EL DEMONIO DEL MEDIO DIA

Si usted es hombre y esta sobre los 40, no entre en pánico si siente que se le está moviendo el piso.

5 de diciembre de 1988

Hay una edad en que las cosas adquieren, de algún modo, el carácter de definitivas, o eso parece. Una edad que, afirman los sicólogos, divide la vida en antes y después. Si usted tiene entre 40 y 49 años, entenderá de estas cosas: pertenece al grupo cuya edad los sicólogos consideran como una de las más conflictivas de la vida, especialmente para los miembros del sexo masculino.
A pesar de esa aparente serenidad y madurez conquistadas tras años de vaivenes, un día usted se estrella con una realidad: ese mundo que ha construido paso a paso, ya no cambiará en forma sustancial por el resto de la vida. Es el momento en que se da cuenta que la vida ya no está por delante sino alrededor. Y es entonces cuando súbitamente ocurre: un deseo repentino de aumentar el ritmo de la actividad y de alterar sin recato el orden de las cosas. Los franceses lo llaman "el demonio del mediodía", los sicólogos hablan de "la crisis de la edad adulta"y otros simplemente se refieren a "ajustes pragmáticos".
Todo ello se produce porque en las sociedades occidentales cumplir 40 años es un acontecimiento demarcador por sí mismo. A partir de esa fecha usted será cuestionado por su empleador y su precio se elevará o descenderá, sus aseguradores lo pasarán a otra categoría, su médico le recomendará "bajar la sal" y "disminuir las grasas", su esposa le hará caer en cuenta de que está engordando. Usted será consciente del paso del tiempo y de la mortalidad. Ha llegado, entonces, la hora de hacer el balance.
En primera instancia, el corte de cuentas se basa en dos puntos: satisfacción con lo que se ha conseguido hasta ese momento, con sus consecuencias buenas y malas, o insatisfacción con su vida.
Si está en el primer caso, no hay ningún problema. Si existe luego alguna crisis es porque ha llegado el momento de reflexionar y planificar los años del futuro. Esto hará que salga de ella enriquecido.
Si califica para el segundo caso y usted ha llegado a la conclusión de que la vida que lleva no es la que hubiese querido, hay dos alternativas: no alterar en nada el ritmo de las cosas y optar por la resignación, porque se siente incapaz de transformar algunas cosas en su vida, o hacerle frente a la situación con una serie de ajustes que le permitan acercarse más a sus metas.
La crisis puede, sin embargo, ir más lejos: caer de lleno en la "tentación del demonio del mediodía" y decidir romper con todo y cambiar radicalmente de estilo de vida. Es lo que se ha denominado el "síndromne de Gauguin"... Un corredor de bolsa casado y con tres hijas, una mañana decidio que no se sentía a gusto con la vida y que era preciso transformarla del todo. Se dedicó a pintar en la isla de Tahití por el resto de sus días. Según los especialistas, sólo una persona de cada diez mil lleva a cabo, a esta edad, una restructuración completa de su vida. Y esto se da como un escape a un contexto que resulta agobiante.
En general, una crisis es algo más paulatino y más positivo de lo que se piensa. Se presentan siempre en la transición de una etapa a otra. "Lo que sucede -explica la sicologa Sandra Vargas- es que en nuestra cultura se considera que hasta los 40, los cambios son siempre de una etapa inferior a una superior, que se pasa cada vez a una etapa con mayores posibilidades. Sin embargo, por una concepción errónea, al llegar a la quinta década se piensa en una decadencia. La sociedad equivocada y categóricamente señala al hombre que sus posibilidades de trabajo, de conquista y sus capacidades físicas e intelectuales comienzan a minarse. Esto hace que no se identifique el verdadero sentido de esta crisis".
Ese cambio en la perspectiva del tiempo lleva a muchos hombres a aumentar su velocidad en la actividad profesional. El ejecutivo de nivel intermedio quiere ya ocupar el cargo del director; el hombre de ideas, cansado de adaptarse a los deseos de los demás, empieza a reunir su capital para iniciar su propio negocio; el profesional que se ha sentido satisfecho cumpliendo alguna tarea de servicio público desea entonces ganar peso en la política. Ya no es suficiente ser competente y prometedor. Esto puede tambien impulsar hacia una renovación a través de una segunda carrera u otra forma de trabajo dentro de la misma profesión, pero con mayor significado. Es una etapa que muchos consideran de una gran productividad intelectual .
