EL ENFERMO IMAGINARIO

Según los siquiatras, si usted es una madre aprensiva puede estar criando un futuro hipocondríaco.

31 de octubre de 1994

LA PREOCUPAción es su forma de vida. Y la única enfermedad que ellos no identifican es la de su siquis. Se trata de los hipocondríacos, un ejército de enfermos 'sanos' que ocupan los consultorios médicos y son los causantes no solo de una carga económica en el sector salud sino también de un alto porcentaje del ausentismo laboral.

Sus constantes quejas ante los médicos, que no les encuentran ninguna afección en los múltiples exámenes que les realizan, los convierten en unos incomprendidos. Pero finalmente alguien les ha prestado atención. Cada día más la siquiatría se interesa por estos enfermos imaginarios. En los círculos científicos se trata de dilucidar las causas y mejorar los tratamientos.

Esas personas, que prácticamente viven en una sala de espera a la expectativa de un diagnóstico médico, son los últimos en reconocer que deberían ir a consulta, pero siquiátrica. "Ellos se disgustan con los médicos que no encuentran nada anormal en las inútilmente repetidas radiografías, análisis y electrocardiogramas que esos pacientes exigen una y otra vez", dice el siquiatra Miguel Sorín. Para el especialista argentino residente en Cuba, "el hipocondríaco es aquella persona, enferma o sana, que se preocupa constante y excesivamente por su salud. La gran mayoría -precisa- tienen una actitud de innecesaria y permanente vigilancia sobre su cuerpo, mantienen extremos y exagerados cuidados y, otros, los menos, tienen convicciones absurdas sobre su cuerpo". "No siempre es una neurosis -aclara el siquiatra-. Es más un enfermizo sistema de ideas, de sentimientos y de conductas en relación con su persona y sus relaciones con los demás". La opinión general de los siquiatras es que estas conductas son aprendidas. "Pero cuando son delirantes y absurdas, pueden deberse a causas orgánicas como la sicosis", explica.

Al parecer, la influencia de la crianza puede tener un efecto, directo o indirecto, en la hipocondría. Las madres muy aprensivas pueden, sin saberlo, estar criando un futuro hipocondríaco. Aquellos niños que desde la más tierna infancia están escuchando "No te mojes porque te puede dar una embolia"... "Abrígate o pescas una neumonía"... "No corras tanto que te da un infarto como a tu abuelo"... "No comas eso que te puedes morir"... pueden iniciar en su mente una idea confusa sobre los peligros reales o imaginarios para su salud.

Aunque se cree que los hombres son más dados a sufrir de hipocondría, la opinión general de los especialistas es que se presenta en hombres y mujeres por igual. Y si bien los médicos con experiencia la detectan de entrada, muchos llegan a pensar en esa posibilidad sólo cuando al cabo de varias semanas de exámenes y consultas no encuentran una causa objetiva de las quejas de su paciente sobre sus padecimientos físicos. Sin embargo, no siempre el hipocondríaco es un paciente 'sano'. Muchas personas tienen en realidad trastornos orgánicos, pero esta afección es objeto de preocupaciones exageradas. Las más frecuentes son las afecciones digestivas y las cardiocirculatorias, señala el especialista.

Además de la carga económica que originan por cuenta de consultas y ausencias al trabajo, su conducta afecta las relaciones con el médico y con sus familiares: "Como pacientes, se quejan vagamente de todo en general pero de nada en particular" -dice Sorín-. En cuanto a sus relaciones familiares, "algunos lo usan simplemente para que alguien se interese por su persona ".

Pero el mayor problema es conseguir que una persona hipocondríaca obtenga tratamiento siquiátrico, porque a ella misma le resulta muy difícil reconocerse como tal -afirma el especialista-. "Ninguna persona admite que lo es; por el contrario, se enfurece porque los médicos insisten en decirle que no tiene nada". Y en este caso, la complacencia de los familiares, lejos de beneficiar, empeora las cosas.-