EL PASADO EN PRESENTE

En un antiguo claustro del centro histórico de Cartagena se construye el hotel más lujoso del país.

5 de octubre de 1992

HACE YA CASI tres años, una serie de inversionistas cartageneros y bogotanos decidió lanzarse a la aventura y comprar un lote en la ciudad amurallada de Cartagena, sin saber muy bien qué uso le darían. A primera vista, dada la nueva moda de comprar viejas casas y restaurarlas para pasar vacaciones, parecería un excelente negocio. Pero en este caso, las cosas eran muy distintas. Se trataba del lote más grande de la ciudad vieja una verdadera mina de oro, pero también eran 8.000 metros de ruinas que nadie decidía explorar por miedo a que los vestigios del antiguo claustro terminaran con algún aventurero. Como si fuera poco, lo que quedaba del claustro había sido clasificado como monumento nacional, lo cual implicaba que, independientemente del uso que se le diera, las fachadas y los espacios debían ser restaurados exactamente como eran en el pasado, procurando, además, darle usos similares a los que se le habían dado anteriormente.
Durante algún tiempo la construcción siguió siendo invadida por la naturaleza, cayéndose por pedazos mientras los diseñadores de la firma de arquitectos Arias, Serna y Saravia, quienes habían intervenido en la compra, no sabían a ciencia cierta qué hacer con la edificación. Comenzó entonces a tomar forma la idea de construir un hotel. Se inició la etapa de dos años de exploración para ver qué había, qué podía aún salvarse y, sobre todo, qué existía detrás de los pañetes y las innumerables capas de pintura, baldosín y otros materiales que habían sido añadidos durante cuatro siglos en los cuales Santa Clara fue claustro, orfelinato, cuartel, cárcel, hospital, anfiteatro y universidad hasta que fuera abandonado hace más de 10 años.
Mientras cobraba vida la idea de construir un hotel, surgió la posibilidad de hacer algo totalmente nuevo en Colombia. El reto no solamente sería construir un hotel de cinco estrellas para turismo del más alto nivel sino además el de introducir en el país el Time Share, o Tiempo Compartido, un método de comercialización empleado por las más importantes firmas hoteleras del mundo. Gracias al sistema de Tiempo Compartido, los particulares pueden comprar por escritura pública una habitación del hotel durante una semana anual, por el resto de su vida. Esto no solamente implica que con una inversión moderada - que oscila entre los 3.5 y los 12 millones de pesos, según la habitación - se pueda congelar el precio de las vacaciones de por vida en el Hotel Santa Clara -cuyo precio por noche será superior a los 170 dólares- sino que, además, si se prefiere, se puede intercambiar esa semana por otra en cualquiera de los 750 hoteles alrededor del mundo afiliados a Interval, que si bien no es la más grande de las firmas de Time Share, sí es la más exclusiva. Por su conveniencia y su alta rentabilidad, la idea fue todo un éxito, y a sólo seis meses de haber salido a la venta, el programa de Tiempo Compartido superó con creces el punto de equilibrio de una inversión que supera los 17 mil millones de pesos.
Hoy por hoy, Arias, Serna y Saravia junto con la firma cartagenera Asesorías y Construcciones, y respaldados por expertos en arquitectura colonial de la importancia de Rodolfo Ulloa, se disponen a emprender la restauración más importante en América Latina en los últimos 15 años y a conciliar los intereses económicos con el absoluto respeto por y la memoria urbana de Cartagena. Se trata de una obra que por su respeto a la historia y a los restos de lo que fuera el claustro colonial y sus crujías republicanas, obtuvo el aval de Monumentos Nacionales, de la Unesco y goza de todo el apoyo de la sociedad cartagenera. Aunque los imperativos de la restauración impiden establecer un cronograma exacto, todo parece indicar que hacia mediados de 1995, Cartagena contará con el hotel más lujoso del país, y con un monumento que habría podido terminar devorado por la vegetación. -