"DONT WORRY..."

Nuevos estudios descubren que el apoyo emocional es una poderosa medicina.

3 de febrero de 1992

DESDE SIEMPRE se ha proclamado que ser optimista o pesimista afecta la salud y la expectativa de vida. Se sabe de casos de enfermos terminales cuyo deseo de vivir los ha llevado a ganar su batalla contra la muerte. Pero las anécdotas no son una prueba. Por más de 20 años, sicólogos y sicoterapistas se han empeñado en demostrarlo científicamente.
Actualmente, un movimiento médico reclama el regreso del apoyo emocional y el arte de aliviar, respaldados por nuevos descubrimientos científicos que demuestran la gran influencia que ejercen los estados emocionales en la evolución de la enfermedad.
Un estudio realizado en la Universidad de Minnessota, Estados Unidos, demostró que pacientes enfermos de leucemia que estaban siendo preparados para el trasplante de la médula ósea, aquellos que se encontraban profundamente deprimidos murieron en el año siguiente al trasplante mientras que aquellos que mantuvieron el ánimo en alto, seguían aún con vida dos años después de la intervención. La única diferencia entre los dos grupos de pacientes es que éstos últimos contaban con un fuerte apoyo emocional de su familia y amigos.
En otro estudio, casi un centenar de hombres que fueron evaluados, según el optimismo o el pesimismo que sentían cuando sufrieron un ataque cardíaco, el efecto del estado de ánimo resultó ser más revelador.
De los 25 hombres más pesimistas, al cabo de ocho años habían muerto 21, mientras que de los 25 más optimistas sólo seis murieron en el mismo período. "Los médicos deberían tomar en cuenta el estado de ánimo de sus pacientes". afirma el siquiatra James Strain, autor del estudio publicado en el American Journal of Psichiatry.
Esto no sugiere que los factores emocionales pesen más que los biológicos, ni que el tratamiento sicológico pueda reemplazar el cuidado médico. El punto central de los estudios parece ser que el apoyo emocional, además del tratamiento médico físico, puede ser la clave para una mejor recuperación.
En un estudio realizado por la Universidad de Stanford se encontró que de un grupo de mujeres que sufrían de cáncer del seno, aquellas que asistían a grupos de apoyo vivían más que aquellas con el mismo grado de enfermedad y tratamiento equivalente. Lo que captó la atención de los cancerólogos fue que el grupo de apoyo podía aumentar las expectativas de vida cerca de 18 meses, lo cual es un tiempo considerablemente mayor al que la quimioterapia que recibían podía ofrecerles en el estado avanzado de su enfermedad.
Muchos de los hallazgos más recientes ponen en evidencia la importancia de las emociones en la salud y la enfermedad. "Si los pacientes se muestran reacios o cansados, las enfermeras pueden desentenderse", comenta el doctor Strain. "En nuestro estudio encontramos que algunas veces se enviaba a los pacientes deprimidos a recibir terapia física una vez al día en lugar de dos". De otra parte, las personas pesimistas están menos dispuestas a cambiar las costumbres que causan daño a su salud. Los investigadores de la Universidad de Minnessota afirman que "una persona deprimida, puede que no haga aquellas cosas que ayudarían a su recuperación, como levantarse de la cama y hacer ejercicio, por ejemplo; o puede hacer que no tenga la voluntad para tomar las medicinas.
Tal vez la depresión pueda causar cambios en el sistema inmunológico". También se ha demostrado que los pacientes angustiados suelen pasar más tiempo en el hospital. Un estudio realizado por el doctor George Fullop, en 1984, sobre pacientes para cirugía encontró que aquellos que sufrían de ansiedad extrema o depresión solían permanecer hospitalizados ocho días más que el promedio de aquellos que no presentaban este tipo de problema.
Según Deborah Roter, una sicóloga de la Universidad Johns Hopkins, las personas tienden a contarle a sus médicos únicamente aquellas afecciones de orden físico y los médicos no son buenos para identificar los problemas emocionales. Los médicos generalmente no los interrogan acerca de su estado emocional. Usualmente sienten que no tienen ni el tiempo ni las capacidades para lidiar con las aflicciones, asegura. Por su parte, los pacientes sienten que no es un tema del cual deban hablar. Sin embargo, según las nuevas investigaciones, debería serlo.