Germán Rosero, Juan Pablo García, Jaime Castro y Alejandro García. Jaime Garzón y Juan David Rosero. También es parte del equipo Leonardo Caicedo

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De alto vuelo

Las cometas, esa milenaria entretención familiar, ahora es un deporte de alta competencia. Un grupo ha representado a Colombia con éxito.

25 de agosto de 2007

¿Que las cometas sólo se pueden volar en agosto? No. Aunque este mes se ha convertido en una tradición y excusa comercial, no hay hora, día ni mes de las cometas. Si bien es cierto que esta época es la de mejores vientos, hay algunos que desafían el clima y vuelan todo el año. Todos los días son perfectos para una actividad que para algunos no se trata simplemente de 'soltar pita' hasta que la cometa se pierda a lo lejos.

El espectáculo ha cambiado. Los niños que intentan elevar cometas con sus padres no son los únicos que llenan los parques. Cometas acrobáticas y de potencia recorren el cielo cualquier día del año. Lo que nació en China hace cientos de años como un dispositivo militar y que con el paso del tiempo se convirtió en entretención, es hoy un deporte serio y profesional, que exige disciplina y precisión. Maniobrar una cometa desde un buggie o desde una tabla de surf exige fuerza y coordinación. Y organizar seis pilotos, cada uno con su cometa acrobática en el aire, haciendo maniobras, figuras y trucos, requiere conocimiento, disciplina y concentración.

Colombia está haciendo sus pinitos en este tipo de competencias que cada vez ganan más adeptos en todo el mundo. En los últimos cuatro años han surgido varios equipos pequeños de aficionados en distintas ciudades del país y otros grandes de talla internacional. Algunos ya han competido en los mundiales de la especialidad y, en solitario, se esfuerzan por hacer que este deporte sea visto con respeto.

Rumbo al cielo

Como cada año en esta época, cometeros de todas partes se dieron cita en la plaza principal de Villa de Leyva, en el Festival de cometas más conocido del país, que en su trigesimasegunda versión reunió cometeros aficionados y profesionales que llenaron el cielo de colores. Cientos de espectadores nacionales y extranjeros se congregaron a ver la gran exhibición.

Cerca de allí, entre las montañas y el desierto de las afueras, Atemoc (cometa al revés), uno de los equipos más importantes del país, encontró el escenario perfecto para alzar vuelo. El espectacular paisaje boyacense, combinado con los movimientos y el sonido de las cometas en el aire, hizo posible que el grupo de pilotos lograra una de sus mejores salidas. Es precisamente este contacto directo con la naturaleza lo que impulsó a Jaime Garzón, uno de los integrantes del equipo, a interesarse en las cometas.

Alejandro García, otro de los miembros, dice que más que un equipo, son la familia Atemoc. Un grupo de hombres de distintas edades y profesiones que, apasionados por las competencias de cometas acrobáticas, se arriesgaron a incursionar en este campo.

Entre cantidades de maletas llenas de cometas, estructuras y líneas (cuerdas) comenzó el vuelo de una mantarraya gigante, un espectáculo de colores y movimientos al que se iban juntando las cometas en forma de pulpo y las delta. El contraste del cielo colorido y el verde de las montañas llamó la atención de los carros que pasaban por la carretera y al ver las cometas en el aire se detenían. Más de 10 cometas alzaron al tiempo su vuelo la mañana del 18 de agosto.

Pero lo mejor estaba por venir. El equipo ancló las cometas a los carros y las dejaron en el aire. Sacaron otras de materiales más livianos, mayor resistencia y estructuras de carbono. Seis de los siete pilotos iban a comenzar la función de cometas acrobáticas en equipos. Aunque no hubo música, como en los grandes mundiales, se oyó cómo las seis cometas cortaron el viento, y produjeron un sonido fascinante.

Las figuras, los movimientos, las acrobacias, los giros y los trucos maravillaron a los espectadores, que también estaban atentos a las órdenes del capitán: "arriba... ya. Izquierda... ya. Pirámide... ya. Saludo... ya". La gente, emocionada, aplaudió. Querían conocer más del deporte, entenderlo y, tal vez, practicarlo. El sentimiento del deber cumplido quedó entre el equipo.

Desde sus inicios, hace cuatro años, Atemoc ha volado cometas de todo tipo: acrobáticas, individual y por equipos; gigantes, tridimensionales y kite buggie. Pero el desafío ha sido con las cometas acrobáticas en la categoría de equipos.

No fue fácil. Dedicarse a un deporte que en Colombia no era ni siquiera reconocido fue un gran reto. Sin embargo, la pasión por los espectaculares movimientos y la sincronía semejante a la del nado sincronizado pero en el aire, los inspiraron a intentarlo. Lo que comenzó como un hobby se convirtió poco a poco en un estilo de vida, en una constante práctica, en la necesidad de mejorar y en el esfuerzo por perfeccionarse.

Atemoc quiere alcanzar los niveles de competencia de Francia, Estados Unidos, Japón y Alemania, y que, como en estos países, sea un deporte profesional de alto rendimiento. Como le dijo a SEMANA Alejandro García: "Cada vez estamos más cerca de ser uno de los mejores equipos del mundo y mi objetivo es quedar campeones".

Han sido años de largos entrenamientos. Hay que estudiar el viento, los materiales de las cometas, las estructuras, los escenarios. El parque El Tunal, en el que se reúnen todos los fines de semana, se convirtió en la casa de Atemoc. "Los vientos del parque son perfectos para volar", dice Juan Pablo García, uno de los pilotos del grupo. Aunque, según los miembros del equipo, la brisa de la playa es indiscutiblemente el mejor lugar.

Su persistencia los llevó a que en 2005 fueran escogidos entre varios equipos colombianos para participar en el cuarto campeonato mundial de cometas (World Sport Kite Championship), en Oregon, Estados Unidos. Allí compitieron en la categoría de cometas acrobáticas por equipos y terminaron en el puesto 14. En 2006, ya con mucha más experiencia, lo intentaron de nuevo. Esta vez el campeonato se realizó en Berck, Francia, y los resultados fueron realmente significativos. Puesto 11, por encima de equipos de España, Italia e Inglaterra, además de quedar arriba de todos los equipos latinoamericanos.

Con actuaciones como ésta y la de Equipo 2600, otro grupo de Bogotá que también ha representado al país afuera, Colombia se está dando a conocer en el exterior. Atemoc espera seguir participando en las competencias internacionales y está a la espera de un cupo en el próximo mundial que se realizará en 2008 en Berck, Francia. Esperan que en Colombia la competencia se vuelva más real y más profesional. Y, por supuesto, que los patrocinadores los apoyen, porque acá, más difícil que mantener las cometas volando juntas es conseguir el respaldo para este tipo de deportes que apenas están naciendo.