EL PAPEL DE TU VIDA

A pesar de millonarias ofertas, nadie quiere hacer de homosexual en el cine norteamericano.

22 de agosto de 1988

Hace pocos años, interpretar el papel de homosexual en el cine o la televisión, era una prueba definitiva para un actor o una actriz. Demostraba su capacidad dramática o cómica, servía para que la industria, los productores, los guionistas, los directores y hasta los otros actores aplaudieran esos personajes tensos y perseguidos, como los alcanzados por Richard Burton y Rex Harrison en "La escalera", Jane Alexander en A Question of Love, Marlon Brando en "Los visitantes", Warren Beatty en Shampoo o William Hurt en "El beso de la mujer araña". Era motivo de orgullo.
Ahora, con la histeria del SIDA que recorre los estudios en Los Angeles y Nueva York, los papeles de homosexuales están siendo rechazados masivamente por las implicaciones que encierran. En medio de tanta confusión, el que alguien -hombre o mujer- haga de homosexual, significa que lo es y, obviamente lo hace víctima inmediata de ese mal, y nadie está dispuesto a arriesgar una carrera por un solo papel.
Esta situación comenzó lentamente, como todo en Hollywood donde las decisiones nunca se toman frontalmente. A raíz de la muerte espantosa de Rock Hudson, la prevención contra todo lo que tuviera alguna relación con los homosexuales se hizo general, pero nadie quiso dar la voz de alarma. Los primeros síntomas se hicieron evidentes cuando los actores más destacados, decidieron eliminar los besos reales en los rodajes. Nadie quería exponerse y solo cuando se trataba de una pareja en la vida real, como es el caso de Kurt Russell y Goldie Hawn, aceptaban besarse en serio. Las precauciones tomadas por las estrellas para evitar, por ejemplo, que hubiera el mínimo intercambio de saliva o sudor, llegaron a escenas ridículas y chocantes para sus compañeros. Pero en el fondo, había una sensación de alivio cuando los contactos se reducían al mínimo.
La situación se hizo más evidente y estalló en forma escandalosa, cuando el productor Jerry Wheeler se encontró con toda una película frenada porque, después de centenares de llamadas telefónicas y avisos en los periódicos y revistas, comprobó lo que ya era un rumor en Hollywood: nadie quiere hacer de homosexual. Lo que era una tradición en el cine o la televisión, que los actores estuvieran corriendo detrás de un personaje ahora se convertía en un personaje, un homosexual, corriendo inútilmente en busca de un intérprete. La película The Front Runner está parada y nadie sabe cómo acabara, porque después de buscar, preguntar, indagar y hasta rogar, nadie quiere un rol por el cual le pagarán un millón de dólares. Antes, cuando se trataba de personajes desagradables como asesinos, pervertidos o secuestradores había cierta renuencia, pero al final se imponía el sentido profesional. Ahora es el homosexualismo el que parece condenado a desaparecer, por simple sustracción de intérpretes. Muchos de los llamados, alrechazar la oferta daban a entender claramente que si aceptaban, tendrían que cambiar de profesión. Nadie más les daría trabajo, los mirarían como leprosos y aunque Wheeler ha elaborado una larga lista de importantes estrellas que hicieron de homosexuales alguna vez y siguen tan campantes, la respuesta es clara: "Eso era antes". Antes del SIDA, se entiende.
En medio de esta fobia, uno de los pocos proyectos relacionados con homosexuales que ha podido sobrevivir es la pieza teatral Torch Song Trilogy, que ha pasado del teatro al cine con el mismo actor, Harvey Fierstein autor de la obra. Es la historia de un travesti, pero nada tiene que ver con "La jaula de las locas" o temas similares.
Irónicamente, algunos de los actores más aplaudidos y hasta premiados en los años recientes, tenían alguna relación con personajes homosexuales. Tal es el caso Robert Preston en "Víctor, Victoria", William Hurt en la película de Héctor Babenco y Tom Courtenay en "El vestidor". Después de esos trabajos, ellos han seguido vinculados exitosamente a su profesión, y a nadie se le ocurre afirmar que sean homosexuales. Pero, la histeria está desatada. El pavor al SIDA y el miedo a que se produzcan enojosas confusiones, han desatado estas reacciones que ya nadie podrá frenar. Es decir, de aquí en adelante mirar una pieza o una película con tema homosexual será casi que imposible, a menos que sea en dibujos animados o con actores extranjeros.
Otro de los conflictos generados con The Front Runner es que el personaje, un entrenador deportivo, lleva una vida ordinaria en un pueblo pequeño, tiene que vivir como los demás machos y eso es lo que más preocupa a los actores, esa normalidad que se convierte en un sello para siempre. Como afirma el actor Harry Hamlin, quien hizo de homosexual en Making Love: "Hasta el momento de interpretar un personaje así, todos te buscan para papeles duros, heroicos y salvajes pero después, lo piensan dos veces". Y otro actor, Jack Coleman, quien hizo de Steven Carrington en "Dinastía" dice que ahora, cuando está dedicado a otros proyectos, espera que le ofrezcan papeles que nada tengan que ver con los homosexuales, porque vería su carrera truncada.
De esta manera, los personajes y los temas relacionados con el homosexualismo en hombres y mujeres están condenados, al menos por ahora, porque ni siquiera los actores y actrices que ya lo hicieron en el pasado se sienten capaces de repetir la experiencia.