RELACIONES SOCIALES

Cuando él es de 'e-mail' y ella de Twitter

Cada cual tiene una aplicación preferida para comunicarse y esas preferencias pueden generar problemas en las relaciones personales. Los expertos llaman a este problema incompatibilidad digital.

11 de agosto de 2012

Federico cree que hoy se vive una gran paradoja: cada vez hay más aplicaciones para comunicarse pero, curiosamente, se requiere de mayor esfuerzo para que el mensaje llegue al destinatario. Hace pocos días, por ejemplo, supo que una amiga cercana había hecho una fiesta de cumpleaños de la cual él nunca se enteró. Esto sucedió porque ella envió la invitación por Facebook a todos sus amigos, una red social a la cual Federico ya no pertenece. “Fue frustrante no haber ido”, dice.

También ha notado que como no todos sus amigos están en el mismo canal –unos tienen WhatsApp, otros BlackBerry Messenger, otros Skype- a él le ha tocado descargar todas estas aplicaciones para poder estar en contacto con todos. Por eso extraña los tiempos de antes, cuando solo se contaba con el teléfono. “Ahora hay que pensar por que medio encuentro a cada uno. En este caso, tener tantas opciones no es una ventaja”, dice.

A muchos les pasa lo mismo que a Federico, pero muy pocos hablan del tema. Los psicólogos, sin embargo, ya han analizado el asunto y lo denominan ‘incompatibilidad digital’.

En un mundo que ofrece muchas maneras de comunicarse cada persona tiene una preferida, y por lo tanto, tiende a estar más en contacto con los que también prefieren ese mismo canal. La incompatibilidad digital se daría cuando dos personas tienen distintas preferencias.

Pablo Martínez, por ejemplo, lo vive a diario con Helena, su hija de 24 años. Son incompatibles digitales ya que él es un ejecutivo sin tiempo que prefiere el teléfono porque es rápido y directo. Pero cada vez que llama a Helena oye como timbra y timbra hasta que se escucha el buzón de voz. Solo hace poco descubrió que lo mejor para llamar su atención era enviarle mensajes por Facebook. “Por esta vía aparece al minuto”, dice.

Para evitar estos impasses, dice el psicólogo Camilo Mendoza, cada vez más la gente debe sentarse a negociar con sus parejas, familiares y amigos la mejor manera de contactarlos y “hacer acuerdos asertivos con los demás para no generar conflictos”, dice. No hacerlo puede prestarse a malas interpretaciones.

A Paola, quien se siente a gusto con su BlackBerry Messenger le pasó con sus mejores amigas, que prefieren el iPhone, aparato por el cual se mantienen en contacto. Por esa circunstancia ella no se enteró de la lesión que sufrió una de ellas recientemente, sino hasta mucho después, cuando se reunieron y el tema surgió en la conversación. “Uno se siente mal, discriminado”, dice.

Mendoza explica que la gente se adapta más a una tecnología que a otras por factores como la edad, el trabajo, la versatilidad, etc. “Hay gente que no tiene teléfonos inteligentes sino ‘flechas’ porque solo les interesa la llamada”. Para Pablo Arrieta, experto en comunicaciones y tecnología, las preferencias dependen de la tecnología que se adopte y de la movilidad de las personas. “En el computador Facebook es una cosa y en el móvil es otra. Uno adapta la tecnología a la vida que tiene”, dice. Pero no descarta que muchos también escojan el aparato según su personalidad. Arrieta cuenta la historia de una mujer que prefería la videollamada porque así podía chequear cuando la gente dejaba de ponerle atención. “Ella quería ser siempre el centro”, dice Arrieta, quien piensa que Twitter es el centro de su universo. “No soy de chatear con la gente y eso le molesta a muchos que reclaman ‘es que usted no me sigue’. Lo divertido es que si no los sigues te dejan de seguir”. Precisamente, esas diferencias generan lo que Mendoza llama errores de atribución, es decir, sentirse excluido y discriminado, como en el caso de Paola, o pensar que el otro está bravo, lo odia o se cayó en una alcantarilla y está en peligro.

Frente a este tema, cualquiera diría que la solución es descargar todas las aplicaciones de chat y redes sociales en su teléfono móvil. Pero algunos creen que monitorear a diario Twitter, e-mail, Facebook, Skype y otras es demasiado engorroso. “Yo soy perezosa y no quiero tener más de un frente abierto”, dice Fabiola Martínez, quien se acomodó al chat de su BlackBerry por la facilidad de estar pendiente de los mensajes que llegan. El precio que tuvo que pagar fue alejarse de los amigos que no están en esa red.

Elizabeth Bernstein, quien escribe el blog Bonds en el diario The Wall Street Journal, explica además que hoy se espera que todos estén disponibles a todo momento. Si se tienen todos estos canales y alguien no contesta un mensaje inmediatamente el riesgo de que haya un bombardeo por todos los medios es muy alto. “Hay muchas maneras de comunicarse pero si se usan todas al tiempo, es demasiado ruido”, piensa Bernstein.

La psicóloga Sherry Turkle, autora del libro Alone Together recomienda a la gente “respetar el estilo del otro”, y reitera que si alguien quiere comunicarse con una persona debe usar el canal preferido de ella y no el propio. También insiste en que hay que poner límites. Es lo que tuvo que hacer Carolina con su gran amiga Isabella, quien constantemente la bombardeaba con chistes a través del chat de BlackBerry. “Era muy incómodo porque yo uso ese canal para asuntos importantes de trabajo y estos mensajes eran una interrupción permanente”. Pero hoy piensa que fue mejor pasar por la pena de decirle, que seguir brava con ella por este motivo. “Si no lo hubiera hecho, es posible que hoy no nos estuviéramos hablando”, puntualiza.