En cuanto a la parte física, aunque los problemas se presentan mucho después de los 40, existen ciertos indicadores que marcan el paso de la juventud: tendencia a engordar, aparición de las canas, caída del cabello, menor resistencia física y menor agudeza visual. Esta es la edad del minoxidil, los gimnasios, las agotadoras jornadas en bicicleta, la aplicación de células vivas y tratamientos contra las arrugas y la preocupación por el ejercicio y las dietas en un deseo imperativo por recuperar el tiempo perdido. Hasta comprobar, después de un partido de tenis con su hijo, el inminente ingreso al camino de la vejez.
Vale la pena aclarar, sin embargo que cuando se habla de la
"crisis de los 40 años", los especialistas no se refieren exactamente a esta edad. "El ser humano puede tener diversas edades: genética, biológica, intelectual, sexual, etc., y su edad cronológica puede coincidir o no con cada una de ellas. Por eso no puede decirse que la crisis se dé exactamente a los 40. Existen más bien franjas de edad, que comprenden varios años y que tienen características comunes", explica el psiquiatra Guillermo Sánchez Medina. Y prosigue:"Digamos que entre los 39 y los 45 años el ser humano está en un proceso de estabilización. Se ha llegado a la edad madura, se han tomado todas las decísiones verdaderamente importantes (profesión, matrimonio, etc.) y la mayoría de los sueños se han cumplido. De no ser así, la crisis se agrava aun más".
Es al llegar a la mitad de la vida cuando se empieza a tomar conciencia de que ésta sí tiene un término. Esa aceptación lleva al hombre a reflexionar acerca de qué ha hecho con su vida y cuál es su verdadero sentido. Las diferencias que resulten del balance de lo que se ha hecho y se hubiera querido hacer, lo que se es y se quiso haber sido, son las responsables de que la angustia y la ansiedad se presenten en ese momento de la vida.
Es esto lo que lleva a muchas personas a emprender una loca carrera por demostrar que siguen siendo capaces que no van en proceso de deterioro mientras calladamente van lamentándose de su edad, envidiando a los más jóvenes y haciendo lo posible por aparentar que no les pasan los años. Si por el contrario, el momento de crisis se utiliza para hacer un alto en el camino y poner en la columna de ingresos lo que se ha ganado en experiencia, madurez y sabiduría, es posible estructurar una vida más plena, feliz y satisfactoria. Los 40 no serán entonces el comienzo del final, sino el momento de "empezar a disfrutar lo que se ha logrado y a capitalizar todo lo que podemos ser", señala la sicóloga.
Pero si el balance no se ajusta a lo planeado no es necesario adoptar una actitud drástica hacia un cambio total. La solución está sencillamente en reorientar las metas. Si el individuo enfoca su crisis de una forma positiva, lo más probable es que salga de ella fortalecído. "Es a partir de las crisis que todos crecemos", afirma la sicóloga Luz Helena Sánchez.
Lo que sucede es que no es fácil lograrlo. Mientras el individuo se cuestiona: ¿qué he hecho hasta ahora?, ¿cuál es el verdadero sentido de mi vida?, la sociedad hace su propio inventario de lo que él ha alcanzado profesional, económica o afectivamente. Y si no tiene un activo para mostrar se le critica e incluso se le mira despectivamente. Todo esto, porque se han establecido unas edades para hacer determinadas cosas: estudiar, casarse, tener hijos... Así, los 40 se convierten para el individuo en el hito que determina que ya los grandes cambios no van a suceder.
Lo preocupante es que la sociedad no ofrece mayores alternativas a quienes enfrentan una crisis. Para la gran mayoría buscar ayuda o consultar a un especialista es cosa reservada a los locos. Entonces, la dificultad para expresar las angustias y los temores se puede traducir en trastornos de comportamiento, sexuales, de sueño o incluso en alcoholismo.
El siquiatra Sánchez Medina señala que con el mejoramiento de las expectativas de vida y los avances de la medicina, esta crisis aparece hoy más tardíamente que antes, entre los 45 y los 50 años generalmente. Por otra parte, advierte: "Aunque hay un declinar de la capacidad sexual, más que una base física importante lo que existe es un problema síquico. Los cambios que anuncian el comienzo de otra etapa no son tan drásticos, lo que sucede es que en nuestro medio la vejez es una etapa tan desprestigiada, que no es fácil aceptarla con su connotación de desuso e incapacidad".
Por ello, al tomar conciencia de que ya no se es joven, el sujeto intenta demostrar su vitalidad recurriendo a las aventuras con mujeres jóvenes, como una forma de disipar todos esos temores. Con esta actitud, lejos de solucionar su problema, cae en una situación de angustia y tensión que puede llegar a convertirlo en lo que socialmente se conoce como "viejo verde". Para el siquiatra Luis Shnitman, "los 40 pueden calificarse como la "primavera tardía". En un hombre que está en una etapa de organización a todos los niveles (económico, social, cultural, familiar) la crisis alcanza a todos los valores pero, de manera especial, el aspecto sexual".

