos sexuales, la principal ventaja de crecer con parejas del mismo sexo es que estos niños aprenden a ser “respetuosos y tolerantes con las diferentes tendencias, no solo sexuales, sino también culturales, políticas e inclusive religiosas”, dijo a SEMANA.

Además de ser más abiertos a aceptar la diversidad, a la mayoría de los niños criados por homosexuales les va muy bien en el colegio. Así lo señala una investigación del sociólogo Michael Rosenfeld de la Universidad de Stanford, quien recopiló información del censo poblacional más grande que se ha hecho en Estados Unidos, realizado en 2000. En la muestra queda claro que tener padres del mismo sexo no es una desventaja educativa. “La estructura de la familia es un elemento poco determinante a la hora de medir el éxito académico”, afirma Rosenfeld.

Este es un punto clave del debate. Si bien es cierto que la institución familiar ha sufrido transformaciones, los expertos señalan que lo más importante es la calidad de la relación entre padres e hijos. “El género no determina la capacidad de ser buenos padres”, afirma Lamb. Y aunque es un hecho que ser criado por dos mujeres o por dos hombres es distinto, no existe evidencia de que la falta de uno u otro afecte el desarrollo de los hijos.
Ese es el caso de Zach Wahls, un joven norteamericano de 20 años criado por lesbianas. Wahls saltó a la fama en 2011 luego de ofrecer un breve pero emotivo discurso en un foro público en el que el comité judicial del estado de Iowa debatía la eliminación del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Wahls declaró que la orientación sexual de sus progenitoras no tuvo ningún efecto en su desarrollo. El joven es estudiante de Ingeniería de la Universidad de Iowa, obtuvo 99 por ciento en el examen de admisión universitaria ACT (American College Testing) y es dueño y operador de una pequeña empresa.

Fue tal la repercusión del discurso, que acumuló más de 18 millones de visitas en YouTube (el video político más visto en 2011), que Wahls decidió escribir un libro para contar su experiencia. Titulado My Two Moms: Lessons of Love, Strength and What Makes a Family, el libro salió a la venta en Estados Unidos hace un par de semanas. En él narra la historia de su familia conformada por Terri, su madre biológica, que quedó embarazada por inseminación artificial cuando era soltera, y Jackie, su pareja, a la que conoció cuando Zach tenía 4 años. Su hermana menor, Zebby, es hija del mismo donante y ambos han convivido con Terri y Jackie como cualquier otra familia. “Aunque la gente me decía que yo era diferente por tener dos mamás, el mayor reto fue pararme ante ellos y demostrarles que no valía menos que otros niños”, dijo Wahls a SEMANA.

Para que los hijos de parejas homosexuales no sufran problemas psicológicos, dicen los expertos, es importante que sus padres sean claros desde un principio sobre su origen y que los ayuden a lidiar con la discriminación o matoneo del que pueden ser víctimas en el colegio. Hay muchos casos como el de Wahls en el mundo y, a pesar de que no deja de ser controvertido que un niño sea criado por homosexuales, los estudios y ejemplos de vida dejan claro que “una familia se forma desde el amor y compromiso de sus miembros y no por su estructura”, concluye Wahls.