PSICOLOGÍA

El juego no solo es cosa de niños

Los papás llenan de clases extracurriculares a sus hijos, pero descuidan una actividad fundamental para el bienestar y el desarrollo de los niños y jóvenes: el juego.

31 de agosto de 2012

Los papás de hoy están en una permanente carrera contra el reloj y cada vez dedican menos tiempo a estar con sus hijos y simplemente jugar. En cambio, se obsesionan con que los niños sean más productivos y aprovechen su tiempo libre en todo tipo de actividades extracurriculares. Le tienen pavor al ocio y desde temprana edad matriculan a los pequeños en clases de refuerzo de inglés, ballet, equitación, pintura, matemáticas, música, artes marciales, fútbol y natación.
 
Eso ocurre en la niñez, por no hablar de la pre adolescencia y juventud. Cada vez más se ha fortalecido la creencia entre los padres de familia de que si sus hijos no están adecuadamente preparados, bien equilibrados y tienen un alto rendimiento académico, no conseguirán un buen lugar en la educación superior.
 
De esta manera, una vez los hijos dejan de ser niños y llegan a la etapa de la pre-adolescencia, los padres automáticamente se apresuran a que asuman roles de adultos, con el fin de prepararlos para el futuro, dándoles menos tiempo y libertad para darle continuidad a la exploración del juego e involucrándolos en un sinnúmero de actividades extraescolares que generan presión por sobresalir. 
 
Muchos padres lo hacen porque consideran que están cultivando el futuro de sus hijos y terminar agobiándolos con una agenda tan apretada que deja a los niños agotados y extingue su creatividad. Los expertos coinciden en que hay que rescatar el hábito de juego y tomarse en serio sus múltiples beneficios, principalmente en el campo socio-emocional.
 
Así lo explica Álvaro Sierra, médico y representante del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana: “los pre-adolescentes de hoy están viendo como el tiempo de ocio, antes libre de imposiciones, creativo y no sujeto a programaciones, se transforma en tiempo de neg-ocio, diseñado por los adultos y siempre pensando en una supuesta rentabilidad a futuro”.

El juego libre es esencial y saludable, incluso en la pre-adolescencia y en la juventud, etapas en las que también es necesario disfrutar de tiempo suficiente y sin programación.

“Así pensada, la actividad de tiempo libre es la muerte del ocio y por tanto de la imaginación, la creatividad, el libre compartir y la exploración de un mundo inmediato, pero desconocido y no domeñado”, agrega Sierra. 
 
La revista Pediatrics, de la Sociedad Estadounidense de Pediatría, publicó un artículo en el que señala que el tiempo para el juego libre ha disminuido en los países occidentales, a pesar de que es "esencial porque contribuye al desarrollo cognitivo, físico, social y emocional del niño y es una oportunidad para que los padres se involucren con ellos".

Siete razones para jugar 
 
De acuerdo con el Instituto del Juego en Estados Unidos, algunos beneficios del juego activo en la niñez y la juventud son:

1. Conexión

Compartir alegría, risas y diversión con los demás promueve la unión de los preadolescentes con su entorno y refuerza el sentido de comunidad y sociedad.

2. Mejora la salud mental

Cuando los jóvenes juegan producen una mezcla de endorfinas que les levanta el ánimo, los aleja del dolor, el miedo y otras posibles frustraciones propias de su edad.

3. Crea relaciones

El juego es una de las más efectivas herramientas para estrechar y mantener relaciones a mediano y largo plazo. Jugar genera amistades duraderas en el tiempo y estrecha los vínculos entre padres e hijo.

4. Da confianza
 
El juego puede también curar resentimientos, desacuerdos y heridas. A través del juego los preadolescentes aprenden a confiar en otros, a empoderarse y a fortalecer su seguridad personal frente a la sociedad. La confianza les permite trabajar en equipo, abrirse y probar cosas nuevas.

5. Mejora las destrezas sociales

Las habilidades sociales se aprenden en el dar y recibir del juego. La comunicación verbal y el lenguaje corporal, la seguridad y el peligro, la libertad y los límites, la cooperación y la tolerancia son descubiertos y practicados repetidas veces a lo largo de los juegos.

6. Fomenta el trabajo en equipo

El juego es un poderoso catalizador para una socialización positiva. A través del juego, los preadolescentes ponen en práctica valores que se le han inculcado a lo largo de su infancia, trabajan juntos, son capaces de llegar a acuerdos en las reglas y socializar en grupos.

7. Antídoto contra la soledad, el aislamiento, la ansiedad y la depresión

La evidencia muestra que el juego puede ser un antídoto a la violencia. De hecho, aquellos que evitan o nunca han aprendido a jugar pueden llegar a perderse en el mundo del miedo, la rabia y la preocupación obsesiva.