Aunque desde el punto de vista reproductivo el hombre es más longevo que la mujer y hasta muy avanzada edad puede procrear, su potencialidad es inversamente proporcional: a partir de los 40 empieza a temer por esa virilidad que cimenta en su capacidad sexual, y así como antes se ha impuesto retos profesionales, ahora se impone retos sexuales.
Otro aspecto que influye en este sentido es lo que la sicóloga Luz Helena Sánchez expresa como "una confrontación con la mujer". Educado bajo ciertos esquemas, el hombre se encuentra hoy ante una mujer que le exige en todos los aspectos. "Cuando en un contrato alguien, imprevistamente, cambia o replantea los terminos, necesariamente deja a la otra persona sin recursos para responder. Aparecen entonces los temores y los problemas de impotencia. Hay que tener en cuenta que la sexualidad hace parte de lo orgánico y de lo físico. Este es un aspecto de la vida del ser humano que es, impactado por los factores externos. Una persona estresada, difícilmente puede tener un funcionamiento sexual armónico".
Los especialistas consultados por SEMANA están de acuerdo en que el comienzo de esta nueva etapa, en lugar de ser una fuente de angustia y depresión, debe tomarse como una señal para empezar a prepararse para envejecer y así evitar crisis mayores. Así como en los años 50 la famosa película de Marilyn Monroe,"La vida comienza a los 40", destacaba el hecho de que la edad que a principio de siglo correspondía a la vejez empezaba a ser considerada como la plenitud de la vida, hoy muchos especialistas coinciden en señalar que efectivamente la vida comienza a los 40.
La base de toda la angustia y sufrimiento con respecto al inminente paso de los años está en lo que la sicóloga María Eugenia de Hart denomina "etarismo". Es decir, los prejuicios que discriminan a los seres humanos en razón de su edad. Ella señala que mientras los orientales ven la vida como un proceso en ascenso y la vejez es respetada y considerada como la culminación del desarrollo,"para nosotros este proceso tiene su nivel más alto a los 35 años y de ahí en adelante va en descenso. Mientras la ciencia nos ofrece cada día una mayor expectativa de vida productiva y sana, nos pasamos la mayoría de esos años dentro de una especie de condena de muerte".
La crisis de los 40 vista bajo la optica de la "juventocracia", que solo tiene en cuenta el aspecto físico y un estereotipo de belleza, no permite tener los elementos para entender que, en realidad, se trata de un paso hacia adelante. Sólo a esa edad, la persona empieza a tener suficiente historia para sacarle "el jugo" a la vida. Es lo mismo que el músico que solamente cuando domina la técnica del instrumento puede aprovecharlo al máximo. Por eso, solo cuando se comprenda que cada momento de la vida tiene sus posibilidades estéticas, sexuales y emocionales enriquecedoras la llamada crisis de los 40 presentará un balance de plenitud y el hombre tendrá elementos para apreciar la "gracia" de su edad.
"Dicen que cuando uno ya no puede escandalizar, da consejos -señala el sexologo y siquiatra Pedro Guerrero -, y el mejor consejo para pasar bien y disfrutar esta etapa de la vida es no intentar competir con los jóvenes en ningun sentido".
Así que no se desanime. Fausto Dorian Gray y Peter Pan no existieron realmente. La vejez es inevitable. Lo importantes es saber envejecer. Y algo más: sus amigos seguirán siendo sus contemporáneos.

CUARENTONES LOCALES
JUAN GOSSAIN
Periodista
40 años
Casado
Como cuarentón he tenido varias manífestaciones que no sé hasta qué punto sean típicas o particulares. En primer lugar, estoy viviendo una etapa de inseguridad, de temor a lo que viene en el futuro. Profesionalmente me he planteado hasta qué punto lo que estoy haciendo es válido. En segundo lugar, ya he empezado a sufrir de nostalgia: mis sueños más frecuentes son ahora con lugares y cosas de la infancia. Y, en tercer lugar, he comenzado a sentir las enfermedades de viejo: reumatismo, artritis, lumbago... y una cosa muy especial, de joven nunca tuve acné y ahora -a esta edad- me están saliendo barros. Vale la pena recordar a Raúl Roa cuando decía: "El hombre sigue siendo joven mientras tenga flexible las articulaciones, impulso en el miocardio y retozón el musculo primo". En mi caso, las articulaciones ya empezaron a fallarme. El miocardio, aunque sin chequeo médico, sigue bien. Y el musculo primo sigue retozón en la casa. La crisis de pareja ya no la voy a vivir porque lo único que anda mal en mi matrimonio es la cantaleteadera de mi mujer y como trabajo 20 horas en la radio, la capoteo.

CARLOS DUQUE
Publicista
42 años
Casado
Es una etapa rarísima esta de los cuarenta. Es el momento en que uno se siente más productivo. Es el mejor momento de la vida, la culminación de la juventud y una etapa muy positiva. Pero no es un mito lo de la crisis, lo del cambio, es una realidad. El estado físico comienza a fallar y aunque todavía me sigo creyendo dueño del mundo, como cuando tenía 20 años, creo que es el momento de consolidarme profesionalmente. No creo que vaya a tener crisis de pareja porque ya me he enloquecido en muchas ocasiones y ahora estoy comenzando una etapa sentimental que considero va a ser definitiva. Soy un optimista empedernido y por eso sigo con muchos proyectos profesionales. Mi vida sigue normal, aun cuando ahora tomo precauciones. Le he rebajado al tinto y el cigarrillo sigue siendo mi vicio, así los fumadores estemos considerados como especies raras. El único deporte que practico es bailar salsa y creo que con este ejercicio -que es perfecto- me basta. En cuanto a éxito con el sexo opuesto ahora tengo más que hace 10 años. Pero tal vez mi situación, con una pareja sólida, hace que no me interese para nada esto. Tengo una hija de 15 años y creo que por esta razón ya no vuelva a "sardinear".

DANIEL MAZUERA
Senador
42 años
Casado
Aun cuando me siento muy a gusto, el punto central de este periodo es cuando uno descubre que el tiempo empieza a ser importante. Viene una especie de replanteamiento. Las preguntas son inevilables: ¿esto para dónde va?, ¿por qué estoy en esto? A nivel intelectual o político, creo que es la etapa más importante de la vida. Como político es el momento en que uno empieza a tener la mayor credibilidad y como es un hecho que solo le quedan por delante 15 o máximo 20 años de vida útil, entonces esta etapa se vuelve una de las más productivas. Aun cuando el vigor físico merma un poco, la capacidad de trabajo aumenta y la experiencia acumulada hace que los proyectos que se emprenden sean más eficaces. Es la edad dorada de la vida profesional. El lado negativo es la sensación de que la vida está pasando y que, parodiando la frase de López, "uno está con el sol a la espalda". Frente a la relación de pareja, yo tengo la fortuna de poseer un hogar muy sólido o sea que no corro el riesgo de sufrir lo que los franceses denominan el démon de midí. Frente al estado físico, uno siente que comienza a envejecerse. Las primeras canas hacen su aparición así como las arrugas. Ya no se puede hacer el mismo ejercicio. No juego fútbol con la misma sólidez. En síntesis ya no hay excusas "ni más adelantes". Lo que uno quiere hacer lo tiene que hacer ya.

IVAN MARULANDA
Senador
42 años
Separado
Mi arribo a los 40 años no ha sido normal. He realizado un corte de cuentas. Y me ha pasado algo muy curioso: me he dado cuenta de que soy mortal, cosa que nunca se me había pasado por la mente. Recuerdo que a los 27 años, siendo alcalde de Pereira, vino un señor a visitarme. Cuando entró a la oficina se asombró por mi edad, de todos modos me dijo: "Vengo a venderle un seguro de vida". Yo obviamente no tuve el menor interés de comprarlo. Con el paso de los años mi juventud seguía siendo la característica que me perseguía. Todos mis cargos se vinculaban de inmediato más que con mi capacidad con mi juventud. Yo era siempre el más joven en la política, en las reuniones. Hoy pasa todo lo contrario: me encuentro con gente mucho más joven en todas partes. Esto ha sido atortolante. Del joven del paseo estoy convertido hoy en el viejo. Mi suerte esta echada, seguiré en la política pero ya sopesando muy metódicamente los resultados. Antes estaba ahí sin metas claras, ahora sí sé que tengo unas ambiciones muy concretas. Respecto a mi pareja, desde hace unos años estoy separado y curiosamente nunca había pensado en volver a tener un hogar. Ahora sí creo que ha llegado el momento de buscar una mujer con la cual pasar mis próximos años. Tengo una hija de 18 años y debo decir, con mucha humildad, pero con gran satisfacción, que siempre nos dicen si somos hermanos. Ella se enfurece. Tengo un gran respeto y una enorma gratitud hacia mi primera esposa. Como ya viví una época de bohemia, creo que no repetiré. Me nace estar tranquilo, el problema ahora es que estoy demasiado aislado y no tengo la oportunidad de conocer gente nueva. A nivel físico mi gran problema es que se me ha acortado la vista y debo usar gafas para leer.

JEAN CLAUDE BESSUDO
Empresario
41 años
Casado
A los 40 años se experimenta un cambio. Es como un aterrizaje forzoso: o uno se conforma con lo que está haciendo o decide hacer locuras. Es decir, si uno había querido ser un monje budista o un actor y no un empresario, es la única oportunidad para decidirse. Yo opte por seguir por donde voy. En la relación de pareja también se dan cambios. En mi caso, como me case muy joven, ya he experímentado todo típo de crísis y ahora la unión está completamente solidificada, las crisis estan superadas. Hay otros cambios, como el que se experimenta físicamente. Yo me sometí prevíamente a una díeta, para perder esos 11 kilos de más. Con la aceptación de la segunda edad viene una paz interior, uno pierde el alboroto. No sabría decir si la crisis esta superada.

MANUEL VICENTE PEÑA
Escritor-periodista
40 años
Casado
No he tenido crisis y seguramente no la voy a tener. Mi gran crisis fue a los 20 años. Mientras mis compañeros del colegio San Carlos estaban a esa edad buscando un título universitario, haciendo negocios, casandose, yo hice de todo. Hoy ellos son unos viejos cuarentones y frustrados y yo me siento entero. Tengo una salud perfecta, bailo rock y aplico la máxima de "mente sana en cuerpo sano". He producido en estos últimos dos años dos libros y ejerzo mi profesión de abogado. De contradictor de la policía, de pelo largo y de arete en los años sesenta, soy hoy el presidente del CAI de mi barrio y una de las personas que ha liderado una cruzada de limpieza en el centro de Bogotá en unión con la policía. Crisis de pareja no voy a tener porque fui muy noviero y antes de mi actual matrimonio hice muchas cosas permitidas y no permitidas.

CAMILO LLINAS
Presidente de Acolfa
40 años
Casado
Creo que los 40 años es una etapa de reflexión en la que uno sabe que le quedan los 10 mejores años de su vida productiva. Se le acortan las posibilidades para consolidarse profesional, política y familiarmente. A nivel familiar yo tengo dos hijos, un hija de 13 años de la que soy fundamentalmente su amigo. Asi que la crisis por "sardinear" creo que no me llegará, me siento más a la defensiva que a la ofensiva. Debo cuidar a mi hija. No he sentido todavía los efectos de la crisis, tal vez me preocupo cuando mis hijos o sus amigos me dicen que soy un viejo cuarentón. En cuanto al deterioro físico, tampoco me ha llegado. En vez de caérseme el pelo, me sale más. El ejercicio físico, montar en bicicleta y jugar futbol (mis aficiones principales), lo sigo desarrollando sin problema. Creo que en este aspecto de la crisis hay más factores sicológicos que físicos. Uno empieza a controlar los excesos, hay más cuidado por los descuidos. Fumo menos, cuando puedo no como en las noches y me miro en el espejo para ver cómo voy.

LOS 40 DEL PRINCIPE
Tarde o temprano, todo el mundo llega a los 40 años. Hasta los futuros reyes. Claro que las celebraciones de la realeza son un poco mejores que las de cualquier plebeyo. Por eso, el 14 de noviembre en Inglaterra no sólo se lanzarán las banderas en todos los edificios públicos, sino que se escuchará una salva de 62 cañonazos, las campanas de las iglesias repicarán en todo el reino y más de 1.500 personas celebrarán, con champaña incluida, los 40 del príncipe Carlos. La gente se pregunta sin embargo, si a los príncípes les pasan las mismas cosas que a sus súbditos y hasta el momento todo parece indicar que si. Carlos no tiene preocupaciones laborales o económicas. Sus problemas tienen que ver con la crisis de los 40 y no con la chequera.
Al príncipe no lo preocupan sus finanzas, porque le sobra billete. Tampoco le preocupa su estatus porque, al fin y al cabo, será el próximo rey de Inglaterra. Pero seguramente sí le preocupan otras cosas relacionadas con la crisis de la edad madura. Es probable que sienta frustración al preguntarse qué ha hecho hasta el momento. La triste realidad es que fuera de cortar cintas en todas las ínauguraciones, asistir a muchas ceremonias oficiales ,aparecer en miles de revistas, el principe Carlos no ha hecho ní hace algo verdaderamente importante. La unica esperanza es heredar el trono a la muerte de su madre, para así hacer algo útil con su vida. El otro problema es sentimental.No en balde ha sido objeto de toda clase de consejas y rumores sobre su relación con Lady Di. El príncipe, como muchos hombres, se debe haber preguntado innumerables veces si su mujer es la más adecuada. La diferencia es que si la respuesta es negativa, su salida no podría ser la misma que las de los hombres comunes y corrientes: el divorcio. En el caso del principe de Gales, el divorcio podría significar un golpe de gracia para la monarquía británica.
A Carlos, sus 50 mil hectáreas le proporcionan más de tres millones de dólares al año (900 millones de pesos) y solucionan sus problemas financieros. Pero en materia sentimental, sus amigos aseguran que su matrimonio está en crisis. Se rumora que de la pasión inicial y la adoración que sentía por su esposa al regresar de su luna de miel, hoy no queda nada.
Aunque no son muchas las oportunidades de Carlos para la rumba no sólo porque tiene una corte de fotógrafos siguiéndolo, sino porque es un poco aburridor -y como lo dice la misma Diana- se ha hecho viejo antes de tiempo, el principe sí se echa sus canas al aire. En el estrecho círculo de sus amistades se da por sentado que ha tenido varios romances en los últimos meses. Bona Frescobaldi, una marquesa italiana de 37 años, es una de las elegidas, lo mismo que Dale Tryon, esposa de su mejor amigo, un banquero. De Dale, Carlos ha dicho en varias oportunidades que "es la única mujer que me entiende".
Mientras tanto Diana dedica toda la atención a sus hijos y a la moda. Del padre solícito que cuidaba a los principitos y hasta les cambiaba los pañales, no queda sino el recuerdo. El príncipe de Gales pasa ahora muy poco tiempo con su familia y quienes lo conocen comentan que "hoy no mueve un dedo". La mayor parte de su vida transcurre en su oficina del Palacio de Buckingham en donde, a veces, pasa la noche. Uno de sus mayores alicientes es el polo, deporte que practica todos los fines de semana. Ní síquiera la hospitalización de su hijo Harry, para ser operado de una hernia, interrumpió un viaje que tenía planeado a Italia.
Para el príncipe Carlos llegaron los 40. Como a la mayoría de los mortales, los 40 parecen haberle hecho mella. Aunque ya le pueda restar un año a la espera de su posible coronación, lo cierto es que su madre, la reina Isabel II, no refleja afán alguno por cederle el trono. Como la espera debe ser muy aburridora, todo parece indicar que Carlos ha decidido matizarla con otras distracciones aunque impliquen cierto riesgo para su matrimonio. Como cualquier plebeyo, Carlos también tiene su corazoncito.